|Bartholomew Allen.

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Episodio Treinta y Seis: Bartholomew Allen.




















Las brechas se estaban cerrando. Todas y cada una de las brechas que conectaban Tierra 1 con Tierra 2 estaban siendo cerradas rápidamente con el invento de Harrison Wells y gracias a la velocidad de Flash. Todos se estaban preparando mentalmente, todo estaba cayendo en donde debía para la salida que tendríamos, el viaje que haríamos Barry, Cisco, Harry y yo a Tierra 2. Todo estaba siendo exageradamente tranquilo, como una calma antes de la tormenta.

Caitlin no estaba de acuerdo con mi decisión. No le agradaba ni un poco la idea y yo ya estaba dudosa debido a esa desaprobación. Sin embargo, me mantenía decidida aún cuando las dudas me inundaban, porque así como ella lo había dicho la primera vez que habíamos discutido sobre eso.

"Lo tomo como un juego y una broma cuando es algo serio y hay probabilidades de morir"

No quería irme con ella enfadada, porque... Bueno, era obvio que no me lo podría perdonar si me quedaba en Tierra 2 o me sucedía algo en un mundo completamente ajeno al mío.

Se le había informado a Garrick, quien al instante nos había deseado suerte y había confirmado la funcionalidad de las brechas para cruzarnos al otro mundo. Es decir, a Tierra 2, no a la muerte. O tal vez era lo mismo.

Se le había informado a los West, quienes no mostraron mucho desagrado, simplemente deseaban que nos fuera bien en la misión de rescate. Honestamente, esperaba lo mismo.

Y ya en ese momento, mientras empacaba varias cosas de la casa de Caitlin que me servirían para el viaje a otra Tierra, escuché el suspiro de la joven detrás de mí.

—No me vas a convencer de no ir—. Le dije con seriedad, girándome a ella que se encontraba recargada en el marco de la puerta.

—Estoy pensando en ir contigo—. Comentó como una idea fugaz.

—No—. Le respondí, observándola fijamente.

—¿No? ¿Por qué no?—. Se cruzó de brazos.

—Es peligroso—. Simplemente respondí, consiente de mi doble estándar.

—¿Y por qué tú si irás?—. Arrugó las cejas.

—Porque es peligroso—. Respondí lo mismo.

—Leah, no es gracioso—. Gruñó al instante.

—Claro que lo es, será una buena historia para contar si muero en otro Mundo que no es mío—. Noté como se acercaba bastante enfadada a mi.

—¿No puedes tomarte algo con seriedad por primera vez en tu vida? ¿No eres consiente de qué estás siendo egoísta? ¿Qué tal si mueres allá? ¿Qué pasará con tu familia de aquí? ¿Cómo puedes estar tan tranquila cuando existe la posibilidad de que Iris y Joe te pierdan? De que yo... te pierda—. Noté sus ojos vidriosos.

Solté un suspiro, tomándola por la cadera para cargarla. Ella enredó sus piernas en mi cadera y yo tomé asiento en la cama de la muchacha.

—No voy a morir, Caitlin. De eso estoy segura—. Susurré en voz baja contra sus labios. —Te prometo, te juro que haré todo lo que pueda por volver sana y salva en dos días a casa. Contigo—. Pase una de mis manos por su cabello, colocándolo detrás de su oreja.

—Más te vale cumplir lo que prometes, Leah Allen—. Bese sus labios.

—Lo haré—. Confirmé. Sonreí cuando noté que el enfado se estaba convirtiendo en preocupación, y luego suspiré, abrazándola para aspirar su aroma. —Te voy a extrañar—. Admití en voz alta.

Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora