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—¡Taoba!—gritó Daemon mientras le daba un fuerte golpe a la mesa y se ponía de pie, llamando la atención de todos.

Aelinor miró a su hermano mayor y éste tenso la mandíbula, poniéndose de pie al igual que el guerrero.

—Daemon.—Lo llamó con firmeza. Aemond no entendía bien que pasaba.

—No.—replicó sin mirarlo.—No me importa sí tú madre te ordenó no hacerlo. Yo te ordeno qué lo hagas y vas a obedecerme.

—Daemon.—Lo llamó ahora la castaña, con su voz más dulce pero firme, tratando de apoyar a su hermano.—Déjalo.

—Tiene que aprender a obedecerme.

—No.—dijo Jace de nuevo, con la voz más firme y ronca, empezando a molestarse.—Sí mi madre le dijo que no, él está obedeciendo. Nosotros solo seguimos órdenes de nuestra madre, la reina.

—Y yo soy el consorte.—giró con furia, dejando de mirar a Lucerys y mirando a los dos mayores.—Yo soy el esposo de su madre desde hace años y los he protegido a todos ustedes. Deben obedecerme.

—Tú no eres nuestro padre, Daemon.—siguió Jace. Aelinor bajo la mirada un momento, amaba a Daemon pero no podía defenderlo cada que le daba un ataque de ira—No debemos obedecerte. Deja en paz a Luke, lo ordenó yo, el príncipe heredero al trono.

Daemon apretó la mandíbula con fuerza, totalmente furioso. Miró a la castaña mirar hacia abajo, y despues a Aemond, que parecia esperar un movimiento brusco de su parte hacia la princesa para saltar con su espada en la mano, y luego comenzó a reír con burla.

—Sí ustedes lo dicen.—se encogió de hombros—Ustedes mismos lo dijeron; no soy su padre, no deben obedecerme pero tampoco merecen mi protección. Peleen como les sea posible, niños.

Salió del comedor y Aelinor exhaló todo el aire qué había estado guardando sin respirar. Jace rodó los ojos y se sentó de nuevo en su silla.

—A veces es un idiota.—alzó las cejas y negó con la cabeza.—¿Estás bien, Luke?

Los tres mayores voltearon a mirarlo. Sus hermanos claramente preocupados y su tío, bueno, le daba exactamente igual si estaba bien o no.

—¿Luke?—lo llamó su hermana mayor, con la voz más dulce qué de costumbre y una mirada calmante. Aemond la miró un segundo, con algo de dulzura en su ojo al escucharle hablar así a su hermano menor.

Ciertamente él no tenia una relación como esa con Aegon o Helaena, mucho menos con Rhaenyra a quién prácticamente apenas comenzaba a tratar.

Con su hermano mayor, bueno, sabían como era el otro, y se encubrian las espaldas cuando era necesario, se ayudaban entre sí para salir de las crisis de su madre -y de sus garras de vez en cuando-, y sabían perfectamente hacer equipo cuando era necesario, como en la cena con su padre. Aegon no era un hermano mayor como Jace o Aelinor, era muy diferente, aunque de vez en cuando lo cuido y protegió. Apesar de todo, Aegon conocía a su hermano menor, fue el primero en saber que Aemond quería a su sobrina, incluso antes de que él mismo lo supiera. Y nunca olvidaría qué él fue el primero en avisarle sobre el plan de su abuelo de matar a todos en Dragonstone, y en decirle que fuera a hablar con Aelinor antes de que eso pasara.

Lastimosamente, tampoco olvidaría nunca como ayudo a Criston Cole en su plan fallido de matar a su esposa, a esa misma mujer que él sabía que amaba desde hace tantos años.

Con Helaena las cosas también eran muy distintas, la rubia era una mujer dulce claro estaba, pero era algo silenciosa y a veces extraña. Su hermana conocía también a su hermano, a los dos. Sabía cuando estaban molestos, cuando algo los entristecia y cuando algo simplemente no estaba bien. Era alguien confiable para él y claro, para su propio esposo.

Aelinor Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora