|West.

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Episodio Cuarenta y Tres: West.
















La cena de los West era una agradable distracción de cosas tan sencillas como lo eran el hecho de que un integrante de nuestro grupo era también el villano de ese año. Era una cosa bastante psicótica y traumatizante.

—Barry... lo que pasó con Jay no es tu culpa—. Dijo por décima vez Iris a mi hermano, que cada vez parecía menos convencido que antes.

—Bueno... debí saberlo—. Aclaró su garganta, bebiendo el vino que Joe le servía.

—¿Tú?—. Cuestionó mi padre adoptivo. —Con Wells el año pasó debí de haber aprendido y debí de haber vigilado a Jay—.

—Yo sabía que algo andaba mal con él, pero ignoré mi instinto—. Pase una de mis manos por mi rostro.

—Nadie lo vio venir, ¿comprendes?—.Trató de tranquilizarme el hombre, pero no lo estaba logrando.

Me sentía impotente, enfadada conmigo misma y.... Sentía muchas cosas que no podía expresar.

La campana del horno sonó, lo que le hizo básicamente correr a la cocina.

—Yo... como que tuve una cita—. Solté una risita nasal ante los nervios de mi casi hermana.

—¿Con quién?—. Se cruzó de brazos Barry. Yo por otro lado, tomé mi copa para darle un sorbo.

—El nuevo editor de Picture News—. Me atragante con la bebida, comenzando a toser tras las palabras de la chica.

—¿Tuviste una cita con tu jefe?—. Le pregunté casi burlesca.

—¡Leah! No fue nada de eso, es... un chico amable, tierno, inteligente y...—. Ahí se detuvo, sin poder seguir hablando.

—¿Qué?—. Buscó Barry que continuara.

Ella sacudió su cabeza. —Es que... eso me recuerda a Eddie. Pienso en él todos los días, no sería correcto—. Opino tras un silencio, y me preocupe cuando pareció a punto de llorar.

—Yo creo que Eddie querría que encontraras el amor otra vez—. Dijo sin dudarlo mi hermano.

Y yo quería creer lo mismo, pero no tenía esa certeza porque no lo conocia, más bien, nunca llegué a conocerlo.

—Sí, lo sé pero...—.

—Solo tú sabrás cuando continuar—. Dije, tras pensar un momento en mis palabras. —Solo tú decidirás cuando conseguir a alguien más, solo no te cierres—. Me encogí de hombros, buscando obtener sencillez.

Y ella sonrió, observando de reojo a mi hermano.

Si, a mi hermano.

Lo sentí jodidamente extraño.

—Ya llegué—. Avisó Wally tras entrar a la puerta, al mismo tiempo que traía Joe una bandeja con la que se quejaba, alegando lo mucho que quemaba.

—¡Papá, los guantes!—. Le regañó su hija y yo solté una risita a la vez que todos los presentes.

Fue el mismo hombre que abrió otra botella de vino, mientras Wally se sentaba a lado de su hermana.

—Y, a mi asesor le encantaron mis diseños—. Celebró silencioso su logro. —Incluso me pidió que lo ayudara con un proyecto de ingeniería—.

—Vaya, ya eres importante—. Sonrió de oreja a oreja su hermana mayor.

Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora