Habían pasado cuatro días desde el incidente, la herida en el cuello de Aelinor comenzaba a cicatrizar y ahora ya no sentía ningún dolor al mover el cuello.
Seguía pensando en la guerra, cuestionandose si era lo correcto por hacer o si deberían seguir con el plan de rodear King's Landing y hacerlos rendirse. Su madre seguía enojada y seguía firme a la idea de la guerra, al igual que sus hermanos. Y Daemon y Aemond, bueno, entrenaban juntos varias veces al día mientras sacaban su coraje, ambos estaban deseando la guerra más que nunca, con la sed de venganza ocupando el ochenta por ciento de sus pensamientos diarios.
—¿Ya no duele?—le preguntó el príncipe Daemon a la princesa Aelinor, a quién muchas veces quiso, -y se detuvo a sí mismo-, llamarla hija.
—No, el maestre dice que en alrededor de dos días estará sanada por completo—replicó con una leve sonrisa.
—Igual se tardó en curarse—la señaló y miró a su sobrino—tuvo que ser algo profunda para que tarde seis días en curarse por completo, ¿cierto?
—En eso estoy de acuerdo, tuvo que ser profunda para que necesitarás tanta costura.
El apoyo de Aemond en la conversación era solo un intento de ambos de convencerse de que aquel rasguño con la espada merecía una guerra de dragones. Estaban furiosos, sí, pero eso no siempre era todo lo necesario para llegar a una guerra.
—Sí ustedes lo dicen.—la princesa se encogió de hombros y trato de restarle importancia.
Daemon y Aemond se miraron un momento, sabiendo que la princesa parecía tener segundos pensamientos respecto a la guerra, significando qué tenía dudas y podía plantearselas a su madre.
—Aelinor—la llamó el del parche, haciéndola mirarlo—Eres mi esposa, y de ninguna manera voy a permitir qué el hombre que trato de matarte siga vivo.
—Tú sabes lo que haría sí intentan matar a uno de mis hijos—le dijo Daemon mirándola fijamente, con seriedad—Y eso es exactamente lo que voy a hacer por ti, Aelinor.
La castaña sonrió un poco al escucharlo decir aquello, sabía que Daemon no era muy abierto a ser dulce a menos que sea con su esposa, pero ahi estaba, llamándole, -de alguna forma-, hija.
—Gracias, Daemon.—le sonrió apretando los labios—Sí ustedes dos querían la cabeza del otro y finalmente están unidos por esto,—se señaló la herida en el cuello—Supongo que tienen razón.
Ambos se miraron y soltaron un bufido con burla, sabiendo que por el momento tenían un objetivo en común pero no significaba qué se agradaran, seguían queriendo la cabeza del otro en una lanza.
Se puso de pie y apoyó su mano en el hombro de su esposo un momento, para después comenzar a alejarse de ellos.
—¿A dónde vas?—preguntó Aemond con aquella gruesa voz autoritaria, como si fuera su deber decirle en cada momento a donde iría o con quien estaría.
—Con mi madre.—contestó sin mirarlo, siguiendo caminando hacia la habitación de ésta, quién se había dado un baño después de horas de no dormir. Sus abuelos seguían en el salón mientras buscaban fallas en el plan que aún no terminaban.
Llego a la habitación qué correspondía a los aposentos de la reina y con suavidad golpeó la puerta con sus nudillos, en espera de escucharla decir que podía pasar y cuando la escuchó, abrió la puerta con lentitud, mirando a su madre sentada en su cama mientras se peinaba. Podía tomarse menos de media hora para ella antes de seguir planeando una guerra.
—Hola, madre—la saludó y entró a la habitación, cerrando la puerta tras ella.
—Hola, dulce niña.—le sonrió y palmeó el lado vacío de la cama frente a ella. Su hija fue y se sentó en el lugar encomendado, mirándola a la cara.
ESTÁS LEYENDO
Aelinor Velaryon.
FanfictionAelinor Velaryon, la primera hija mujer de Rhaenyra Targaryen y Laenor Velaryon, pasa de la niña dulce y tierna a "la nueva delicia del reino", cosa que su tío Aemond Targaryen no pasa desapercibida. Pero, ¿qué es ese sentimiento que tienen desde n...