|Killer Frost.

114 14 0
                                    



























Episodio Cuarenta y Seis: Killer Frost.



















Caitlin despertó, a punto de echarse a llorar, completamente asustada mientras sus manos se encontraban atadas a unas gruesas cadenas y su cuerpo yacía en una vieja cama casi de hospital.

Había una hamburguesa con papas frente a ella, pero no tenía hambre. De hecho, estaba reteniendo las ganas de vomitar desde hacía unos minutos. O tal vez horas, el tiempo ahí no existía, porque era tan lento y al mismo tiempo tan rápido, sin relojes o alguna muestra de que anochecía y amanecía.

No se inmutó cuando un rayo azul eléctrico apareció en un parpadeo. Había entendido que la enferma obsesión que Hunter Zolomon tenía contra ella, porque no podía llamarlo amor, le cegaba lo suficiente como para poder permitirle seguir viva un par de días.

Caitlin sabía que no era amor. Porque el amor no lastimaba, no te encadenaba como se encontraba ella. Al amor no le temías ni te sentías obligada a corresponderlo.

Caitlin Snow sentía odio, un odio repugnante que amenazaba con manchar su alma pura y brillante.

—Tienes que comer—. Le advirtió el hombre con voz grave. —Caitlin—.

—Si quieres hablar conmigo ten la valentía de quitarte esa máscara—. Expresó sin inmutarse, observándolo con desdén.

El hombre corrió y luego volvió a aparecer, esta vez con ropa normal y el cabello bien peinado. Solo su cabello que se movía fue testigo de la rapidez con la que se movía. Y quiso reír del pánico, porque se veía exageradamente normal. Una persona que podría pasar desapercibida entre toda una sociedad.

—¿Esto te hace sentir mejor?—. Ella negó, ofendida por su suposición.

—Nada de lo que tú hagas me hará sentir mejor—. Soltó con la ira que le llenaba en ese momento.

El suspiró, caminando a su alrededor. —No tienes que sentir miedo, no pienso herirte—. Era estúpido lo que decía, porque el secuestro era herirla directamente y alejarla de sus amigos... de su familia.... De su amada. Eso también contaba como daño. —Te quiero demasiado—. Confesó y la muchacha apretó las manos.

¿Cómo podía decir eso? ¿Cómo podía hablar así, sin sentir realmente? ¿Cómo podía tener la osadía de manchar un sentimiento tan precioso como lo era el amor?

—Yo no podría quererte—. Alzó el rostro, observándolo con la viva expresión del odio. —Hunter—. Notó como eso producía un mareo en él, quien movía la cabeza como una especie de tic.

—Sé que crees que soy un monstruo, y entiendo por qué, pero eso cambiará—. Soltó un suspiro, regresando a esa sonrisa presumida. —Por favor, preciosa—. Y su pecho se contrajo de enojo.

¿Cómo se atrevía?

—Tú no me llames así—. Marcó cada palabra que decía, con rencor. —¿Por qué me mantienes así? Estás curado, no me necesitas para nada—. Trató de convencerlo de regresar a su Tierra.

—Estás aquí porque te amo—. Él se arrodilló frente a ella, causando que la muchacha se sintiera sutilmente intimidada. —Y tomará un tiempo, algún día, vas a comenzar a amarme—. Retrocedió cuando él trató de tocar su rostro. —Siéntete como en casa, ¿si?—. Caitlin trató de no sollozar cuando después de que el muchacho le quitara las cadenas que la ataban, desapareció de ese aterrador lugar.

Se levantó de la cama, tomando aire mientras caminaba por el sucio y abandonado lugar. Sus zapatos contra el suelo era lo único que lograba escuchar cuando notó una especie de jaula transparente, en la que se encontraba un hombre.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora