|Jesse Wells.

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Episodio Treinta y Ocho: Jesse Wells.




















































—Leah—. Llamó mi hermano, y yo alce el rostro. —Creo que es más fácil que tú puedas salir—. Examiné mi alrededor, y por primera vez, en ese momento, fue cuando noté esas dos argollas gigantes que aprisionaban mis muñecas.

—No puedo moverme—. Le mostré las cadenas que me aprisionaban.

—Bien, bien—. Noté como comenzaba a desesperarse, agachándose y buscando en la jaula de vidrio.

—Pierden su tiempo. Antes creía que podría escapar cuando recién llegué. Pero es imposible—. Decretó en voz alta la muchacha sucia y desnutrida que se encontraba del otro lado de la jaula en la que me encontraba.

Unos golpes del lado derecho por parte del desconocido comenzaron a sonar una vez más. —¿Quién es el?—. Jesse se encogió de hombros ante la pregunta de Flash.

—No lo sé. Ha estado antes que yo—. Explicó, y en respuesta el sujeto volvió a golpear. —Ya basta, ¿si?—. Comenzó a llorar la joven. —Por... por favor, ya basta—. Sus palabras temblaban.

—Tal vez quiera ayudarnos—. Pensé en voz alta.

Escuché como la muchacha sollozaba. —Nadie va a ayudarnos—.

—No digas eso—. Trató de animarla Barry. —Saldremos de aquí, tu papá nos salvará. Lo prometo—.

—Tienes mucha fe en un hombre que solo piensa en sí mismo—. Soltó con desdén la muchacha.

—Tu padre solo piensa en ti—. Trate de hacerla cambiar de opinión. —Desde que lo conozco, solo toma decisiones que tratan de salvarte a ti—.

Y entonces ese rayo de color azul eléctrico volvió a aparecer. Jesse comenzó a llorar.

—Piensa lo que quieras—. Decretó el hombre enmascarado. —Pero la única razón por la que aún vives es para que te mate frente a tu padre y la única razón por la que él vive es para darme la velocidad de él—. Señaló a Barry. —Y antes de eso, voy a matarte a ti—. Sentí su mirada macabra sobre mi.

Apreté la mandíbula, observándolo fijamente y con bastante odio.






















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Estaba cansada. Estaba hambrienta mientras el hombre seguía golpeando el vidrio y mi costilla seguía doliendo. No entendía por qué aún no sanaba, pero no me preocupaba tanto considerando el lugar en el que me encontraba.

—No es clave morse—. Suspiró mi hermano, refiriéndose a los golpes que daba el hombre. —Sé que trata de decirnos algo, solo debemos encontrar el patrón—.

El enmascarado siguió golpeando.

—No hay un patrón, Barry—. Le expresó su opinión Jesse al velocista.

—Tú papá, quien estoy seguro que es una de las personas más listas de todas las Tierras, me dijo que la única persona más lista que él eres tú—. Los ojos opacos de la joven brillaron.

—¿Él dijo eso?—. Preguntó entusiasmada la muchacha.

—Tiene razón—. Pegue mi cabeza contra el concreto duro. —Trabajemos juntos para descubrirlo—.

Leah. | Caitlin Snow. | 1. | En Proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora