Capítulo II: Noches y mañanas trágicas

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Butters como pudo subió a su maldita casa, sin despertar a sus padres activo el mecanismo para abrir la ventana y entrar rápidamente, moviéndose con mucho cuidado y estratégicamente para no hacer sonido alguno en lo que se cambia su ropa de ida con sus amigos a su ropa de pijama y dormir al menos unas 5 horas que le quedaban de sueño.

Todo iba bien hasta que las vio, quedándose al principio asombrado y después, fue incapaz de retener las lágrimas en los ojos y con mucho cuidado tapándose la boca para ahogar el gemido doloroso que había escapado de su garganta, maldiciendo a todos los santos del mundo por su dolor, por seguir sintiendo después de tantas rosas como esas.

Un ramo de flores amarillas, un precioso ramo de hermosas flores amarillas como las que había recibido desde los últimos dos años, un hermoso y perfecto ramo que era la forma de disculpa favorita de Kenny McCormick, la disculpa de "Perdón, te volví a ser infiel."

Siempre le dolían, siempre que las veía lloraba, cada 3-4 meses aparecían en su cama o en su casillero, haciendo al chico pedazos, pedazos que jamás dejó que su rubio novio lo viera porque no quería hacerlo sentir culpable, porque lo había visto llorar, desesperado de poder evitar esa ninfomanía que tanto le gustaba, que de verdad quería cambiar.

Pero ya estaba hartando a Butters, iba a sesiones, iba a psicólogos que él pagaba para ayudarlo con su economía y simplemente no veía mejora, los ramos seguían apareciendo en su cuarto, doliendo lo mismo que siempre, sabiendo el cifrado oculto que había en ellos.

Agarró las flores y las tiro debajo de su cama, para no levantar sospechas, ya mañana las tiraría a la basura e intentaría estar feliz y tener una buena actitud a las circunstancias, aunque por esa noche, solo esa noche, se volvería a dejar vulnerar su corazón, llorando hasta quedarse dormido.

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La noche de Pip no fue mejor, ese era su miedo de quedarse dormido, que sabía que Damien podía entrar a su subconsciente y atormentarlo.

Y si, ahí estaba sentando en el trono del príncipe, incapaz de poder huir y sabiendo que su pareja no iba a estar ni siquiera un poco feliz de verlo, aunque estuviera como loco buscándolo todo el maldito día.

-En el nombre de mi padre, ¿Dónde demonios estás? -El chico leía un periódico, sin voltear a ver al rubio que quería hacerse pipi, ojalá en la vida real no, que pena ensuciar la colchoneta que le había dado Kyle.

-Yo... ahm... fui a beber con mis amigos. -No le gustaba mentirle a Damien, por lo que les decía siempre la verdad a medias.

- ¿Sigues en el bar?

-No. -Suspiró derrotado, sabiendo que tarde o temprano lo iba a encontrar, pero prefería que fuera tarde.

-Entonces contesta bien, estúpido ¿¡Dónde jodidamente estás!? -Damien alzo la mirada, haciendo temblar al menor.

-Yo...ahm...yo... -Pip no quería, de verdad no quería decirlo. -Yo...

Damien por otro lado ya estaba harto, era la misma situación y de todas formas mañana podría confrontarlo mejor.

- ¡Ahg! Siempre lo mismo contigo, ¡Me tienes harto! Húndete en tu pesadilla y mañana hablamos. -El chico tronó los dedos, haciendo caer a Pip en un abismo, uno muy grande que se llevaba su alma, que lo carcomía por dentro, lleno de cadáveres que le suplicaban piedad.

- ¡Ahhhhh!, ¡Piedad!, ¡Damien ayúdame por favor! -Pip lloraba, odiaba la sensación de sus piernas de ser devorado por aquellos cadáveres, aferrándose a una roca con pavor, temiendo que un mal paso fuera devorado por completo.

Problemas del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora