Recibir a los príncipes herederos y a todos sus acompañantes no fue nada fácil para Lord Stark, si bien ya era difícil tener como huéspedes a los príncipes menores, tener a los herederos era todo un desafío. Su castillo no era lujoso, mucho menos acogedor, pero era enorme y eso, al parecer, les bastaba a los señores dragón. Rhaenyra y Aela se vivían el día charlando, leyendo y rumoreando con las mujeres norteñas que las habían acogido muy bien, Jacaerys, Daemon y Cregan se la pasaban de casa, en los patios de entrenamiento o al rededor de Rhaenyra y Aela para cuidarlas.
El día del alumbramiento se acercaba y Jacaerys era incapaz de dejar a solas a su amada esposa. Rhaenyra también estaba preocupada, ella había pasado por muchos partos y sabía lo difícil que podían ser si no se actuaba adecuadamente; se pasaba el día contándole las cosas necesarias a Aela y hablándole de lo lindo que sería el momento en el que tuviera a su bebé en sus brazos. Aela estaba más que emocionada y no podía esperar al momento de conocer a su hijo.
Lord Cregan había sido cuidadoso en preparles un zona del castillo especial para el parto de la princesa, para que Jacaerys pudiera bajar a la cripta por los huevos de ser necesario.
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-¿Por qué estas tan palido? -se burló Cregan de Jace-. ¿Tienes miedo?
Jacaerys sonrió nervioso ante Cregan. Habían salido de casa y poco después había llegado un caballero a informarles sobre que el parto de la princesa había iniciado. Había llegado el día.
-Solo quiero llegar y estar con ella.
-Los partos pueden durar días, ¿lo sabes, no?
Jacaerys asintió. Había visto a su madre en los partos de Joff, Aegon y Viserys, claro que sabía lo duro que podía ser un parto, por eso quería estar con Aela, para que no lo hiciera sola.
-Pues quiero estar ahí para ella, así dure cinco días.
Cregan negó sonriendo y apresuro la marcha para avanzar más rápido. No tardaron mucho en llegar y desmontar. Jacaerys observo que Vidriagón había asomado su hocico fuera de la cripta, rugía cada tanto y supuso que el parto de Aela la tendría mal.
Corrió hacia los aposentos. Fue recibido por su padre, quien esperaba afuera, estaba pálido y demasiado distraído. A Jacaerys le pareció casi tierno como Daemon se preocupaba tanto por Aela. Le dio un apretón en el hombro y entró a la habitación de su esposa. Aela estaba sentada en una silla, mima silla que se parecía mucho a las que su madre usaba para sus partos; Rhaenyra le sostenía la mano y la tranquilizaba mientras las parteras limpiaban su sudor.
-¡¿En donde has estado?! -le grito la princesa al castaño.
Jacaerys se espanto e instintivamente miro a su madre, esta negó con la cabeza para que no hiciera caso a la actitud de Aela, puesto que era normal que tuviera cambios de humor o estuviera molesta en ese momento. Jacaerys se colocó al otro extremo de Aela y le tomó la mano aparentando y calentándose entre la suya. Aela pareció relajarse un poco.
-Tengo frío -murmuró Aela.
Rhaenyra asintió y las parteras avivaron más el fuego de la chimenea. Todos estaban siendo consumidos por el calor ahí dentro, excepto los príncipes. Aela seguía diciendo que tenía frío, pero no podían hacer más, la habitación había llegado a su máximo nivel de calor e incluso Rhaenyra y Jace estaban sudando y siendo hostigados por el calor. Rhaneyra cubrió a Aela con una manta mojada con agua caliente, esperanzada a que eso funcionará, pero Aela seguía insistiendo.
Paso la primera noche, sin muchos cambios, Aela estaba exhausta, sin embargo, su bebé parecía no querer conocer el mundo aún. Aela suplicaba que saliera, no soportaba el dolor; esto ya no era como sentir los dolores de su madre, esto era aún peor definitivamente. Rhaenyra no sabía que más hacer, pero no dejaría a su pequeña sola enfrentándose a eso. La mañana y la tarde pasaron, con ello llegó la segunda noche. Las parteras y el maestre, al que se le había prohibido intervenir en el parto por órdenes de Aela, le habían asegurado a los príncipes que si Aela no daba a luz esa noche lo más probable es que moriría. Jacaerys se negaba a que eso sucediera y esa misma noche fue por los dos huevos.
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Dragon's Blood I: Pureza de sangre
FanfictionAela Targaryen, dispuesta a dar su vida por los que ama, una guerrera nata e inteligente, todo lo que la sangre de dragón es. La princesa Aela Targaryen, la verdadera sangre de dragón... Tan bella como la luna y tan peligrosa como la noche, eso era...