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Por la noche, ni Aemond ni Aelinor durmieron más de cuatro horas, pasando horas pensando en el otro, recordando lo que había pasado entre ellos desde que se vieron en el centro de entrenamiento.

Volar juntos en algo tan maravilloso e imponente como lo era Vhagar, siendo Aemond capaz de reírse a carcajadas sin miedo a que lo escucharan teniendo un momento de pura felicidad, el primero en muchos años.

Para Aelinor aquello le daban ganas de llorar, el haberse sentido tan feliz y luego tan decepcionada y triste, se sentía deshonrada y humillada, y de alguna forma, sentía que no era suficiente para que Aemond quisiera casarse con ella. La sola idea de que él prefiriera casarse con otra mujer que no lo conociera y quizá no lo quisiera, a casarse con ella, la destrozaba.

Por otro lado, para Aemond el recordarla le hacia sentir felicidad, recordar su sonrisa lo hacía sonreír de manera involuntaria, recordar lo que había pasado esa última noche, su cuerpo desnudo, sus besos, sus jadeos, lo hacían sentir su bulto crecer tan duro como esa noche. Y después recordarla diciéndole qué la despose y él contestando aquello, lo hacía darse cuenta de lo mal que había estado. Lo mucho que la idea de desposarla lo había emocionado y después solo lo dejó caer al piso como si hubiera sido nada. Una parte de él estaba molesto consigo mismo por haber -casi- prometido algo y después solamente ignorarlo pero sabía que no había forma en la qué el matrimonio entre ellos fuera aceptado por su madre. Y como siempre lo había dicho, él ponía primero sus deberes y a su familia.

Aelinor y su familia llegarían mañana por la mañana a Dragonstone, después de un largo y cansado viaje hacía el mismo. Iba a tomarse un respiro para después prepararse e irse de vuelta a King's Landing junto a su madre, en Vermithor y Syrax, respectivamente.

Aunque no tenía ganas de regresar, debía hacerlo con la frente en alto, lista para negar cualquier rumor respecto a su deshonra.

En King's Landing sucedía algo fuera de lo común, que tenía a todo el mundo enloquecido; el rey Viserys había muerto por la noche.

Alicent y Otto Hightower se encontraban en el consejo, en donde la primera se dio cuenta que su padre y los demás hombres en el lugar ya tenían un plan preparado del qué ella no sabía.

Se negaba a que el plan se cumpliera al pie de la letra, pues aunque estaba a favor de que su primogénito, Aegon II fuera el rey, no estaba de acuerdo con el plan de atacar Dragonstone y matar a Rhaenyra y su familia.

Durante la organización del plan ahora que tenia que ponerse en práctica, Lord Lyman Beesbury fue asesinado por Sir Criston Cole, -quién no tenia verdaderas intenciones de asesinarlo-, al negarse al plan, defendiendo los derechos de la princesa Rhaenyra. Lord Harrold Westerling renunció a su puesto como comandante de la guardia real al saber de todo el plan y ser ordenado por Otto a ir a Dragonstone y matarlos a todos.

La princesa Rhaenys fue aprisionada en su habitación, como una medida de seguridad, pues sabían que iría directo a Dragonstone.

Alicent y su padre llegaron a la habitación de la primera, pues ahí se encontraba Helaena, hermana y esposa del príncipe.

—¿Dónde está Aegon?—preguntó su madre y la princesa respondió con un "no lo sé".

—¿Aegon no esta en sus aposentos?—volvió a preguntar molesto, su abuelo. Helaena negó y siguió mirando lo que tejía. Observó a su abuelo irse de la habitación y miró a su madre. La sirviente se llevó a sus hijos a otro lado.

—¿Qué sucede?—preguntó la rubia. La reina se sentó a su lado y trato de acariciarla, a lo que su hija evitó el contacto.

Aemond entró a la habitación, pues la puerta estaba abierta. Estaba triste por la muerte de su padre y la ida de Aelinor y ya no podía ocultarlo, se notaba en su semblante, en su ojo.

Aelinor Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora