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Cuatro años después, Aelinor había llegado a una conexión con Vermithor qué sus hermanos podían igualar con los suyos, pues ellos habían nacido al mismo tiempo que sus dragones.

—Te dije que jamás me ganarías—rio Aelinor, burlándose de Lucerys. Se bajó de Vermithor después de acariciarlo y después volvió a acariciarle la mandíbula. Se acercó a Arrax y le sonrió, mientras se quitaba los guantes. Había aprendido que Vermithor era bastante territorial con su jinete y no le gustaba cuando olía a otro dragón. 

—Creí que Arrax podía ser más rápido. Vermithor es gigante pero es más lento.

—Deja de criticarlo—se quejó y escucho a Luke reír.

Ahora tenía dieciséis años, y ya era toda una mujer. Su cabello seguía igual de castaño con reflejos dorados e igual de lacio, seguía siendo precioso. Adornado con una trenza pequeña formada por un mechón de cada lado, evitando que le tapara el rostro. Su vestimenta era casi igual a la de su madre, pues al igual que ella, amaba qué sus hombros estuvieran descubiertos o por lo menos sus clavículas.

Las personas que la conocían en persona por primera vez, juraban qué era la mujer más hermosa que hayan visto y aunque cada dos días llegaba una nueva propuesta de matrimonio para ella; se negaba, pues no quería casarse con un desconocido. Los Lords no se ofendían, al contrario, lo tomaban como un reto.

Jacaerys y Lucerys estaban en rumores y planes para comprometerse con Bae y Rhae, aunque sólo faltaba hablarlo con su abuela, Rhaenys, a quién ni Rhaenyra ni Daemon habían visto en mucho tiempo. Por supuesto, eso no lo sabían ninguno de los cuatro, sólo Aelinor, a quién su madre le había pedido su opinión.

—Syrax ha puesto una nueva nidada—anunció Daemon con una sonrisa y emoción irradiando en sus ojos.

—Genial, parece que Caraxes esta haciendo su trabajo—habló Aelinor con una sonrisa—Al igual que tú con mi madre.

Daemon y Aelinor rieron, mientras que los demás se aguantaban la risa, pues pensaron qué tal vez podría ofender a Rhaenyra, quién se mantuvo seria y le dio una mirada de desaprobación a su hija, mientras acariciaba su panza de embarazo.

No le molestaban nunca los comentarios sarcásticos de Aelinor, pero no quería que los demás lo tomarán como burla. Después de todo, era el sentido del humor qué su hija siempre había tenido, como el de Harwin.

—Ha llegado un cuervo desde Driftmark, príncipe. Es de Lady Baela.—anunció el maestre, para después darle el escrito a Daemon.

—Déjennos.—ordenó Daemon y todos asintieron levemente, empezando a dejar la habitación.

—Joffrey,—Jacaerys llamó a su hermano menor y éste lo miró—Ven.

Aelinor los espero a ambos en la puerta, para salir junto a ellos. Joffrey tenía seis años pero aún era como un bebé para todos en la casa.

—¿Qué crees que sea?—preguntó Jace a su hermana de repente. La castaña miró a Joffrey en medio de ambos por un momento y luego levantó la vista para ver a su hermano mayor.

—No lo sé, pero no creo que sea algo bueno. Sólo espero que los abuelos estén bien.

—¿Y no crees que sea algo sobre Baela?, ¿y si quiere regresar a Dragonstone?.

Aelinor detuvo su paso y miró a su hermano, sonrió y negó divertida.

—Jace, sí fuera eso, ¿no crees que Daemon nos lo hubiera dicho?.—suspiró—Es imposible que Baela regrese a vivir aquí, el abuelo lleva seis años fuera de Driftmark y la abuela quiere mucho a Baela como para dejar qué se regrese y estar sola.—Lo volvió a mirar—Yo apuesto a que es algo malo.

Aelinor Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora