XXXVI-Reunión familiar

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Al anochecer toda la familia se reunió en el salón para compartir un banquete juntos como había pedido el rey. Los hijos de Aela y Jace estaban en sus aposentos, al igual que Joffrey, Aegon y Viserys.

El rey apareció tras un par de minutos de espera, haciendo levantar a todos y saludarlo. Aela tuvo lastima de su abuelo, ya estaba viejo y enfermo, ella sin duda no quería llegar a esa edad tan deprimente como para verse así. Apartó la mirada de su abuelo y la centro en su madre, la cual tenía enfrente. La princesa pensó que sin duda quería envejecer como Rhaenyra, quien a pesar de estar embarazada y tener muchos partos seguía siendo hermosa.

–Me hace feliz que mi familia esté reunida aquí hoy –el rey tomo la mano de su hija y la beso–. Mi niña, me honras con tu visita y con la presencia de mis nietos y sobrinas.

–Solo trato de hacerte feliz padre. –Rhaenyra beso la mejilla de este.

–Mi dulce niña. –beso la frente de Rhaenyra.

Aela se preguntó, por las caras de sus tíos, si alguna vez el rey habría sido tan cariñoso con ellos como lo era con Rhaenyra. Quizás no. Si el rey los hubiese querido, jamás se habrían convertido en los monstruos que ahora eran. Daeron ni siquiera estaba presente, eso hablaba mucho del pasado.

El rey jamás había tenido una relación cercana con sus hijos nacidos de su segundo matrimonio, por todos en la fortaleza roja era sabido que él solo tenía ojos para Rhaenyra y la descendencia de esta. Aela lo había hablado cientos de veces con Jacaerys, no le gustaría que ellos se enfocaran en solo uno de sus hijos, no quería que después se convirtieran en malas personas como Aegon o Aemond.

–Veo que mi hermano menor no está por aquí. –dijo Rhaenyra.

–Oh... Daeron, si, él  –se lamentó el rey, aunque Aela pudo jurar que ni siquiera lo recordaba–. Hace años no veo a ese muchacho. Alicent no deja que venga a la Fortaleza.

Todas las miradas se posaron en la reina verde, quien se sintió avergonzada al instante. Miró de reojo al rey con rencor. Aela pensó en Daeron, en lo poco que había conocido a su tío. Podía jurar que jamás habían tenido una conversación muy profunda. No más de un hola y adiós un par de veces a lo largo de los años.

–Daeron se está formando como un hombre en OldTown. No tiene tiempo de visitarnos –aseguró.

Rhaenyra sabía que ella mentía. Por muy loco que pareciera, de vez en cuando Daeron le enviaba cartas a su hermana mayor, pidiéndole ayuda para regresar con su madre; al principio Rhaenyra intentó ayudarlo, pero luego, al ver la negativa de la reina dejó de intentarlo. Ahora, Daeron no escribía a casa y eso era algo que entristecía mucho a Rhaenyra, pues al final se había quedado sin hermanos. Con Daeron perdió la última esperanza de recuperarlos.

Extrañamente todos se divertían en esa cena, a su manera, claro. Reían cada que el Rey y su hermano bromeaban entre sí o cada que Rhaenyra trataba de recordar quién había ganado la última carrera que ella y Daemon había hecho desde Desembarco del Rey hasta Rocadragón.

–Fue hace años, cielo –dijo Daemon riendo.

–¡Lo recuerdo! –se incluyó la reina–. Ganó Rhaenyra, Caraxes fue muy lento.

–Oh, si –murmuró el rey–. Rhaenyra y Syrax eran tan pequeñas... por eso lograron vencer a Daemon.

Todo el salón rió, excepto los hijos de la reina, que parecían más amargados con la edad. Las charlas siguieron entre los mayores y pronto, Aela y sus hermanos también decidieron crear su propio grupo.

–Creo que a este paso Baela nunca logrará montar a su dragona. –dijo Jace negando mientras reía al ver la cara de Baela.

–Esta más preocupada por montar otras cosas... –sugirió Luke tomando de su copa mirando de reojo a Baela.

Dragon's Blood I: Pureza de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora