20

3.2K 264 17
                                    

Aemond miraba a su abuelo, quién hablaba después de su regreso a casa.

—No van a aceptar los términos—dijo convencido—Y hay algo preocupante—miró al del parche—Tienen a Vermithor, "la furia de bronce" con ellos. No vi quien era el jinete pero apostaría qué era la princesa Aelinor, o en cualquier caso, lady Rhaena, que no tenían dragones.

Aegon miró a su hermano, sabiendo que era muy probable que él supiera de quien era.

—Supe que Aemond pasó mucho tiempo con la princesa Aelinor cuando vinieron la última vez. Dime hermano,—el mencionado lo miró enfurecido—¿quien es la jinete?

La mirada de Alicent y Otto Hightower sobre él no le dieron más opciones más que decirlo. Chisto la lengua y alzó levemente los labios, sin querer decirlo.

—La princesa Aelinor.

Alicent suspiró y miró hacia el frente un momento. Lo que acababa de decir Aegon también le preocupaba, la forma en la qué lo dijo fue como si Aemond y Aelinor fueran cercanos en una manera que no podían serlo.

—Bueno,—comenzó Otto de nuevo, planeando de nuevo y cambiando estrategias en su mente. Era hábil con eso.—Vermithor es el único dragón qué es lógicamente, más capaz de enfrentarse a Vhagar, pues ambos son dragones de guerra, viejos y grandes. Vhagar sigue teniendo algo de ventaja aquí. En lo que sí tenemos ventaja, es en el jinete; Aemond fácilmente puede ganarle a la princesa en la batalla. Vhagar puede destrozar a Vermithor y a la princesa Aelinor sí Aemond sabe jugar con ella.

—¿Entonces la estrategia es que destroce a Vermithor y a mi sobrina, Aelinor?—preguntó, queriendo confirmar lo que había escuchado. Observó a su abuelo asentir y pudo sentir como el corazón se le detenía por unos segundos. ¿Matar a Aelinor?. No.

—Sí.—siguió Otto—En el peor de los casos, luchas contra Caraxes y Daemon; ahí la ventaja es Vhagar pero la ventaja del jinete la tendrían ellos por muy poco. La experiencia de Daemon es muchísima comparada con la tuya, Aemond. Pero esas son las únicas dos opciones viables para ellos; mandar a un dragón más capaz o al mejor guerrero.

Aemond se quedó en silencio por el resto de la reunión, observando a su hermano con la corona del rey mirándolo con un "te lo dije" en los ojos y una sonrisa burlona. El solo pensar en la castaña muerta, le daba náuseas, ahora, el pensar en que ella muera a manos de él mismo le hacían querer arrancarse el otro ojo. No sería capaz de enfrentarse a ella cuando la única probabilidad era qué alguno de los dos muriera. No quería hacerlo. No quería enfrentarse a Aelinor. No quería tener que matarla.

La imagen de la castaña lo había estado atormentando desde que se había regresado a Dragonstone, y después de la coronación de Aegon -en donde participó activamente al encontrarlo, llevárselo a su madre y estar en toda la ceremonia con algo de orgullo por su familia-, el tormento en su cabeza creció, al darse cuenta de que había perdido a Aelinor con la usurpación.

Y ahora que el hecho de una guerra estaba en puertas, temía qué Aelinor no saliera con vida de ella, pues aunque Vermithor y Vhagar no se vieran durante ésta, su familia iba a querer asesinar a cualquiera que vistiera de negro o rojo.

Pensó en que podría hacer para protegerla, y creía que estaría más segura si estuviera a su lado. Pensó en ir por ella a Dragonstone y secuestrarla, traerla de vuelta a King's Landing y mantenerla segura aquí. Y después volvió a pensarlo por milésima vez, ellos tenían el doble de dragones, y si los usaban, ningún lugar sería seguro. Ni siquiera en el calabozo de King's Landing.

Había creído, estúpidamente, que su hermana mayor iba a considerar los términos de su madre y aceptaría, que Aelinor y él se casarían para unir a las familias. Y aunque sabía que ambos querían hacerlo, ninguno lo había expresado. Serían tontos al expresar qué deseaban casarse con el otro.

Aelinor Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora