Capitulo 6

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Una semana antes de que recibieran la noticia...
-¡¿Perdón?!
Nung levantó la voz con cierto grado de hostilidad. El hombre sentado frente a ella y su marido les acababa de dejar claro cuáles eran las condiciones para sellar el acuerdo que los salvaría de la bancarrota y de perder todo lo que su familia poseía.

Un año atrás, Phong le explicó la situación financiera que atravesaban; en medio de la conmoción y el susto, la única solución sensata que encontraron fue la que tenían frente a ellos. Ser absorbidos por una sociedad de capital para no perder la empresa de la familia, la casa donde sus hijos crecían y el futuro de estos, les parecía una solución adecuada. Pero ninguno de los dos contaba con escuchar la barbaridad que aquel hombre les proponía. Pensaron en ese momento que debieron haber informado a su hija mayor de toda la situación y, tal vez, no se hallarían en el salón de ese restaurante escuchando tan descabellada propuesta. Su marido, un hombre demasiado orgulloso, no compartió su opinión y se negó a hablar con su hija.

-Como ha escuchado, señora Chankimha. La unión de nuestras familias es la condición que pongo para ayudarles. Nada más y nada menos.
Nung miró a su esposo, que permanecía en silencio.
Phong sugirió pedir la ayuda de Richard Armstrong y ella, a pesar de sus reservas, lo aceptó. Su marido lo había conocido en una reunión de negocios un par de años atrás, así que pensando que podría ayudarles, lo contactó. Qué ilusos fueron al esperar que les ayudase sin pedir algo a cambio. Ese hombre tenía que estar loco si creía que ellos aceptarían ese trato.

—¿Está sugiriendo un matrimonio? -La aguda voz de Phong Chankimha se oyó desconcertada.
-Exacto -confirmó el anciano—. Tengo entendido que tienen tres hijos. ¿No es así? -La pareja se miró entre sí, con temor a responder—. Entonces el acuerdo se sellará con un matrimonio -sus palabras sonaron tan simples como cambiarse un par de zapatos por otros—. Es un buen acuerdo - aseguró, entrelazando las manos sobre la mesa. Los platos de la cena acababan de ser retirados, a pesar de que la pareja ni siquiera los tocó.

-. Y todos ganamos algo -finalizó con frialdad.

Los Chankimha no le veían el sentido y no entendían cómo todos podían ganar con tal acuerdo. Se miraron asustados; la propuesta era ilógica e imposible de aceptar, aun cuando de ello dependiera el futuro de su familia.
—Le agradecemos su tiempo, señor Armstrong, pero no vamos a poder aceptar —las palabras salieron demasiado rápido de los labios de Nung, que clavó su mirada verde en el rostro de su marido, luego se levantó de la silla. No iba a escuchar más. En su cabeza no entraba aquella idea descabellada y esperaba que tampoco lo hiciera en la de él.

-¡Qué lástima! —la voz del anciano se oyó impasible, pero el halo de sarcasmo no pasó por alto.
El matrimonio Chankimha se sintió burlado. Phong sabía que Richard estaba enterado de que dos de sus hijos eran menores de edad, por lo que supuso que para la unión que pretendía, pensaba en Sarocha.

—¡Nuestra hija no está en venta, señor Armstrong!

Enfatizó Phong, dando por terminada la conversación, perdiendo así las esperanzas de salvar lo que les quedaba—. Y aunque quisiéramos aceptar, jamás podríamos obligarla a casarse con un hombre porque no le gustan -sentenció indignado, levantándose con toda la intención de marcharse del lugar.

—¿Y quién ha dicho que será con un hombre?

La sorpresa petrificó a los Chankimha; el desconcierto fue evidente en el rostro de ambos.
Un mes antes de la boda. La noche que Rebecca y
Sarocha descubrieron su destino...
Era el mismo desconcierto que ahora Richard veía en el rostro de su nieta, tras informarla de su decisión.

—¡¿Casarme?! -El vaso de licor ahora estaba sobre el escritorio. Rebecca se movía de un lado a otro en el pequeño espacio-. ¡Por supuesto que no, abuelo! No tengo ninguna intención de casarme —hizo una pausa en su andar—. Mucho menos con alguien que no conozco -su voz salió temblorosa, casi cortada.
Que no tuviera una pareja no era una justificación válida para obligarla a casarse; menos con un desconocido. Su abuelo llevaba tantos años protegiéndola del mundo para que ahora quisiera imponerle tal cosa. Sentía tanto coraje, que las lágrimas amenazaban con nublar su mirada. Bajó el nudo que comenzaba a formarse en su garganta con toda la intención de enfrentarse a él.

Amor por un contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora