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La llegada de Jacaerys y Joffrey los hicieron reunirse a todos en el salón de nuevo. Aelinor apretó la mano de su esposo al ver a su hermano mayor caminar con dolor por la cantidad de heridas alrededor de su cuerpo, -que en el momento no sintió por la necesidad de salvar a sus hermanos-, y a Joffrey con vendas alrededor de su ojo derecho.

Su madre los recibió con un abrazo y las malas noticias no se hicieron esperar. Tuvieron la misma reacción qué Aelinor ante la muerte de Rhaenys, era su abuela y la amaban pero no se permitían llorar aún, mientras procesaban todo lo sucedido.

Tyraxes, quién había rugido y quemado a los hombres a su alrededor al sentir como su jinete se hundía en dolor y llanto al perder el ojo, había sido capturado cuando en un intento desesperado intento acercarse a éste y salvarlo, siendo mutilado por los Lannister.

—Al menos ahora puedo decir que me parezco en algo a mi tío—dijo Joffrey cuando llego con Aemond, haciéndolo sonreír con diversión y negó con la cabeza, acariciandole, -por primera vez-, el cabello.

—¿Te duele?

—Sí—admitió con pena—Pero algún día debe dejar de doler.

—En eso tienes razón.

—Y luego podré ponerme un zafiro como el tuyo.—siguió y Aelinor sonrió al escucharlo—Sí mi hermana se caso contigo aún así, puedo casarme con la hermana de alguien más.

Aemond soltó una carcajada que no pudo controlar, sintiéndose más cómodo con la familia.

—Supongo que sí, Joff.

Joff. Aemond lo había llamado por su apodo por primera vez, demostrando qué lo apreciaba más de lo que iba a aceptar. 

—¿Cómo estás?—le preguntó Jace a su hermana.—¿Estás bien?

—Estoy bien, Jace.—le sonrió y le tomó la mano—Tú de verdad eres el mejor hermano mayor. Nos salvaste a los tres, cumpliste tu promesa.

—Pero a ninguno completo, Aelinor.—se culpó—Perdiste un bebé, Joffrey un ojo y Lucerys no puede dejar de llorar la muerte de Arrax.

—Pero estamos vivos.—le tomó la otra mano y las apretó ambas—Gracias, Jacaerys.

Lord Corlys seguía encerrado en su habitación, sin querer salir más de cinco minutos a revisar el estado de sus nietos y de su hijo, antes de regresar a su habitación y planear el funeral de su esposa, de quién dijo ocuparse él solo.

—¿Haz hablado con Helaena?—le preguntó Aelinor mientras se dirigían a los calabozos.

—Sí, la fui a visitar pero se mantiene encerrada porque esta asustada—replicó más calmado—Sólo deja pasar a la sirviente cuando le lleva comida. Tal vez puedas intentar hablar con ella.

—Lo haré—le tomó la mano, nerviosa y llegaron a la última de las celdas, observando a Alicent mirando a la pared mientras murmuraba cosas.

—Madre—le llamó Aemond haciéndola girar, y de inmediato comenzó a llorar.

—Perdóname—murmuraba—Perdóname por haber hecho esto. Yo... tu hermano...—sollozo con fuerza—Tu abuelo nos hizo esto, a todos nosotros, fue tu abuelo. Y yo, yo... perdóname, princesa Aelinor, perdóname, hijo mío.

—Te perdonamos, madre. Cálmate.

—Nunca fui mi intención perder a uno de mis nietos, al primer hijo de mi Aemond. Lo siento, princesa—lloró más fuerte.—Mi bebé, mi primer hijo; Aegon, murió por mi culpa. Mi primer amor, mi primer bebé.

Aelinor miró a su esposo y éste parecía inexpresivo.

—Lady Alicent—le habló, haciéndola recordar cuando no era reina, sino era una joven lady de Oldtown qué se divertía con su mejor amiga la princesa Rhaenyra en King's Landing.—¿Quiere irse a sus aposentos, más cómoda?

Aelinor Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora