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La enfermedad se hacía cada vez más frecuente, lo que me hacía enfadar y gruñón,

Poncho incluso probó un acercamiento más cercano, pero pronto cedió viendo cuánto me

rascaba.

Tenía algo preocupante, ¿cómo les diría a mis padres que estaba embarazada y no me

había casado? mi familia siempre fue muy conservadora, eso sería absurdo.

Pensé varias veces cuál sería la mejor alternativa, y llegué a una conclusión Pero para eso

necesitaba hablar con Poncho.

Había advertido que no nos recogería en la escuela porque tenía una reunión, así que el

conductor fue a recogernos ese día, y al volver a casa el olor a almuerzo me enfermó.

¿comemos a mamá? me preguntó Sara.

- Estoy enferma Sara... Me quedo contigo allí, ¡pero no comeré!

Sara se puso las manos en la cintura y apretó los ojitos.

- Nananinanot... Tienes que comer.. Necesito alimentar al bebé... Y necesito mantenerte

fuerte.. ¡No puedo prescindir de comer no! - giré su dedo meñique en mi dirección y le besé

la frente, levantando las manos en señal de rendición.

- Ok Ok Miss Sara Herrera! comeré! - me di por vencido y ella sonrió.

- ¡Bueno! - ella hizo un pico. - De lo contrario tendría que decírselo a papá, ¡y tú serías una

joven castigada!

Me reí y ella junto conmigo Esta conversación incluso hizo que mis náuseas se aliviaran, el

cuidado de Sara por mí y el bebé me encantaba todos los días.

Nos sentamos a la mesa y comimos despacio, tenía miedo de volver a enfermarme.

- ¡Buenas tardes familia! - Poncho llegó dándome un beso en la frente y uno en la mejilla de

Sara.

- Papá!! viniste! - Sara sonrió encantada.

- El traficante que se reuniría conmigo hoy canceló el último minuto.. ¡Así que decidí

almorzar con mis princesas!

Poncho supo ser el amor de un hombre.

Se sentó a la mesa y pronto Marlene le sirvió.

Comimos entre risas y bromas, y Sara ya empezó a bostezar.

- Con soninho. - ella rascó los ojitos. - Subiré..

- Subo contigo princesa. - dijo ya levantándose.

- No hace falta mami.. ¡Quédate un poco con papi! - ella sonrió en el rincón, me besó a mí y

al Poncho, corriendo arriba entonces.

Miré a Poncho por algún tiempo, sus ojos, sus pequeñas marcas de expresión, una pequeña

arruga formada en su frente al separar el perejil de la carne del plato, todavía parecía un

niño comiendo y separando todo lo que era colorido sonreí recordando como me

encantaba dar a entender con él y con esta hermosa arruguita que aparecía en su frente.

Poncho me miró de repente y ya bajé los ojos, rojo Se rió a mi manera, supo que amaba

nueva alumna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora