Capítulo 20: Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas

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Narra Erick

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Narra Erick

Me temblaban los dientes de la rabia.

¿Una negativa?

¿Había viajado desde Kinstom por una maldita negativa?

¡Pero que rey más cobarde! ¡Le faltaba hombría para cumplir su jodida palabra de hombre!

Fui hasta ahí en vano, arriesgué a mi esposa, perdí a mi hermana y ahora... tendría que volver al palacio con una ridícula negativa.

En todo aquello hablaba mi desesperación. No podía ver la verdad ni los riesgos que él corría si se arriesgaba con nosotros, y para ser honestos, me importaban un carajo.

Sentía la boca amarga.

—¿Qué haremos ahora?—me pasé las manos por el rostro con cansancio.

Todo era... demasiado.

Después de quedarnos mirando los platos con la boca abierta, los tres subimos a las habitaciones para intentar buscarle una solución a todo eso, aunque sinceramente lo veía muy lejano.

—Yo... lamento mucho que no haya servido de nada, su majestad.

Maisie estaba sentada en un silloncito con la cabeza un poco baja.

—Si tan solo la princesa lo hubiera sabido...—agregó—, quizás aún estuviera aquí.

Negué lentamente eliminando ese pensamiento.

Eran demasiadas penas, demasiadas preocupaciones, demasiado de todo. No podía agregar a Olivia en aquello, no cuando traicionarnos fue su decisión.

—Olivia tomó su decisión e independientemente de lo que haya sucedido aquí, todo eso tendrá sus consecuencias.

La voz me salió más dura de lo que quería.

—¿Y qué haremos ahora?—Maisie evadió el tema.

—Empacar.

—Quizás no.

Por primera vez desde nuestro regreso a la habitación Alicia intervino. Se había quedado recargada en la puerta mirando a la nada y ahora, me veía a mí con el ceño algo fruncido.

—¿No?

—Creo que tengo una idea, pero no es nada moral ni correcta.

A Merced Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora