Ambientado unos años después de HTTYD 3
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Una gran tormenta se desató en Berk en la tarde de ese día, todos los aldeanos se encontraban en sus casas con sus cabañas bien protegidas del frío, mantas, leña y mucha comida por lo menos como para dos semanas.
Hiccup observaba desde la ventana con frustración como la nieve caía sin cesar del cielo impidiéndole salir de la casa de su madre y ir con su familia.
—No irás con esta tormenta— había dicho la mujer en cuanto vió la rapidez en la que su hijo se colocaba su abrigo.
Había tenido la mala suerte de haber estado fuera todo el día cuando la tormenta empezó, ni siquiera le dió tiempo de correr hacía su casa, Valka lo arrastró hacia su cabaña para mantenerlo lejos de los fuertes vientos.
—Pero.... mi familia está sola— la pelirroja casi juró que pudo ver un pequeño puchero en el rostro de su hijo.
—Hace muchísimo frío Hiccup, y los vientos son muy fuertes, es una tormenta peligrosa para ti.
Hiccup sabía que su madre tenía razón pero su corazón quería desesperadamente ir a casa y acurrucar a sus hijos y esposa ma2ntiendolos seguros del frío.
—Antes de que la tormenta empezará le avisé a Astrid de que estarías aquí unos momentos, ella sabe que estás seguro y se molestará si ve que saliste con esta tormenta— intentó hacerlo razonar.
Finalmente el castaño se rindió y dejó de intentar convencer a su madre de que lo dejará salir de su cabaña.
Ahora mientras el observaba por la ventana su madre tejía unos adorables gorritos para sus pequeños Zeypher y Nuffink.
—Astrid está con ellos— habló Valka con voz dulce llamando la atención de su hijo —estarán bien.
—Lo se— respondió el jefe desanimado. —Solo que.... no me gusta dejarlos solos, normalmente cuando hay tormentas de este modo Nuffink se asusta.
Valka sonrió con dulzura sintiendo como una adorable sensación se apoderaba de su cuerpo, la forma en la que su hijo se preocupaba por sus nietos era sin duda lo más lindo que había oído en el día.
Pero si ella estuviera en su lugar, también estaría preocupada.
—Astrid esta con ellos- repitió haciéndolo recordar ese detalle.
El castaño asintió con una pequeña sonrisa y miró hacía afuera, su mirada ojiverde recorrieron las casas hasta que encontró su cabaña en la colina, las luces de adentro estaba prendidas lo que significa que estaban despiertos.
Y deseó profundamente estar con ellos.
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—¿Por qué no puede venir papá?— lloriqueo Nuffink.