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Aelinor Velaryon era una mujer que dejaba boquiabierto a prácticamente todos los hombres que la veían, su cara era majestuosa y su cuerpo era divino.

En cuanto las personas afuera de la fortaleza roja la vieron, quedaron encantados con su belleza. La miraban mucho, al igual que a sus hermanos, pero de una manera muy diferente.

Mientras su madre y Daemon decidieron ir a visitar a el rey. Jacaerys, Lucerys y Aelinor decidieron rondar por el lugar y recordar las cosas buenas que vivieron ahí, y Rhaena se había dedicado a buscar a su hermana.

—Me parece más pequeño de lo que recordaba—comentó Lucerys mientras bajaban las escaleras para llegar al lugar donde entrenaban antes.

—¿De qué hablas?, es exactamente igual—respondió Jacaerys.

Aelinor no hablaba, no quería ver todo el panorama y encontrarse por error al de ojo azul en el que tanto había pensado la noche anterior.

—¿Ves?, te dije que aun seguiría aquí—corrió Jace a tocar un pedazo de la pared rota.—Creíste qué podías blandir la espada de Sir Criston,—regresó junto a sus hermanos—y casi te decapitas.

Acarició el cabello de Luke con una mano, como si lo sacudiera. La sonrisa en su rostro demostraba lo feliz que estaba de regresar y los buenos recuerdos qué había vivido ahí. Para Aelinor era más que nada la nostalgia de volver al lugar en el creyó qué iba a vivir toda su vida. Después de todo, ellos eran los mayores y habían tenido más momentos ahí.

—Todos nos miran—murmuró Luke, Jace tomaba las armas entre sus manos para verlas, aún contento, y Aelinor seguía mirando solo al frente.

—¿Y eso qué?—se alzó de hombros Aelinor, restándole importancia. Suponía qué estaba más acostumbrada a las miradas por ser mujer, porque no le importaban tanto ya.

—Bueno, si nos pareciéramos más a Sir Laenor y no tanto a Sir Harwin, no nos mirarían así.

—No importa lo que piensen los demás.—dijo Jace y miró a su hermana en busca de apoyo.

—Es cierto, Luke, no importa lo que piensen todos. Somos Targaryen.

Por detrás se escuchó un golpe y de inmediato Jace tomó de un brazo a sus dos hermanos para arrastrarlos hacia el lugar de donde provenían los golpes.

Mientras que sus hermanos disfrutaban la pelea sin saber de quien se trataba la persona rubia qué les daba la espalda, Aelinor lo supo de inmediato. No sabía cómo pero sabía que se trataba del hombre al qué había estado evitando ver. Reconoció su espalda y su cabello de una forma impensable, pues no lo había visto en seis años.

El rubio le dio la vuelta a Sir Criston, dejando ver su rostro. La gente alrededor le aplaudía, sus hermanos se miraron entre ellos al ver la cicatriz en su rostro y el parche en su ojo izquierdo, reconociéndolo al momento.

Aelinor no podía dejar de verlo, sintiendo su corazón latir mil veces más rápido. Ahora que lo veía y aunque parecía otro completamente diferente, tenía que admitir qué era más guapo de lo que había escuchado, que el parche para nada le quedaba mal y que aún la hacía sentir algo, mucho más que algo.

Ahora no se podía atrever a decir que lo que sentía era totalmente puro.

Unos segundos después, Aemond había ganado el entrenamiento. Se escucharon aplausos a su alrededor.

—Bien hecho, mi príncipe.—lo felicitó Criston—Va a ganar muchos torneos.

—Me importan una mierda los torneos.—miró a Aelinor por un segundo, y aunque sintió qué su corazón se aceleraba, no le sonrió ni la vio por mucho más tiempo, en cambio, su mirada se desvió hacia Jace y Luke—Sobrinos, ¿han venido a entrenar?.

Aelinor Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora