|Hunter Zolomon.

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Episodio Cuarenta y Cinco: Hunter Zolomon.






















Wells colocaba el potenciador de taquiones mejorados detrás de la insignia de Barry, quien observaba todo frente a Caitlin.

Ya está listo. No sabrás que está ahí—. Expresó el hombre que generalmente estaba malhumorado.

Aunque Caitlin no se atrevería a decir eso en voz alta, era demasiado respetuosa para acusarlo de algo así. No lo consideraba algo agradable de decir.

¿Quién dijo que la estética no era importante?—. Colocó sus manos en sus caderas Cisco, de un mejor humor que antes.

—Yo no—. Expresó sin inmutarse el científico, antes de desaparecer.

Y entonces Leah, que se encontraba pensativa frente a las computadoras, avanzó a su hermano, tragando en seco.

—¿Barry?—. El nombrado alzó el rostro, contrayendo las cejas debido a que su hermana estaba nerviosa.

Caitlin sabía que era algo importante, porque generalmente la muchacha nunca se mostraba vulnerable frente a las personas.

—¿Qué pasa?—. Interrogó el, metiendo sus manos en sus bolsillos.

—He estado pensando en algo que hacía ruido en mi cabeza, pero... yo no sé por qué no lo dije, y siento mucho eso—. La muchacha sacudió sus manos, antes de observar al de piel pálida. —Pero una vez enfrente a Jay y el... me dijo que su doble en esta Tierra se llamaba Hunter Zolomon—.

Wells interfirió, confundido, como si no quisiera creer lo que la mujer decía.

—¿Hunter Zolomon?—. Repitió Harry.

—Sí, ¿por qué? ¿Sabes quién es el?—. Cuestionó impaciente la mujer de cabello rizado.

Entonces la mirada de el doctor se formó sombría, tomando algo de el reloj que siempre llevaba en su muñeca. —En mi Tierra, Hunter Zolomon es un asesino serial convicto—.

Los ojos de Caitlin se abrieron con espanto cuando en una de las pantallas del Córtex apareció una nota de periódico, el Picture News, además de una fotografía de la ficha de un archivo criminal en la que se mostraba un hombre con cabello y barba larga, además de ojos exageradamente abiertos, llenos de un algo que le produjo escalofríos a la joven, quien retrocedió por mero instinto, chocando contra el cuerpo de Leah, que se aferró a ella por la cintura.

—¿Él es Jay?—. Los labios de la mujer temblaron, intimidada.

—No—. Expresó Harrison. —Él es Hunter, es la última foto pública de Zolomon. No es reconocible, en mi Tierra los asesinos seriales son una anomalía. Recibió mucha atención de los medios, con esto hubo podcasts—. Pareció tratar de bromear para quitar la tensión que había en el aire. —Cuando Hunter tenía 11 años, su padre mató a su madre frente a él. Su padre fue a prisión y Hunter creció en el sistema de adopción—. Comenzó a leer la nota de periódico que mostraba.

—Años después lo sentenciaron por 23 cargos de homicidio—. Siguió leyendo el mayor de los Allen, cruzado de brazos.

—¿23? Ni Hannibal Lecter tiene ese nivel—. Expresó Cisco.

—Después del juicio, enviaron a Hunter a un asilo mental para criminales psicóticos con terapias de elctroshock diarias. Un tratamiento para curar sus instintos—. Siguió narrando el hombre.

—Hasta la noche que tú acelerador explotó—. Susurró Caitlin, sintiendo escalofríos en todo el cuerpo.

—Es correcto. La materia oscura debió haber llegado al asilo, y yo... creí que hacer que explotara bajo tierra limitaría la explosión. Me equivoqué y creé a un monstruo imparable—. Aceptó la culpa Harrison Wells.

Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora