V-Derechos y Reinas

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No iba a mentir, el príncipe Targaryen disfrutaba mucho de la compañía de Lady Rhea, quizas más de lo que le gustaría admitir, pero no era por nada, Lady Rhea había demostrado ser una buena madre para la pequeña dragoncita, algo que Daemon nunca esperó. Aela no se separaba nunca de Rhea, ni siquiera por Daemon y no le gustaba admitir que eso lo ponía un poco celoso, ¿cómo es qué prefería pasar tiempo con una desconocida que con él que si era su padre? No lo entendía.

El príncipe salió en busca de la pequeña, era hora de llevarla con su dragón, que había eclosiona unos cuentos meses atrás, ahora este ya lanzaba fuego y Daemon no veía la hora en la que su pequeña se convirtiera en jinete de dragón.

Encontró a Rhea y la bebé jugando fuera, con una arco y una flecha despuntada para no causarle daño a la pequeña princesa. Se acercó a ellas en silencio, siendo espectador de una muy linda escena.

—Esperó que cuendo crezcas nos llevemos así de bien, veras, nunca me han gustado los niños, pero tu eres encantadora—el príncipe sonrió al ver como Lady Rhea aplastaba delicadamente la pequeña nariz de la princesa—. Te prometo que te enseñaré a cazar, así también tendras una actividad que hacer conmigo, no solo volar con el amargado de tu padre.

—No soy amargado, es solo que no me caes bien—Daemon rió al ver la mueca de espanto en el rostro de Rhea y calló cuando la pequeña empezó a llorar—. ¿No sabes cargar bien a un bebé?

—Llora por tus malas vibras,—asegura Lady Rhea poniendose de pie—, deberías dejar de aparecer así por así, das miedo.

El príncipe rió, cargando a la bebé y haciendole pequeños mimos en la barriga que la hicierón reír fuerte sorprendiendo a ambos adultos. Su primera risa. Era la primera vez que la escuchaban carcajearse y eso enterneció el corazón de ambos. Daemon no pudo evitar pensar en Rhaenyra y en lo mucho que le gustaría compartir este momento con ella.

—Por cierto,—el príncipe se aclaró la garganta llamando la atención de Lady Rhea—. Pronto cumplira su primer onomástico, tengo que llevarla con Rhaenyra, ¿te gustaría acompañarnos?

A Lady Rhea le pareció tierna la manera en la que el príncipe la incluyó en sus planes, sin embargo, no veía correcto acompañarlo.

—No lo creo. Es un momento intimo entre ustedes, es mejor que me quede. Puedes decir que tenía que atender asuntos importantes en Runestone.

—Como quieras—dijó luego de algunos segundos—. La llevaré con su dragón, tal vez logré que diga Dracarys.

—Tú y tu obsesión por los dragones, Daemon—sonrió con burla Lady Rhea.

—Yo y me obsesión por los dragones, Rhea—el príncipe Taegaryen repitió lo mismo, guiñandole un ojo y desapateciendo hacia el patio dónde se encontraban los dragones.

—Idiota—murmuró Rhea sonriendo y tomando un camino diferente.

°°°°🐲

Rhaenyra esperaba impaciente fuera de la habitción de su padre, quien llevaba ya un rato discutiendo unas cosas con Ser Otto. Las puertas estaban cerradas, pero la princesa era capaz de escuchar lo que se discutía en esa habitación: su herencia. Otto no se cansaba de repetirle que nombrara a Aegon au heredero, sin emabargo, el rey se había dengado rotundamente a eso, alegando que Otto solo quería a su sangre en el poder.

Rhaenyra sonrió al escuchar eso: "su sangre", sabiendo que su padre le tenía algún tipo de repelente a los hijos de Alicent, aunque no pude evitar sentirse mal por sus hermanitos Aegon y Halaena, a quienes amaba con todo su corazón, sin embargo, no se inmuto al pensar en Aemond y el repelus que el rey le tenía a este. Rhaenyra no lo entendía, pero ese niño le causaba escalosfríos, penso que sentiría lo mismo por Daeron, pero no fue así, sentía un fuerte aprecio por Daeron, que apenas y tenía un par de Lunas.

Dragon's Blood I: Pureza de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora