𝘌𝘱𝘪𝘴𝘰𝘥𝘪𝘰 𝘜𝘯𝘰: 𝙄𝙧𝙞𝙨 𝙒𝙚𝙨𝙩.
Disfrutaba el silencio. Más de lo que podía aceptar. La mayoría a mí alrededor, tal vez creía que odiaba el silencio, puesto que siempre lo evitaba y nunca dejaba de hablar. En parte era cierto, muchas veces no podía hacer silencio por los nervios, la presión o el aburrimiento. Muy pocas veces lograba mantenerme callada y quieta, solo cuando estaba cómoda y concentrada.
A diferencia de lo que los demás pensaban, yo era fan del silencio, lo amaba en parte porque el poder escuchar lo que te rodea hace que comprendas cosas que no entiendes a simple vista.
No odiaba el silencio, pero muy pocas veces estaba realmente en silencio. Esta vez, era una de estas veces.
No tenía muchas ganas de tararear ninguna canción, tampoco de poner música o encender la televisión de mi pequeño y humilde apartamento. No era necesario.
Hoy, a diferencia de otros días, estaba totalmente en paz conmigo misma mientras cocinaba una pasta de tomate para la cena que tendría solo conmigo.
Apagué la pequeña estufa y tomé con ayuda de un trapo el mango para soporte de la cacerola caliente que contenía el espagueti ya cocido, con cuidado avancé hasta el lavaplatos de acero en donde se encontraba el escurridor de color dorado-plateado, vacié la pasta y sonreí victoriosa cuando lo hice sin ningún tipo de accidente.
Estaba totalmente orgullosa de mí misma.
Por el día, era una exitosa cocinera de espagueti con tomate y por la noche, pateaba traseros.
No podía ser más perfecta.
Me di dos aplausos y justo cuando estaba por dar el tercero, mi móvil que se encontraba en mi bolsa trasera de mis jeans negros comenzó a sonar con desespero.
Fruncí el ceño y tomé mi teléfono, presionando el botón para poder contestar la llamada de un número no registrado.
—¿Hola?— Podía escuchar mi respiración que comenzaba a agitarse, estaba muy nerviosa.
¿Era una estafa?
¿Una extorsión?
¿Me pedirían que asesinara a Oliver?
Quizá, era la mafia rusa.
Tragué en seco, sintiendo unas náuseas repentinas y un nudo en mi garganta.
—¿Leah?— Dijo mi nombre una voz que podía reconocer, solo que realmente no recordaba mucho. Y después de unos segundos en los que mi mente la pasó procesando aquella chillona voz, logré identificarla.
—¿¡Iris!?— Casi grité, entre aliviada e impactada por su repentina llamada.
—¡Sí, soy yo!— Afirmó la chica detrás del teléfono.
Y una pregunta rondó por un momento en mi cabeza.
¿Por qué no tenía el número de Iris West?
Ella, había sido como una hermana mayor para mí. Además de Barry, por supuesto. Pero durante toda mi infancia y adolescencia, Iris siempre estuvo para mí, era una buena amiga, un buen hombro para llorar cuando las cosas salían terriblemente mal, una gran consejera, una gran cocinera. Era mi familia.
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Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.
Fanfic''-𝙉𝙤 𝙢𝙚 𝙙𝙖𝙨 𝙘𝙤𝙣𝙛𝙞𝙖𝙣𝙯𝙖, 𝙩𝙖𝙢𝙥𝙤𝙘𝙤 𝙢𝙚 𝙖𝙜𝙧𝙖𝙙𝙖𝙨 𝙮 𝙣𝙤 𝙚𝙨 𝙖𝙡𝙜𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙖𝙨 𝙘𝙖𝙢𝙗𝙞𝙖𝙧. 𝙎𝙤𝙮 𝙢𝙪𝙮 𝙥𝙧𝙤𝙩𝙚𝙘𝙩𝙤𝙧𝙖 𝙘𝙤𝙣 𝙢𝙞𝙨 𝙘𝙤𝙨𝙖𝙨, 𝙣𝙤 𝙩𝙚 𝙥𝙤𝙣𝙜𝙖𝙨 𝙘ó𝙢𝙤𝙙𝙤 𝙚𝙣 𝙢𝙞 𝙡𝙖𝙗𝙤𝙧...