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¡¡¡No puedo creer que hayas hecho eso Anahi Giovanna!!!!
Ya había llegado el viernes y todo estaba listo para la cena. Pero yo, "accidentalmente",
olvidé decirle a Dul que los chicos también vendrían.
Entonces, cuando ella y Mai llegaron y vieron a los niños en la habitación, bueno, Dul se
puso furioso. Y necesitaba empezar a actuar.
Miré hacia abajo, sin pestañear, y me di cuenta de que mis ojos estaban llenos de lágrimas,
así que la miré y sollocé.
-Annie, ¿qué pasó?
Entonces la abracé y comencé a sollozar en su hombro, fingiendo ser claro.
- Anahi, por amor de Dios... ¿Qué pasó? ¿Estás adolorido?
- No.. - susurré.
- Entonces...
- Ahh Dul, siempre todo sale mal... Intenté hacer algo bonito, porque quería sorprender y
reunir a todos mis amigos y a los que se preocupan por mí y por Santiago... Pero mira, tú
ella es enojado, Ucker está avergonzado, Poncho me va a condenar por esto, dirá que soy
un pésimo amigo, y eso es lo que realmente soy... Quería que todos estuvieran juntos, pero
todo salió mal... Hago de todo. mal...
- Hormonas... - susurró Dul, pero lo escuché y soltó una pequeña sonrisa, aún con el rostro
oculto a ella. - ¡Annie, cálmate! Te prometo que todo estará bien... ¡Sé que trabajaste duro
para esta cena y yo haré mi parte! Haré que funcione para ti, ¿vale? No me voy a quejar ni a
fruncir el ceño...
- ¿Harías eso por mí, Dul? - Me alejé de ella, mis ojos aún estaban llenos de lágrimas y creo
que puse tal cara de lástima que ella arrugó la nariz.
- ¡Por supuesto que sí, tonto! - Ella sonrió apretando mis mejillas. - ¡Yo prometo! ¡Palabra
exploradora!
- Pero no eras una Girl Scout... - Levanté la ceja.
- ¡Yo se! ¡Por eso mi palabra no vale nada! 
Nos reímos juntos y le di unas palmaditas en el brazo.
- ¡Te amo Maria! - Dije tirando de ella para darle otro abrazo.
-/-
Nos sentamos juntos a la mesa. Poncho al final, conmigo al lado de él y Sara al otro lado. A
mi lado estaban Nick, Mai y Dul. Junto a Sara, Sophie, Chris y Tucker.
Cenamos entre risas y conversaciones, incluso Dul y Ucker se relajaron y charlaron
entusiasmados con otras personas. Nunca entre ellos.
Pronto comimos postre y ya no podía soportar la ansiedad.

Bueno, ahora que ya hemos comido, te explico por qué Poncho y yo te llamamos aquí...
- ¡CAHAM! - Sara se rascó la garganta.
- ¡Ah sí, y Sara también, como hermana mayor de nuestro Santiago! - dijo sonriendo.
- ¡Mejor así! - dijo sonriendo.
- Entonces, esta cena estaba programada para que invitáramos a los futuros padrinos de
Santiago. Realmente espero que aceptes...
Sara corrió y recogió la caja cuadrada que estaba en la habitación, con la sorpresa que yo
preparé y me la entregó.
- ¡Quiero que cierres los ojos porque quiero sorprenderte!
Todos cerraron los ojos y Sara me ayudó a tomar a Tucker de la mano y sentarlo junto a
Dul. Y Poncho me ayudó a mover un poco la silla de Dul hacia un lado.
Todos ya estaban al tanto de esta sorpresa, así que salieron del comedor y quedamos solo
yo, Poncho, Sara, Ucker y Dul.
Coloqué la caja frente a los dos y me alejé, enfrentándolos, con una sonrisa en mi rostro.
- ¡Puedes abrir los ojos!
Vi la sorpresa de Dul cuando vio la caja frente a ella y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Inmediatamente se asustó cuando vio a Tucker a su lado, pero no le importó.
- ¿Es esto en serio Annie?
Sacudí la cabeza y asentí.
- ¡¡¡Abre tía Dul!!!! - Dijo Sara aplaudiendo.
Dul, con manos temblorosas, tomó la caja y la abrió. Ucker la ayudó a quitar la pieza con
cinta adhesiva.
En su interior había dos tazas azules rayadas de blanco, con las frases: "Dinda do Santiago"
y "Dindo do Santiago".
Dul le quitó la taza y una lágrima cayó de sus ojos.
- ¡Ay Dios mío! 
Tucker también tomó su taza y sonrió como un tonto.
Dul resopló, dejó la taza sobre la mesa y sacó un trozo de papel del interior de la caja.
- ¡Léelo en voz alta, Dul! - dije sonriendo.
- " Tía Dul y tío Ucker,
ya casi llego y Papá Poncho y Mamá Annie me dijeron que sois muy chidos, un poco locos,
pero grandes amigos de ellos.
Pensé y decidí que quiero que seáis más que mi ¡tíos!
¿Aceptan ser mis padrinos?
Un beso que huele a bebé...
Santiago Portilla Herrera"
Ucker se levantó al mismo tiempo y me abrazó, luego se inclinó acariciando mi vientre.
- ¡¡¡Ya tendrás que llamarme Dindo, pequeño Santiago!!!
Sonreí emocionado y miré a mi amiga, que todavía estaba sentada con la carta en las
manos, llorando. Tenía miedo de haber hecho algo mal y ¿y si eso la entristecía aún más?
- ¿Aburrida? - La llamé y ella levantó la vista sonriendo. Sentí que el alivio recorrió todo mi
cuerpo y ella corrió, me abrazó y lloró en mi hombro.
- ¡Gracias Annie! - Ella sollozó.
- Dicen que la madrina es la segunda madre... Y eso es lo que quiero que seas para mi
bebé... - Sonreí y luego le susurré al oído. - ¡Y aunque no puedas tener la tuya, te mostraré
cómo serás una gran madre y estarás encantada de someterte a un tratamiento o incluso
adoptar!
- Ah Annie... ¡Tú no existes!
Me separé de ella y me sequé las lágrimas que fluían.
- Dul, confié en ti al hacer esta invitación, ¡y te pido que confíes en mí también!
- ¿Hay? - preguntó sin entender.
- ¡Dile a Tucker toda la verdad!

nueva alumna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora