En una habitación llena de vacío

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Angustary Día 25 - Autolesiones
Bojack Horseman

Había ocasiones en que ni el alcohol ni las drogas eran capaces de callar los demonios de su interior y utilizaba su ultimo recurso.

Había ocasiones en que ni el alcohol ni las drogas eran capaces de callar los demonios de su interior y utilizaba su ultimo recurso

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*Contenido Sensible donde el protagonista se inflige daño físico a si mismo, se recomienda discreción*

Cerró la puerta de su camerino, acababa de llegar al estudio y se enteró de lo ocurrido con la pequeña Sarah Lynn, como había bebido de la botella de agua con vodka que él estúpidamente había dejado en el área de maquillaje el viernes, la pobre ha...

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Cerró la puerta de su camerino, acababa de llegar al estudio y se enteró de lo ocurrido con la pequeña Sarah Lynn, como había bebido de la botella de agua con vodka que él estúpidamente había dejado en el área de maquillaje el viernes, la pobre había tenido una intoxicación etílica y le había tenido que hacer un lavado de estómago. Sintió las lágrimas escocer en el borde de sus ojos, sus pulmones apretándose impidiéndole respirar, el dolor y la culpa creciendo dentro de él y consumiendo todo a su paso.

Abrió el closet y sacó del fondo, escondida entre ropa y papeles una botella de whisky barato, la destapo y dio un largo trago rogando para que el ardor en su garganta calmara la sensación de culpa que se esparcía como lava ardiente por todo su cuerpo, pero fue en vano, sus emociones parecían ser más fuertes que cualquier licor que pasara por sus labios.

Lanzó la botella contra el tocador cuando a el torrente de emociones se sumó la ira, contra el mundo, contra la negligente madre de la niña, contra sí mismo y sus adicciones, sin embargo la botella solo rebotó contra la superficie esparciendo los objetos por toda la alfombra. Dio un puñetazo a la puerta del armario con tal fuerza que terminó doblando el metal, por un momento sintió como el cúmulo de emociones se detenía, se miró la mano y allí debajo del pelaje pudo ver como sus nudillos tenían pequeños raspones que empezaban a gotear sangre. Casi al instante tuvo un recuerdo de su infancia, cuando sus padres lo usaban de saco de boxeo verbal dejándolo tan herido emocionalmente que solo el dolor físico podía adormecerlo.

Rápidamente corrió al baño y abrió el botiquín con tanta fuerza que los frascos en su interior salieron disparados al piso, sin embargo había sólo una cosa en su mente, miró la delicada caja de madera, el único recuerdo que había traído de su padre cuando dejó San Francisco para mudarse a Los Ángeles. La tomó en sus manos casi ceremonialmente y al abrirla su antiguo y plateado amigo le regresó el saludo, lo sostuvo en sus manos casi religiosamente, había pasado una larga temporada desde que tuvo que recurrir a la navaja para calmar los demonios de su interior.

Se arremangó las mangas del suéter y dejó que el filo helado le besara la piel, trazando una línea que rápidamente se lleno de gotas carmesíes, hizo un par de cortes horizontales más para luego repetir lo mismo en su otra muñeca, cerró los ojos dejando que los rojos riachuelos se deslizaran por su pelaje, drenando el dolor que sentía en lo profundo de su alma. Casi inmediatamente una sensación de adormecimiento lo invadió haciendo que sus rodillas flaquearan y quedara sentado en la cerámica negra del baño, se entregó al entumecimiento que el dolor físico proporcionaba a su mente inquieta, como si una ráfaga de hielo adormeciera el volcán erupcionando en su interior.

Abrió los ojos y vio como una gota carmín se deslizaba por el exterior blanco del lavamanos, tan suave y delicada, como la pincelada de un artista, un suspiro cansado salió de sus labios cuando un pensamiento intrusivo llegó a su mente, ¿Y si le ponía fin de una vez por todas? ¿Si daba el corte de gracia y se entregaba finalmente a la dulce sensación de la nada? Miró fijamente la navaja en su mano que brillaba sensualmente bajo la luz blanca del baño, se subió un poco más la manga de su mano libre y apretó firmemente el filo contra el inicio de su muñeca justo debajo de las marcas horizontales, se detuvo, la respiración atrapada en sus pulmones, solo necesitaba un único corte vertical y todo acabaría, no volvería a contaminar a nadie con su veneno, comenzó a trazar el camino hasta la corva de su codo y apenas llevaba un escaso centímetro cuando un golpe en la puerta lo sobresaltó haciendo que dirigiera su mirada al origen del ruido.

– ¿Señor Horseman? ¿Está usted bien? – Preguntó una voz del otro lado de la puerta.

Volvió a mirar el filo enterrado en su piel y el miedo empezó a crecer su interior, tiró la navaja al otro lado de la habitación, su respiración acelerada mientras las lágrimas salían a raudales de sus ojos, se llevó las manos al cabello sujetándolo con tal fuerza que la cabeza comenzó a dolerle mientras el pánico de lo que había estado a punto de hacer crecía en su interior, un sollozo comenzó a subir de lo profundo de su garganta y se llevó una mano a la boca justo a tiempo para sofocarlo, volvió a escuchar los golpes en la puerta y tomó una gran bocanada de aire intentando calmar sus emociones.

– Si, estoy bien, enseguida salgo – Logró decir a duras penas entrecortadamente, su voz sonando más afectada de lo que le hubiera gustado. Por un momento solo hubo silencio del otro lado.

– Lo estaremos esperando en los bastidores para discutir las nuevas fechas de grabación – Informó el muchacho, vio como la sombra que se colaba por la rendija de la puerta se alejaba y unos segundos después escuchó el característico click de una puerta al cerrarse.

Con la ayuda del lavamanos se incorporó lentamente, cuidando de no ensuciar más la superficie con las gotas de sangre que seguían adheridas a su pelaje café, abrió el chorro y metió los brazos debajo dejando que el agua se llevara la evidencia de su expiación, tomó algunas vendas y se aseguró de apretarlas lo suficiente como para que la poca sangre que aún emanaba de las heridas no ensuciar su ropa, para que las heridas siguieran doliendo por un largo rato, se bajó las mangas y luego limpió cualquier mancha que pudiera ponerlo en evidencia, cuando recogió y puso el último de los frascos nuevamente en el botiquín, al cerrarlo pudo ver su reflejo el espejo, se veía ojeroso y agotado.


Salió del baño, recorriendo el camerino con los ojos vio la botella de licor en el piso medio llena, la tomó y dio un gran sorbo reuniendo fuerzas para lo que vendría, finalmente volvió a esconderla en su lugar de costumbre y caminó hacia la salida, se sentía el hombre más cobarde del mundo, lo que no podía asegurar era sí por casi haber tomado la salida fácil o por no haber tenido las agallas de culminar lo que había comenzado.

Si estas pasando por alguna situación parecida y sientes que lastimarte es la única forma de sentirte mejor o una forma de Auto castigo, por favor, pide ayuda, no esta solo y nunca es demasiado tarde

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Si estas pasando por alguna situación parecida y sientes que lastimarte es la única forma de sentirte mejor o una forma de Auto castigo, por favor, pide ayuda, no esta solo y nunca es demasiado tarde. Recuerda que a veces la vida es una mierda pero seguimos viviendo, el Show debe continuar.

The View from Halfway Down | Drabbles&OneShots [Angustary2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora