VI-Nacimientos y perdidas

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La princesa se paseaba de arriba abajo por el torreon de Maegor con la princesa Aela en brazos, sus doncellas, que eran dos jovenes de la casa Strong, la seguían mientras hablaban de lo bella que era la pequeña platinada. Rhaenyra había padido vigilancia en todo el torreon de Maegor para no ser interrumpida en algún momento con su hija. A pesar de los miles de rumores que existían sobre Aela, Rhaenyra no quería hacer más grande el problema.

Laenor la acompañaba en silencio, jugueteando con Aela de vez en cuando. Desde que Rhaenyra quedo en cinta este no se le despegaba ni un segundo, algo que enternecía por completo el corazón de la princesa, se sentía apoyada por su esposo y eso la llenaba de energía. Laenor también la había acompañado en el embarazo de Aela, al igual que su prima Laena; a pesar de todos ellos eran una familia y jamás la dejarían sola. 

Pasarón días hasta que Daemon apareció por las grandes puertas de la fortaleza roja, Rhaenyra sabía que se había pasado estos días por las interminables calles llenas de prostitutas que habían en King'sLanding. Lo dejo pasar a su habitación, mientras Laenor se despedía antes de dejarlos solos, haciendo que Ser Harwin también lo hiciera.

–¿Y... el bebé, será un Velaryon o un Strong –preguntó Daemon riéndo.

–Veo que tu tiempo en la calle de seda te nutrio de rumores. ¿O tal vez Mysaria te lo contó mientras cogían?

El príncipe Targaryen rió a carcajadas, adoraba sacar de sus casillas a Rhaenyra con cosas como esas. La princesa estaba realmenre furiosa por la broma del príncipe, podía soportarlo de los demás, pero jamás de él.

–¿Qué piensa Laenor? –preguntó el platinado acercando una uva a la boca de Aela.

–¿Qué piensa de que? –volvió a preguntar molesta la princesa–. El bebé es su hijo y punto.

–Bien, veo que te pones hostil si hablamos de esto –murmuró el príncipe, levantando las manos en señal de rendición–. Hablemos de algo más importante.

La princesa presto atención, acomodando mejor a Aela en sus brazos.

–Te escucho.

–Aela –dice Daemon como si con eso le dijera todo.

–¿Esta enferma o algo? –preguntó la princesa, preocupada.

–No. Rhea quiere comprometer a Aela con su sobrino –explicó con desdén como si fuera lo peor del mundo.

Rhaenyra sintió latir su corazón con brutalidad, ¿cómo Rhea se atrevía? Estaba de acuerdo que si hiciera pasar por su madre, pero no lo era, no tenía derecho sobre eso.

–¿Y qué vamos hacer al respecto? –comentó más interesada que antes.

–¿Tú? Nada. Yo me hago cargo de Rhea –el príncipe volvió a ofrecerle uvas a Aela, como si hablar de esto no lo molestara–. Tú tienes que prepararte para el parto y dar a luz a un varón. Si das a luz a un varón, Aela podría casarce con él.

–¿Quieres que comprometa a Aela y al nuevo bebé? –la princesa se ve claramente impactada–. No, son hermanos.

–¿Y? Mis padres eran hermanos, –comenta con total normalidad–, quiero alguien bueno para Aela, tu hijo será alguien adecuado para ella y así podra reclamar indirectamente su derecho al trono.

–¿Qué piensas hacer con Rhea?

Daemon apartó la mirada, no quería decirlo frente a Aela a pesar de que la pequeña no lo entendía, sentía que estaba traicionando a su propia hija. Hacer lo que fuera que haría era necesario para el futuro de Aela.

°°°°🐲

Daemon había partido hace un par de días sin decir a dónde iría, pero había dejado a Aela con Rhaenyra, por lo que la princesa estaba tranquila. Adoraba pasar tiempo con su pequeña, hacerle mimos y darse unas siestas juntas. Por el estado de embarazo de Rhaenyra aun no podía llevar a Aela a volar, pero cada que podía se lo permitía. La bebé hace muchos días ya tenía su primer onomástico y Rhaenyra no podía creer lo mucho que había crecido.

Dragon's Blood I: Pureza de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora