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Todo empezó así.... - Poncho empezó y yo simplemente asentí, esperando que continuara.
"„Asta a fost perfect. A una semana de María Fernanda en la Ciudad de México. Por
supuesto, este no es el mejor pensamiento que un marido piensa sobre su esposa, pero
¿qué puedo hacer? Ella simplemente me vuelve loco. Ella puede irritarme con solo respirar.
¿Cómo llegamos a este punto? A veces no puedo creer que haya aceptado casarme con ella debido al embarazo.
Por supuesto, no dejaría a mi hijo o hija sola en el mundo sin asumir y dar mi nombre y todo
lo que les pertenece. ¿Pero de dónde saqué esta loca idea de casarme con ella???
Y ahora, al final del embarazo, es más insoportable que nunca. Sigue quejándose de su
peso y de la pérdida de cintura, diciendo que el bebé tiene la culpa de que ella haya perdido
su cuerpo de modelo. No le importa ni se preocupa por el bebé. Ni siquiera quería saber el
sexo porque ya dije desde el principio que no me importa él.
Me rompe el corazón.... Ya siento un gran cariño por mi hijo, pero ella logra volverme loca. A
veces incluso desearía que ella no hubiera quedado embarazada, así que no me habría
casado con ella y no estaría viviendo esta vida infeliz.
Pero al mismo tiempo que pienso esto, expulso este pensamiento simplemente pensando
en el rostro de mi hijo o de mi hija. Ya hice una apuesta conmigo misma de que es una niña,
mi pequeña Sara. El nombre lo elegí yo, pues María Fernanda ya lo ha dejado muy claro:
'¡para un accidente en la carretera, cualquier nombre está bien!' 
Odio cuando habla así del bebé. Quería quitarle el bebé y tenerlo, si fuera posible. Al menos
lo trataría con más amor y cariño.
María Fernanda es una mujer desalmada.
Casi aterrizamos y siento que este pequeño viaje de negocios me va a hacer mucho bien.
Me bajé del avión y corrí hacia la cinta transportadora donde corrían las maletas, vi la mía e
intenté tirar de ella, pero la perdí por un empujón que me dio una mujer. Lo intenté de nuevo
y la manga de mi camisa quedó atrapada en un engranaje en la cinta transportadora,
arrastrándome. En una escena clásica de películas de comedia, empujé a personas que
intentaban agarrar sus bolsos con mi cuerpo, disculpándome y ayudándome a liberarme.
Pero parecía que nadie lo entendía.
tiré con fuerza y sentí que mi blusa se rasgaba, pero desafortunadamente, con el dolor que
sentí después y la cantidad de sangre que vi brotando en la cinta me di cuenta de que no
era solo mi blusa la que estaba rota, sino mi brazo.
Se escucharon gritos en el aeropuerto y los guardias de seguridad vinieron a ayudarme.
¿Y conoces esa sensación que pensé en el avión, que este viaje sería bueno? Estoy
empezando a estar seguro de lo contrario.
Literalmente me habían roto el brazo junto con la camisa, de ahí la cantidad de sangre. Me
llevaron en ambulancia desde el aeropuerto hasta el hospital más cercano.
- ¡Parece que te hizo mucho daño en el brazo, jovencito! - Un hombre con una bata de
laboratorio entró en la habitación en la que me colocaron después del viaje en ambulancia.
- Accidentes... - Puse los ojos en blanco y él se rió.
- ¡A quienes abrieron el brazo me pareces muy tranquilo! - comentó, ya iniciando los
procedimientos de costura en mi brazo.
- ¡Digamos que me endurece parecer siempre tranquilo!
- ¿Esposa difícil? - preguntó señalando mi anillo en su mano izquierda.
- ¡No tienes idea! - Respondí poniendo los ojos en blanco y él se rió.
- ¡Sé lo que es esto! - respondió, todavía riendo.
Charlamos agradablemente por un rato, hasta que me hizo todos los puntos en el brazo.
- Bueno, ahora voy a llamar a la enfermera para que limpie todo por aquí... ¡Y buena suerte
en tu matrimonio! Por cierto, vas a hacerte un examen de rayos X sólo para aclarar tu
conciencia, así que te pido que te quites el anillo y también todo lo hecho de metal...
- BINE! ¡Gracias doctor! - Me quité el anillo y lo guardé en el bolsillo, junto con mi reloj de pulsera

Miré mi brazo, cerrado con puntos negros atados. La cicatriz comenzaba un pie debajo de
la muñeca y terminaba tres dedos antes del codo.
- Domnule. ¡Herrera! - se abrió la puerta y por ella llegó la mujer más bella que he visto en mi
vida. Tenía el pelo oscuro recogido en un moño suelto, ojos marrones grandes y muy
expresivos y cara de muñeca. Para colmo, llevaba una diadema con un lazo rojo en el pelo,
en contraste con su traje completamente blanco. - ¡Hizo mucho daño allí!
- Segunda vez el día me dicen eso... - Respondí en agonía, ella ya estaba empezando a
limpiar toda la sangre seca con un algodón. - ¿Debería preocuparme?
Dejó escapar una risa sincera y echó la cabeza hacia atrás.
- ¡Él debe! - ella respondió, volviéndose seria otra vez. - ¿Y si los engranajes estuvieran
oxidados? ¡Es posible que solo te queden unas pocas horas de vida!
Me puse serio. Y ella me miró con la cabeza gacha, antes de estallar en otra risa.
- ¡Relájate capitán! - ella sonrió. - Revisaron el equipo antes de venir aquí contigo y,
afortunadamente para ti, eras joven... Și foarte punctuit!
- ¡No lo llamaría suerte! - Respondí resoplando y ella se rió.
- Hmm.. ¡De acuerdo! - se puso un dedo en la mejilla, haciendo pucheros de lado. - ¡Fue
mucha mala suerte!
- ¡Mejor! - Respondí con los hombros y ella se rió, levantando los hombros.
Sonreí admirándola. Ella era realmente demasiado hermosa.
- ¡Listo Herrera! - dijo con una gran sonrisa, revisando mi brazo. - Como nuevo...
- Sí.. - Dije, mirando esa enorme herida. - ¡Como el nuevo Frankenstein!
- ¡Es un Frankenstein realmente lindo! - ella respondió dándome palmaditas en el hombro.
- ¿Me estás cantando, niña? - Le pregunté, levantando una ceja y ella se sonrojó, pensé que
era aún más hermosa.
- Na-na-na-nu... ¡Obviamente no! - ella respondió.
- Na-na-nu... ¡Lo entendí! - Respondí burlonamente.
- ¡Ahhh por favor! - ella respondió luciendo incómoda. - ¡No te estoy cantando! Si lo fuera
diría que es bonito y muy atractivo... ¡Y te pediría un café! - dijo rápidamente, agitando los
brazos, se notaba que estaba nerviosa.
Se abrió de nuevo la puerta y apareció una señora.
- Domnule. Herrera, ¡ya estoy esperando para llevarte al examen de rayos X! - dijo y acepté,
se fue otra vez.
- Sunt înăuntru! ¡Te atraparé aquí al final del día! - Respondí encogiéndome de hombros.
- Ce? - preguntó sin entender.
- ¡Dijo que está bien con tu idea de un café! - Me encogí de nuevo y ella se sonrojó.
- ¡No quise decir eso!
- ¡Por supuesto! - Respondí riendo. - ¿A qué hora?
- Oh la naiba... A las 4 de la tarde... - ella respondió y yo sonreí.
- ¡Hasta entonces! - Salí de la habitación, dejándola un poco perpleja. - ¡Por cierto, soy
Alfonso! - Sonreí desde la puerta y ella también sonrió a lo grande.
- Melodía!
-/-
El día arrastrado por... Cómo quería volver a ver a Melody, cómo quería hablar con ella y
descubrir todo sobre esos ojos marrones y esa sonrisa sincera.
¡El primer día de reuniones apestaba! El tema era interesante, los oradores aún más, pero

nueva alumna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora