|Rosalyn Glosson.

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Barry y Garrick llevaban un traje color negro con un moñito y el cabello peinado. Yo tenía puesto un vestido azul oscuro con detalles dorados y el cabello arreglado por Caitlin, quien se había entusiasmado bastante con la idea. Ella era la que a mis ojos mejor lucía, con el cabello atado, los labios rojizos y un vestido del mismo color que el mío, con un arreglo color dorado con puntitos plateados en su hombro derecho y un bolso dorado. Era preciosa, simplemente una diosa.

—Bueno, traten de buscar a Tortuga—. Dijo Barry antes de desaparecer entre la gente.

Tomé una copa de una bebida burbujeante de una mujer que llevaba una bandeja con estas, bebiéndola mientras Caitlin hablaba con Cisco y Harry por el micrófono que llevaba en su accesorio.

Me giré a ella, recordando aquel sueño en el que su cuerpo caía y aquel demonio azul la dejaba morir. Trague en seco, notando como sus ojos recorrían su cuerpo.

—Sabía que no era buena idea elegir este vestido—. Susurró más para sí misma.

Negué, acercándome a ella para besar sus labios dulces que supieron a pecado, pero cuanto lo disfruté mientras la sentía.

—No es eso... te ves preciosa, como siempre—. Le confirmé en voz alta, tratando de tomar aire. —Ven, vamos a bailar—. Sus ojos se abrieron con sorpresa.

—Leah, estamos trabajando—.

—Todo el día salvo a las personas, ahora quiero disfrutarte a ti—. La música y las parejas le daban el toque, por lo que dejé mi copa en una mesa cercana mientras comenzábamos a movernos con lentitud. —Lamento haberme comportado... rara estos últimos días—. Noté la pulsera color dorado en su mano derecha, esa que le había entregado en Navidad.

—Eres un verdadero enigma, Leah Allen—. Sonreí de lado.

—No lo soy, soy una cobarde miedosa—. Corregí sus palabras, notando como su rostro se mostraba confundido.

Besé su frente, mostrándole todo el cariño que tenía.

—Y lamento eso—. Susurré contra su cabeza.

Caitlin me abrazó por la cintura, y yo pude aspirar su aroma.

—No eres una miedosa, amor. Y tienes que decirme, somos una pareja ahora. Debes decirme qué te preocupa, no puedes guardar todo para ti, no lo hagas o me enfadaré contigo—. Advirtió y yo sonreí débilmente.

—Lo siento—. Volví a repetir. Y antes de que pudiera decir algo más, la voz de Cisco advirtiendo la llegada de La Tortuga interrumpió nuestra conversación. —Quédate aquí—. Le pedí en voz alta, buscando con la mirada a Garrick o a Barry.




































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Las cosas habían resultado mal tras la aparición de Tortuga; quien había robado la pintura y había sido interceptado por Patty Spivot, quien en un acto de valentía lo había amenazado  con un arma, causando que el hombre tratara de derribarla tras dispararle a un candelabro.

Barry estaba bien, tan solo lo habían golpeado con el candelabro, pero se encontraba bien mientras Caitlin lo revisaba.

—Tus pupilas están normales, tus latidos un poco lentos pero a parte de eso no tienes síntomas de contusión—. Le informó la muchacha.

Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora