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Abrí lentamente los ojos y vi un techo completamente blanco, escuché ruidos incómodos
de las máquinas y me sentí muy incómodo. Me dolía terriblemente la cabeza.
¿Donde yo estaba? 
¿Cómo había llegado allí? 
¿Qué sucedió? 
De repente todo cobró sentido, el sonido del disparo, el grito y la oscuridad.
Puse mis manos sobre mi vientre y todavía estaba allí, grande y duro.
- ¿Annie? - Escuché una voz que me llamaba y giré la cabeza hacia un lado.
- Nick... - susurré y luego me di cuenta de que realmente no tenía fuerzas. - ¿Qué paso?
- ¿Qué paso? Déjame decirte Anahi, ¡casi nos matas del susto! ¿Como se siente?
- Me duele un poco la cabeza... Y estoy enferma... ¿Está bien mi bebé?
- ¡Por un milagro divino! - Ella puso los ojos en blanco. - ¿Por qué no nos dijiste que tu
embarazo corría riesgo?
- Yo... yo... - Tartamudeé, pero pronto me di cuenta de algo, si Nick estuviera conmigo,
¿dónde estarían Poncho y Sara? Recordé el sonido del disparo y el débil grito que escuché. -
¿Dónde están Poncho y Sara?
Ella se sobresaltó y pareció pensar.
- ¡¡¡Habla pronto Nicole!!! ¿Dónde están?
- Poncho está esperando que Sara salga de la cirugía ¡Me pidió que me quede aquí contigo!
-¿Sara? ¿Cirugía? - pregunté tontamente. - ¡OH DIOS MIO! ¡NO!
- ¡Anahí, cálmate! - ella pidió. - El disparo le rozó el brazo, pero hay que coserlo... Pero ella
está bien, dijo Poncho, llegó al hospital consciente y preocupada por ti, que te habías
desmayado. ¡Ella siempre les pedía que cuidaran de ti y del bebé!
¡Dios mío, no! No puede ser... A mi hija le dispararon... Y eso fue enteramente culpa mía... 
Estallé en llanto compulsivo, lloré y sollocé fuertemente. Nick inmediatamente salió
corriendo para llamar a una enfermera y me aplicó un tranquilizante en la vena, lo que me
hizo quedarme dormido segundos después.
-/-
Me desperté nuevamente con la misma sensación extraña de antes. Me tomó unos
segundos recordar todo.
- Nick, ¿cómo está Sara? - pregunté sin voltear.
- ¡Ya está bien, mi amor! - Me giré rápidamente, esa no era la voz de Nick, era Poncho quien
estaba ahí conmigo.
- ¡Amor mío, perdóname! Todo fue culpa mía... ¡Dios mío, perdóname Poncho! ¡Me
perdonas! - Pregunté tomándole las manos.

¡Hola princesa! ¡Calma! - Pasó su mano por mi cabello, lo que hizo que me calmara casi de
inmediato. - No fue tu culpa... Sólo hay un culpable en toda esta historia y fue María
Fernanda... Pero ten por seguro que ya fue arrestada, y será acusada de secuestro e intento
de asesinato.
- ¿Y Sara? - pregunté sollozando.
- Ella está bien... Salió de la cirugía, la cual fue un éxito, pero todavía está en la sala de
postoperatorio y el doctor dijo que bajará a su habitación pronto, incluso les pedí que los
juntaran. en la misma habitación... Dudaron un momento, pero luego aceptaron...
- ¿Pero qué pasó en el avión? - murmuré, sacudiendo la cabeza. - No recuerdo nada...
- Mi amor, no es bueno recordar... - me acarició el pelo.
- ¡Ningún Poncho! - Negué de nuevo con la cabeza. - ¡Quiero saber!
Él resopló, sacudiendo la cabeza.
- Cuando cambiaste de lugar con Sara, uno de los policías chocó con María Fernanda, para
distraerse, pero ella se asustó y terminó disparando el arma, y el tiro rozó el brazo de Sara
mientras ella corría hacia mí.. - se secó una lágrima y sollozó. - Y al mismo tiempo, creo que
con el susto del sonido del arma, te desmayaste. Cuando María Fernanda vio que había
golpeado a Sara se desesperó, dijo que nunca quiso lastimarla, se puso a llorar, pero
inmediatamente los policías la arrestaron, la esposaron y la llevaron directamente a la
comisaría. Los guardias de seguridad me ayudaron a llevarlos a usted y a Sara a la
ambulancia del aeropuerto, que nos trajo directamente a este hospital.
Me quedé en silencio por un rato tratando de procesar todo. Me duele la cabeza.
- Pero no te preocupes princesa... Todo acabó bien... Nuestro bebé está bien, Sara se está
recuperando... ¡Todo estará bien!
- ¿Y mi desmayo? - Yo pregunté. - ¿Tuve alguna complicación? - Tragué secamente.
- El desmayo fue por el estrés de los últimos días, tuvimos un viaje en avión, problemas,
sustos... Tu cuerpo no aguantó y se apagó por unos instantes... Pero no tuviste ningún
sangrando, solo era una advertencia de tu cuerpo... - 
Sí.. - Sonreí débilmente, pero pronto las lágrimas asomaron a mis ojos.
- ¿Que pasó?
- Perdóname... no debí desobedecer, si hubiera ido a casa, nada de esto habría pasado y a
Sara no le habrían disparado...
- Princesa... estaba enojado en ese momento... Pero ya se acabó... Mi mayor miedo era que
te pasara algo a ti y al bebé, además de todo lo que ya le estaba pasando a Sara... Pero
pasó, lo importante es que tú estés bien, nuestro bebé está bien y así. es Sara... ¡Todo va a
estar bien!
- ¿Señor y señora Herrera? - un médico entró en la habitación. - Disculpe, soy el Dr. Samuel y
vine a ver cómo estaba. - sacó un carrito que tenía una pantalla y un dispositivo.
- Estoy bien… Todavía siento un poco de dolor de cabeza y malestar, ¡pero estoy bien!
- Entonces, ¿veamos cómo está el bebé? - Entonces reconocí este dispositivo, era un
ecógrafo.
- ¡Sí! - sonrisa. - ¡Vamos a ver!
Me subí la blusa y Poncho la acarició antes de que el doctor me pusiera ese gel, luego
trasteó un poco el aparato.
- ¡Solo mira! ¡¡Aquí está!! 13 semanas, poco más de 8 centímetros, mira que ya está bien
formado!! 
Miramos la pantalla y efectivamente pudimos ver detalles de nuestro bebé, Poncho tomó
mi mano y entrelazó nuestros dedos.
- ¡¡¡Solo mira!!! - se rió el doctor. - ¿Ya sabes el sexo?
- ¡Aún no, doctor! - dije con aprensión. Sonrió ampliamente y Poncho también. - ¿¿¿Puedes
verlo???
- ¡¡Sí!! ¿¿Quieres saber?? - se rió al ver nuestra curiosidad.
- ¡SÍ! - dijimos al mismo tiempo.
¿Ya tienes los nombres? - preguntó y yo resoplé. Entonces el médico se rió.
- ¡Valentina o Santiago! - Dijo Poncho frotando sus manos sobre las mías.
- ¡Para que te olvides de la ropa de bailarina y grabes a Santiago Herrera en el uniforme de
la selección de México! - él se rió. - ¡¡Un niño pequeño viene a completar tu familia!!
Mis ojos se llenaron de lágrimas y me di cuenta de que Poncho estaba parado a mi lado.
- ¿Ga-ga-niño grande? - el Repitió. - ¿Es un niño?
- ¡Sí! ¡Un niño grande y fuerte! ¡Felicidades! - el médico me ayudó a quitarme el gel del
vientre.
Las lágrimas brotaron de mis ojos.
- ¡Gracias doctor! - dije emocionado.
- Ni modo... ¡Te dejaré en paz un rato! - se rió y salió de la habitación con la máquina.
- Amor... - dije secándome las lágrimas.
Pero él me ignoró, tocó mi vientre con las yemas de los dedos, las lágrimas todavía
brotaban de sus ojos. Le dio un beso cariñoso.
- ¡Hola Santiago! ¡Este es papá, niño grande! ¡Te amo hijo, te amo mucho!
Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos nuevamente, y también comencé a acariciar
mi vientre.
- Y ella es mamá, la mamá más hermosa del mundo... Santiago, vas a tener que ayudarme a
cuidarla, que nadie la mire, ¿vale?
Me reí y Poncho se acercó a mi cara.
- Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo ¡Gracias por ser la madre de mis
hijos!
Sostuve su rostro entre mis manos y luego acaricié su cabello.
- ¡Espero que tenga tus ojos! - dijo tonto mirando esos penetrantes ojos verdes.
- ¡Y realmente espero que él tenga el suyo! - Él sonrió y apretó nuestros labios en un beso.
- ¡Yo te amo!
- ¡Te quiero mucho más princesa! - Me besó de nuevo.
Toc-toc
- ¿Perdón? - apareció una enfermera corpulenta en la puerta. - ¿Ésta es la habitación de
Anahi Herrera?
- ¡Sí! - dijo Poncho.
- ¡Está aquí chicos! - dijo y pronto entraron a la habitación con una camilla, vi a Sara
acostada e intenté sentarme rápidamente, pero pronto fui detenido por Poncho.
- ¡Sin movimientos bruscos!
- En esta sala también se quedará la paciente Sara Herrera, ¿no? - le preguntó.
- ¡Eso mismo! - respondió la enfermera. - Todavía está bajo los efectos de la anestesia, pero
debería despertarse pronto. Si tienes algún problema con ambos, ¡simplemente presiona el
botón al lado de la cama!
- ¡DE ACUERDO! ¡Muchas gracias! - la enfermera cerró la puerta. Poncho vino a mi lado, me
levantó y me sentó en una silla grande al lado de la cama de Sara.
Se me llenaron los ojos de lágrimas al verla así. Tan pequeña y frágil, tenía un vendaje
enorme en su brazo izquierdo, pero dormía tranquila y serenamente. Y eso me tranquilizó.
Poncho se sentó en el brazo del sillón y nos quedamos juntos viendo dormir a nuestro
pequeño.
Unos minutos más tarde sus párpados comenzaron a moverse, dejó escapar un suspiro y
abrió los ojos.
-¿Sara? - La llamé y ella me miró, luego sus ojos se abrieron como platos.
- ¿Mami? ¿Cómo estás?
- Soy yo, princesa.. No te preocupes.. ¡Estoy bien! - le sonríe.
- ¿Y tu querido? ¿Como se siente?
- Me duele el brazo... - hizo un puchero. - Pero es muy poco... - sonrió y luego pareció
recordar algo importante. - ¿Y qué pasa con la mami bebé? ¿¿Como está él??

Es perfecto, princesa... - Sonreí. - Ahh, por cierto, ¡tenemos algo nuevo que contarte!
- ¿Qué? - parecía curiosa.
- ¿Recuerdas que dije que aún no sabía si tendría una hermanita o un hermanito?
- ¡Sí!
- ¡¡Así que hoy descubrimos qué es!!
- ¿¿¿Y ahí??? - Ella sonrió abriendo mucho los ojos.
- Vas a tener un hermanito Sarinha...
- Entonces, ¿está Santiago en tu barriga, mami? - Ella sonrió aún más.
- ¡Sí hija! ¡Es tu hermano pequeño, Santiago! - Sonreí nuevamente con lágrimas en los ojos.
- ¡¡¡Ay mami!!! ¡¡¡Esto es realmente genial!!! ¡¡¡Será un niño!!! - ella celebró. - ¡Me debes un
helado, papá!
- Bueno, Sarinha... ¡¡Ganaste!!
- ¿¿Qué?? - pregunté confundido.
- Papá y yo apostamos... ¡Dije que sería un niño y él dijo que sería una niña! ¡¡¡¡¡Y gané!!!!! -
Puse los ojos en blanco.
- ¡¡Dios mio!! ¡Nunca he visto una familia a la que le guste apostar tanto como la nuestra!
Y eso es lo que realmente éramos, una familia. ¡Unidos, fuertes e inquebrantables!
-/-
Sara insistió en que quería dormir conmigo, así que Poncho hizo algo enseguida,
arrastrando la mesa de noche que separa nuestras camas, haciendo un fuerte ruido.
- ¡¡Poncho!! - exclamé riendo. - ¡Vas a despertar así a todo el piso!
- ¿Hay algún problema aquí? - esa gran enfermera entró en la habitación.
- No, no... - Poncho se rascó la cabeza avergonzado. - ¡Perdon!
- ¡Sin ruido, por favor! ¡Despertará a los demás pacientes! - preguntó la enfermera en una
mezcla de regaño y risa.
- ¡Sí señor! - Respondió Poncho. 
En cuanto la enfermera se fue, Poncho acercó la cama de Sara a la mía, bajó los barrotes y
yo abracé a mi pequeña cuidando su bracito.
Sara puso su manita sobre mi vientre y lo acarició suavemente.
- Mamá, ¿Santiago me escucha?
- Sí, princesa... ¡El doctor dijo que es muy bueno para la familia hablar con el bebé para que
reconozca nuestra voz cuando nazca!
- ¿Entonces puedo hacer algo? - preguntó levantándose y sentándose sobre su patita india.
- ¿Qué? - pregunté confundido. - Ten cuidado con tu brazo, mi amor...
- Quería cantar para él... - sonrió levemente.
Poncho sonrió grande y yo también.
Sara apoyó su cabeza sobre mis muslos y abrazó mi vientre.
- Te doy un beso
Te lo digo esta mañana
Nos vamos a la cama
Quiero despedirme
Te doy un besito
Te digo hasta mañana
Ahora tengo ganas de
ir a dormir
Te doy un besito
Te digo hasta mañana

Nos vamos a la cama
Me quiero despedir
Me lavo los dientes
Me pongo la pijama
Te digo hasta mañana
nos vamos a dormir
Ela cantou a mesma música que eu sempre cantava para ela dormir. Meus olhos estavam
marejados, e quando pisquei, uma lágrima escorreu. Vi que Poncho também se segurava
para não chorar.
- Eu te amo Santiago! - ela disse dando um singelo beijo na minha barriga. Logo depois se
levantou e voltou a se deitar agarradinha comigo.
- Ahh princesa... - Poncho chamou e Sara o olhou. - Com essa confusão toda até
esquecemos de falar...
- Falar o que? - ela perguntou fazendo um biquinho lindo.
- Que trouxemos o mel que você pediu! - ele sorriu e Sara o acompanhou.
- EBA!!! - ela disse levantando a braço bom.
Rimos juntos e já logo nos ajeitamos para dormir. Cantei para ela enquanto ela suspirava e
acariciava minha barriga.
- Eu te amo Sara.. - sussurrei baixinho com o fim da música.
- Também te amo mamãe! - ela falou e soltou um suspiro forte. Ela já estava dormindo,
protegida, nos meus braços, de onde ela nunca deveria ter saído.

nueva alumna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora