Capítulo 7

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Un mes antes del matrimonio. La noche que Sarocha recibió la noticia...

Al salir de la casa de sus padres, Sarocha sintió que un gran peso le caía encima. Todo aquello tenía que ser una pesadilla porque no podía concebir que sus padres le escondieran la situación económica en la que estaban. Mucho menos, que ahora le pidieran semejante locura para poder salvar la casa y la empresa. Se cerró la chaqueta de piel al sentir una ráfaga de viento colarse por sus costillas y luego buscó las llaves del auto en el bolsillo. El motor del Alfa Romeo rugió en cuanto pisó el acelerador; necesitaba beber algo fuerte para calmar sus nervios y sabía que Heidi iba a pagar las consecuencias de su frustración. La idea de pasar una linda noche con su novia se iba por el retrete, así que lo único que le quedaba era desahogarse con sexo. Aceleró, saltándose una luz roja que poco le importó; dejó el auto mal estacionado en cuanto llegó al Lipstick. Incluso, creyó haber chocado la acera.

La luz roja de neón iluminaba los grandes labios que adornaban en la escena; como autómata, caminó hacia la puerta. Se rascó la cabeza y sus cabellos tomaron una forma desordenada, además del aire de chica mala que desprendía con la mirada ceñuda. La música tecno y las luces opacas tenían las de ganar esa noche.
Sarocha buscó con la vista entre las personas; encontró a su rubia sentada en la barra. La esbelta figura atraía miradas, pero ninguna se atrevía con su mujer. Ella era una especie de femme fatale en el lugar, esa fama se la ganó gracias a Nam; pensó que su amiga iba a morir de un infarto cuando le contara.

Heidi la saludó con la mano y sus labios rojos se abrieron en el momento que su boca la reclamó. Hambre, necesidad, fue un beso sin la más mínima delicadeza y su novia lo notó.

—¿Estás bien? —Le preguntó la rubia de ojos verdes, boca de labios finos y cuerpo de modelo de revistas.
Ella asintió en respuesta antes de hablar.
—Nada importante —se refirió a la reunión con sus padres, luego levantó la mano hacia la mujer detrás de la barra.
Una botella de cerveza le llegó segundos después, y a esa le siguieron al menos otras seis. El alcohol era mal consejero; en un intento, trató de follarse a su novia en el baño, pero Heidi no se dejó. Con cara de regaño, le prometió que en cuanto llegaran al apartamento, podría hacer lo que quisiera con ella.
Eso bastó para aguantarse las ganas.
Pasada la medianoche, Heidi la condujo fuera del local, llamó un Uber para regresar a casa, pues ella tampoco se sentía en condiciones para manejar. Nam les advirtió que esa noche las patrullas de la policía estaban bien pesaditas. Sí, su amiga se había dejado caer por el antro un rato antes y ahora se encontraba ocupadita con su nueva conquista.

Cuando llegaron al apartamento de Sarocha, bastó con atravesar la puerta de la entrada para que comenzara a desvestir a su novia y se la llevase a la cama, dejando un reguero de ropa tras ellas.
Necesitaba calmar la bestia que tenía dentro y la furia que amenazaba con consumirla.
Sin muchos preliminares, sus dedos irrumpieron en la intimidad de la rubia. El jadeo de Heidi se fue intensificando a medida que sus embestidas subían de ritmo y su boca besaba y lamía cada centímetro de la piel de su cuello. Si pensaba en la conversación con sus padres, la rabia aumentaba y con esta, el ritmo de su mano. El alcohol tampoco ayudaba y, en lugar de aplacar sus deseos, los duplicaba.

Cansadas, se dejaron caer sobre las sábanas y el sueño venció a su novia minutos después. Sarocha, sin embargo, se quedó con la vista fija en el techo, con un avispero en su cabeza. ¿Tendría que tomar una decisión?, se preguntó, acariciando la espalda desnuda de la mujer que amaba. La lastimaría y eso la hacía sentir culpable; de la misma manera que no podía darles la espalda a sus padres. Metió las manos debajo de su cabeza y pidió por un milagro, aun cuando no era creyente.

Por desgracia, su milagro no llegó. Para cuando el sol comenzó a salir y los tenues rayos iluminaron el cuarto a través de la ventana, ya tenía la decisión tomada.

Amor por un contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora