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Estaba estropeando la maleta que había traído a casa de Poncho, Sara había ido a jugar a
casa de un amigo y yo estaba "sola" en casa, entre comillas, porque estaban los empleados
Me tiré a la cama y resoplé Estaba realmente cansada.
- Annie, Sara.? llegué! - escuché a Poncho hablar abajo Me levanté rápido y salí de la
habitación, lo vi.
sara se fue, fue a tocar a casa de un amigo...
- Mmm.. Ok. - respondió quitándose la corbata de manera casi violenta y arrojándose al
sofá.
¿qué pasó? - pregunté por las escaleras.
- Problemas en la empresa. - se quejó apretando las sienes. - Estoy un poco estresado.. -
susurró. Me quedé detrás de él, que estaba sentado en el sofá.
Lo entendí. - Hablé tocándole la espalda, a pesar del dolor y el dolor, todavía sentía un amor
y afecto muy fuerte por él, y simplemente no podía resistir. Además, me había llevado a vivir
con él, me cuidaba en cada detalle, necesitaba agradecerle, ¿verdad? le acaricié la espalda
lentamente y luego me puse a apretarle los hombros, suavemente.
Él soltó un gruñido bajo mis manitas y yo sonreí desde la esquina.
Seguí masajeando aquella zona que así se pretendía, trepado hasta su cuello, y orejas,
tocando un punto que le traía un alivio casi inmediato.
Murmuraba algo otra vez, pero era imposible entender Su voz estaba tan enroscada que
sonaba como un borracho.
Le hice un poco más de masaje en los hombros y lo dejé ir, y dejó escapar un suspiro de
desaprobación.
fue tan bueno, susurró.
se te acabó el tiempo señor Si quieres tendrás que comprar otra hora de mi tiempo Hablé
riendo y se volvió con los ojos muy abiertos.
- Si fuera necesario compraría todo tu tiempo, sólo para tenerte sólo para mí - se rió
maliciosamente y le di una palmada en el brazo.
- ¡Bobo! - Hablé sonrojándome Y reanudé el masaje, haciéndole soltar de nuevo un ronco
ronco.
- ¡Manos de hadas! - susurró y me volví a sonrojar.
- Ahhh, tengo noticias para ti. - Hablé misterioso.
- ¿Qué? - gimió cuando apreté más fuerte.
Nuestra hija está saliendo. - Hablé como de poca importancia y él se levantó en un salto,
mirándome con los ojos muy abiertos.
- ¿ES QUÉ??? - casi gritó.
Empecé a reírme de su reacción.
- ¿Cómo es que CITAS???
- Ahhh porque es.. Dijo que un niño le pidió que saliera y aceptó... 
Todavía mantenía los ojos bien abiertos y yo me reía.
- Relájate Poncho Es sólo un juego de niños...
- ¿Relajarse??? RELÁJATE??? mi hija de 5 años está saliendo y dices, relájate???
- Primero: ¡Relájate, sí! dije que es sólo una broma.. Segundo: NUESTRA hija Alfonso...
Tercero: odiaba las citas, dijo que son muy aburridas y terminarán mañana.. Cuarto: He
hablado con ella, madre e hija hablan sobre las citas, y ella sobreentendió e incluso prefirió
las citas sólo cuando era niña...
Poncho relajó los hombros, soltando el aire por la boca.
- Ufá. - suspiró.
Por eso dije, Relájate, Ahhhhh De hecho, ella me dijo algo más hoy...
Viniendo de Sara, incluso tengo miedo de lo que podría venir.
ella vino a decirme que sabe cómo se hacen los bebés...
Poncho perdió el color de su rostro, ensanchó sus ojos tan grandes que pensé que saltarían
de sus cuencas.
Y ooo ¿qué sa-sa-sabe? - susurró tartamudeando.
Que plantaste una semilla en mi vientre, y que tengo que regarla con mucho amor, agua y
tal vez tierra, y esa semilla crecerá, ¡y se convertirá en un bebé!
Poncho echó la cabeza hacia atrás, tal risa.
- Sara es increíble!!! - se rió aún más.
- Ella tiene cada sierra. - Me puse los ojos en blanco. - Casi me mata de corazón diciendo
que sabía hacer bebés...
- Me imagino.. Si te quedaras con la mitad de lo que me quedé ahora...
- ¡Casi igual! - Me reí y crucé los brazos.
Nuestras risas se detuvieron y empezamos a enfrentarnos El silencio reinó por un tiempo,
volviéndose vergonzoso.
Poncho se acercó a mí, poniendo sus manos sobre mi cintura, y lo cogí al mismo tiempo.
Gracias por adoptar a Sara como tu hija, me susurró mirando a los ojos.
- No adopté a Sara.. - Respondí bajo. - ¡Ella realmente nació de mí.. ¡Pero aquí! - Toqué mi
corazón. - Sara es mi hija, y nada cambiará eso... - sonrió inmensamente.
Poncho se acercó, nuestros labios casi se tocaban cuando recuperé el conocimiento,
lentamente me alejé y le puse los dedos en los labios.
- No. - Susurré. - Por favor, no mezcles las cosas...
Annie, pero lo intentó, pero lo corté.
- Perdón Poncho...
Salí corriendo, y me encerré en la habitación Mi corazón dijo que se suponía que debía bajar
y tirar todo al aire, pero mi conciencia luchó para que pudiera seguir allí, solo, brindando con
mi orgullo.
Lloré solo por lo que parecía ser tan largo que no sé si pasaron horas o solo minutos antes
de quedarme dormido, triste y sollozando.

nueva alumna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora