|Trajectory.

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Episodio Cuarenta y Dos: Trajectory.



















Mi mirada no podía enfocarse en nada más. Algo tenía, algo había en ese sombrero de metal que me atraía de una manera espeluznante. No podía dejar de verlo, como si tratase de decirme algo.

Solo que... no sabía que.

—¿Estás bien?—. Preguntó Cisco, a unos metros de mi, sentado y jugando con sus manos.

—Solo... estoy pensando—. Trate de sonreírle, y él asintió poco convencido.

Cuando Barry y Harry aparecieron, el más gruñón, o sea mi hermano, habló de mal humor.

—¿Tuvieron suerte encontrando a la velocista ya que Eliza no es?—. Preguntó casi de mala gana.

—No, sigo buscándola pero...—. Un par de chispas de una lámpara cercana interrumpieron las palabras de Cisco.

Arrugue las cejas cuando noté como repentinamente llevaba mi traje de Aure Golden, esperando el peligro que me respiraba en la nuca.

Fue una cosa de un parpadeo, cuando Barry ya no estaba con nosotros. Escuché gritos, notando por las cámaras de las computadoras como mi hermano gritaba por apoyo. Estaba en las celdas.

Joe sacó su arma, logrando ser derribado por un rayo que lo hizo atravesar los vidrios del Laboratorio.

Y cuando estuve a punto de encender el aura dorada, una descarga eléctrica en mi pierna me hizo jadear adolorida, al mismo tiempo que caía al suelo. Era "La Bota" de Cisco.

La mujer de rojo tomó el arma del detective y apuntó a Wells.

—¿Tú qué quieres?—. Interrogó el científico.

—¿Y el V-9, Caitlin? Necesito más—. Presionó la mujer a la chica que estaba del otro lado de la habitación.

—¿Eliza? ¿Eres tú?—. La mujer bufó.

—Eliza no está aquí ahora. Mi nombre es Trajectory—. Respondió la mujer.

—Ay, ¿por qué siempre los locos se nombran solos?—. Bufó Cisco detrás de ella.

—Oye, Eliza... el Velocidad 9 es muy peligroso, enfermó a alguien de nuestro equipo y ya tenía la Fuerza de Velocidad en el. Tu estructura celular...—. Trató de explicarle la doctora bonita a la mujer, que gritó desesperada.

—¡Basta!—. Se mostraba enfadada. —Me matas de aburrimiento, entrégame el V9–. La muchacha titubeó.

—Soy médico, hice un juramento. No puedo entregarte algo que te matara—. Trató de razonar y la mujer bufó.

Le hice señas a Cisco, deseando que me quitara la cosa que me daba golpes de electricidad cada que trataba de moverme.

—Claro. Oye, o me das el V9 o le disparo a tus amigos—.

—¡Cisco!—. Le advertí cuando noté como ella se giraba para dispararle.

Se ocultó detrás del podium con el casco sobre este, pareció perdido por unos minutos.

Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora