Sé que soy el tercero en discordia

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Angustary Día 22 - Traicion
Mr PeanutButter / Diane Nguyen


Quería creer que este sentimiento que lo encargaba era de sorpresa, sin embargo dentro de él sabia que en realidad era rabia por no haber confiado en sus instintos cuando le dijeron que algo estaba mal.


Sentía que el tiempo se había detenido a su alrededor, empezó a dolerle el pecho y le tomó unos instantes darse cuenta que había dejado de respirar, intentó inhalar pero el aire se había vuelto pesado, como si todo a su alrededor se hubiera conver...

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Sentía que el tiempo se había detenido a su alrededor, empezó a dolerle el pecho y le tomó unos instantes darse cuenta que había dejado de respirar, intentó inhalar pero el aire se había vuelto pesado, como si todo a su alrededor se hubiera convertido en un líquido espeso que le impedía respirar y ver con claridad. Llegó a pensar que era un sueño, después de todo algo tan terrible sólo podía ser una pesadilla, la peor pesadilla que había tenido en toda su vida.

Escucho a lo lejos el sonido de la puerta del baño y vio salir a Diane envuelta en una toalla, a su alrededor el vapor de la ducha danzaba en arcos hasta diluirse en el aire frío de la habitación, su cabello azulado aún goteando agua sobre la alfombra, una sonrisa lujuriosa adornando sus labios y su mirada llena de promesas, o así fue hasta que vio la forma tan desesperada en que sujetaba su celular. Pude ver como su mirada pasó por la duda, el miedo y terminó en simple y pura culpa. En ese instante me di cuenta que no era un sueño.

Sentí las lágrimas empezar a salir de mis ojos, empapando mi pelaje a la par que mi corazón se rompía tan crudamente que desee morir en ese mismo instante, cerré los ojos con fuerza para dejar de mirarla.

– ¿Cómo pudiste Diane? – pregunte con un hilo de voz.

Sin embargo ella siguió allí inmóvil, como si hubiera sido reemplazada con una hermosa estatua pálida y etérea. El silencio reinó entre nosotros por tanto tiempo que llegó un momento en que pensé que enloquecería, necesitaba que reaccionara, que hiciera algo más que solo estar allí inmóvil mirándome con culpa.

– ¡Dime algo Diane, maldita sea! – Grité para intentar hacer que reaccionara. Me levanté con la intención de acercarme, pero me contuve al no saber si quería zarandearla o abrazarla, me pase la mano libre por la cabeza sintiendo el cúmulo de emociones que llevaba dentro peleando una guerra sin tregua. Finalmente la derrota salió vencedora y me desplome nuevamente en la silla mientras sollozos empezaban a salir de mi boca.

Por un tiempo solo me quedé allí dejando que el dolor se apoderara de cada uno de mis sentidos, dejando que la cruel realidad se asentara en mi mente, necesitaba saber desde cuando me estaban viendo la cara de idiota. Levante la mirada pero no estabas en ningún lugar, comencé a caminar a la salida y vi de reojo la luz del closet colándose por la puerta semiabierta, entre y te vi arrodillada en el suelo metiendo cosas en una mochila.

– ¿A dónde vas? – Pregunté consternado, cómo podía estar tan tranquila mientras yo sentía que mi mundo se caía a pedazos.

– No lo sé – Me respondió naturalmente, como si me estuviera informando el clima o lo que cenariamos. 

– No te puedes ir, necesito una respuesta Diane – Insistí, por alguna razón masoquista necesitan escuchar la verdad saliendo de su boca, o quizás era solo la pequeña esperanza que me impulsaba a pensar que había otra explicación para lo que había leído.

– ¿Qué quieres que te diga? Tú mismo acabas de leerlo, tomaste mi teléfono sin mi permiso y leíste cada maldito mensaje – Por fin me diste una reacción más allá de la inferencia, tu grito resonó en las paredes y la declaración quedó suspendida entre nosotros por unos instantes. Pude sentir la tristeza siendo reemplazada por algo más amargo.

– ¿En serio eso es lo que te parece importante? ¿Que tome tu teléfono sin tu permiso? – Me encontré gritando de vuelta antes que pudiera pensarlo, toda la tristeza reemplazada por ira pura.

Su mirada de asombro hizo que mi ira se controlara, en todos nuestros años de relación nunca había levantado la voz, siempre había sido el alegre y sereno Mr PeanutButter, una risa salió de tu boca desconcertandome, pero al ver tus ojos soñadores me di cuenta que tu mente estaba muy lejos, concentrada en él seguramente.

– ¿Hace cuánto?– Salió de mi boca antes que pudiera detenerlo, mis fuerzas totalmente acabadas haciendo que las palabras fueran débiles y agotadas.

– Desde el día que me propusiste matrimonio – respondiste otra vez con indiferencia, sentí el aire salir de mis pulmones como si me hubieran dado un puñetazo, a mi mente se fueron encendiendo uno a uno como focos de navidad todos los momentos en que sentí algo raro, todos los momentos en que me dije a mi mismo que estaba loco, que era producto de mi imaginación.

– Así que las pruebas de embarazo que conseguí en el baño…– Dije, no era una pregunta, era una afirmación para mí mismo del nivel de engaño que había vivido durante meses a manos de ellos dos.

Solo me miraste lo un largo tiempo, y aunque sabía la respuesta, verte asentir fue como poner el ultimo clavo en la tumba de mi corazón, el mundo a mi alrededor se oscureció como si hubiera sido pintado con una capa de color gris, un escalofrío me recorrió cuando sentir una ráfaga de frío colándose en mis huesos.

– Él era mi amigo – Dije completamente resignado – Pensé que era mi amigo…

Me quedé allí sintiendo como mi cuerpo se entumecida poco a poco, como si todos mis sentimientos fueran drenados dejándome como unas cáscara vacía de emociones, sentí el objeto detonante fe todas mis desgracias resbalan de mis dedos y caer al piso con un ruido sordo que a duras penas registre por encima de mi corazón destrozandose.

– Vete – susurré antes de darme la vuelta y dejarla, cuando me adentre en el pasillo escuché sus sollozos a la distancia, por un instante quise volver y tomarla en mis brazos para consolarla pero el dolor del corazón me recordó que ella ya no era la mujer que yo había amado.

Esa revelación encendió nuevamente la llama de la ira en mi interior y busqué mi propio teléfono en los bolsillos de mi pantalón, marqué el número de memoria y cada tono de repique parecía aumentar mi resentimiento.

– Que ocurre Mr PeanutButter – Respondió Bojack con tal tranquilidad que sentir como si fuera un volcán a punto de estallar, quería matarlo y sin embargo sabía que no sería capaz de dañarlo, porque a pesar de todo lo consideraba alguien cercano.

– Eres un maldito hijo de puta, espero que ardas en lo profundo del infierno – fue lo único que pude decir antes que la ira de apagar, como si me hubieran echado un balde de agua fría. El silencio reinó en la línea telefónica y antes de colgar lo escuche decir que lo sentía.

Me dirigí a la cocina y busqué en el bar una botella de whisky, necesitaba algo que calmara este frío implacable que parecía dominarme y entumecerse hasta la médula. No supe cuanto tiempo estuve allí bebiendo en la oscuridad, perdido en la repetición de lo que había pasado una y otra vez, escuche pasos desesperados bajando la escalera y deje de respirar al pensar que podría ser ella que venía a pedirme perdón, sin embargo la ilusión duró menos que un suspiro al sentirla abrir la puerta de entrada y salir a la calle.

Por segunda vez en toda la noche las lágrimas empezaron a salir de mis ojos, después de todo acababa de perder a la mujer que amaba y a mi mejor amigo al mismo tiempo.

The View from Halfway Down | Drabbles&OneShots [Angustary2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora