III-Un segundo nacimiento

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Lady Rhea esperaba la llegada de su esposo y ahora, su nueva hija. Llevaba mucho tiempo fingiendo su embarazo y hoy por fin sería el día en que acabaría con esa farsa y dejaría de usar el puñado de telas que tenía que meterse bajo la ropa, era verdaderamente incomodo. También estaba faliz de volver a la cacería, algo que tuvo que dejar de hacer por su "embarazo".

Una bestia roja y larga paso por los cielos del Valle, en especifico en Runestone, lugar donde Rhea Royce era señora. La bestia roja aterrizo en el campo abierto en pleno día, nadie los vería, eso querían suponer. El príncipe Daemon llego hasta Rhea y le entrego a la bebé a una de las parteras que estarían con ella haciendo toda la pantomima.

—Pense que serías más discreto al llegar.

Se burló Lady Rhea al ver llegar al príncipe con un pequeño humano atado a su pecho.

—Es de Targaryen ser el centro de atención, viene en la sangre—se atrevió a bromear el príncipe—. Empiecen la pantomima al anochecer, quiero que se parezca a como fue su verdadero nacimiento.

—¿Para qué?—bufó la castaña—. ¿Para qué no toda su vida sea una mentira? ¿Piensas contarle si quiera quien es su verdadera madre?

—Claro que si,—dijo el príncipe ofendido—. Ella sabra quien es su madre desde que tenga uso de razón. Jamás permitiría que mi hija piense que su madre es la zorra de bronce.

Lady Rhea bufó ante el comentario del príncipe, ninguno se agradaba, pero podían convivir sin matarse mutuamente.

—Lleva a la bebé dentro, podría enfermar. Ni siquiera se como fuiste capaz de traerla en un dragón, tiene solo un día, Daemon.

—¿Qué? ¿Ahora eres un Maestre?—se burló—. Metete en tus asuntos Rhea.

El príncipe cargo mejor a la pequeña bebé y la llevo dentro, cuidando no ser visto por nadie. Caraxes volo hasta quedar tras un puñado de lomas que lo ocultaban fácilmente. "bestia astuta", penso Lady Rhea.

—Al caer la noche acabaremos con esto.

Lady Rhea y la partera entrerón al castillo y empezarón con los preparativos para el "alumbramiento". Lady Rhea hizo un gran trabajo fingiendo las pequeñas contracciones iniciales de un parto y pronto, al caer la noche, las parteras y un maestre entrarón a sus aposentos para poder hacer bien la pantomima. Afuera, se escuchaban gritos producidos por lady Rhea y para que estos se escucharan más realistas, esta era golpeada con un latigo en las piernas por una de las parteras, no era muy doloroso, pero si lo suficiente como para causar esos gritos.

Al acabar los sollozos las parteras tuvieron que hacer llorar a la bebé para que todo se viera más realista, la bebé lloro y por fín todo ese sufrimiento había acabado. Lady Rhea tomo a la bebé en brazos y se dio cuenta de lo bella y ángelical que esta se veía, sintió un profundo sentimiento que se apoderó de la parte superior de su estomago, aun que no lo admitiera, Lady Rhea siempre soño con tener una bella bebé; ahora la tenía y mientras pudiera, se prometió a ella misma que la querría como si fuera suya.

—¿Ya han pensado un nombre para la bebé?—pregunto una de las parteras, siguiendo el juego frente a todos los ahora presentes en los aposentos del alumbramiento.

—Aela—dijo el príncipe Targaryen—. Aela Targaryen, en honor a mi madre.

Al príncipe se le hizó un nudo en la garganta al decir aquello. Le habría gustado decir todo por lo que Rhaenyra la había nombrado, pero no podía, no pondría en peligro a su pequeña hija de esa manera.

—Un nombre precioso, mi príncipe—menciono alguna de las personas en la sala, probablemente algún familiar de Lady Rhea y opinaba lo mismo que esa persona: era un nombre precioso, digno se una princesa Targaryen, digno del amor que él y la princesa Rhaenyra se profesaban.

—Si me disculpan,—dijo el príncipe—, me gustaría cargar a mi hija y estar a solas con mi esposa, como familia.

Sin duda esa era la mentira más grande que el príncipe habría dicho nunca. Solo quería cargar a su pequeña niña, pero le importaba una mierda Lady Rhea y la estupida y falsa familia que ahora tenía con ella. Todos los que se encontraban en la sala asintierón y salierón de los aposentos. Daemon tomo a la bebé entre sus brazos y ahora, depués de mucho, se tomo el tiempo de admirarla con detenimiento. Era una bebé preciosa a sus ojos, jamás había visto a alguien tan perfecto en su vida, además de Rhaenyra, claro.

—Daemon—demando su atención la castalla—. Se que no es mi hija, pero ahora, frente a los Dioses, prometo que la cuidaré y la amaré como si fuera mía. No dejaré que nada le pase mientras yo viva.

El príncipe mantuvo contacto con Lady Rhea y por primera vez sientió algo por ella, un apreció, un nivel de apreció gracias a lo que estaba dispuesta hacer por su hija. Él le sonrió y ella hizo lo mismo. Quizas después de todo si que podían convivir en paz por su hija, porque ahora ambos tenían algo por lo que vivir y cuidar.

El príncipe y su hija se fueron de los aposentos de la ahora madre Rhea, y llegarón a los suyos propios. Le esperaba una larga noche al príncipe, no pegaría un ojo protegiendo a su pequeña dragoncita, la verdadera sangre de dragón.

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30/06/2023

Dragon's Blood I: Pureza de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora