XVI-Un ojo por un dragón

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El viaje de regreso fue muy reflexivo para Aela, esa última charla con Saera la había dejado mucho más pensativa de lo normal. Vidriagón también se encontraba un poco extraña, quizas por todos los sentimientos revueltos de Aela, se encontraban tan perdidas que en un un momento ambas se distrajeron haciendo que perdieran un poco el control debido al fuerte viento, a Aela se le escaparon de las manos las estatuillas que llevaba para Jace y Luke, las vio caer al mar y rápido fue por ellas, pero ya habían desaparecido en el inmenso oceano bajo ella. De pronto en su cabeza se formaron pensamientos diatorcionados: su mente reemplazo las estatuillas por sus hermanos y en lugar de ver a las estatuillas hundirse lo que se hundía eran ellos. Aela no pudo evitar llorar y apresuro a Vidriagón para llegar a Driftmark, ya casi anochecía, su madre seguramente iba a castigarla o peor, le contaría a su padre que se había escapado.

Al esconderse el sol aterrizaron en Driftmark con una sensación humeda en la larga playa, Aela dejo a Vidriagón ahí y corrió para llegar al castillo. Al llegar le sorprendió ver que no había nadie vagando ni guardias que la esperaran así que supuso que nadie había notado su ausencia, eso la tranquilizo mucho. Estaba por llegar a la puerta del castillo cuando escuchó un fuerte golpe que provenía de las gradas que bajaban a la parte llena de piedras del castillo, Aela escucho la voz de Otto, la mano del rey, y fue de inmediato a ver que sucedía. Era Otto, golpeando y gritandole a Aegon, a pesar de que Aela odiaba un poco a Aegon no pudo evitar sentirse mal por este así que decidió intervenir.

-Lord mano -gritó la princesa acercandose a las gradas-, me preguntaba si sabría donde esta mi tío, el rey Viserys.

-Tío -murmuró riendo Otto, Aela pocas veces lo llamaba así-, así que ahora es su tío, princesa.

Aela apretó los dientes. Fuera de la fortaleza estaba obligada a llamar tío a su abuelo, para seguir con la mentira de que Rhaenyra no era su madre.

-Se lo pregunto porque escuche que el rey lo buscaba desesperadamente, pero veo que solo perdía el tiempo retando al príncipe. ¿Acaso es usted su padre o madre para tener el derecho de hacerlo?

-Soy su abuelo -Otto apretó los dientes, le hervía la sangre cada que veía a la princesa y ver que esta era una copia exacta de Daemon en cuanto a carácter.

-Sigue sin ser derecho suficiente, el príncipe le pertenece a la casa Targaryen, no creo que usted sea un Targaryen -Aela lo escaneó de arriba a bajo con desdén-. Solo es un simple segundo hijo de OldTown que sirve a la corona. Regrese a su lugar, mi Lord, tras del rey.

Otto quería golpearla, su sangre hervía con cada palabra que la princesa pronunciaba y lo iba hacer, iba a golpearla como lo hacía con Aegon, pero se detuvo al ver a los guardias de Driftmark hacer su patrulla nocturna, los cuales se quedaron cerca al ver a la princesa y al príncipe Targaryen ahí. Uno de ellos se acercó a la princesa y se agacho hasta su altura haciendole una reverencia en el proceso.

-¿Se encuentra bien, princesa? -cuestionó el guardia aun con la cabeza baja-. ¿Requiera que la escoltemos hacia sus aposentos en el castillo?

-No hace falta, Ser. Vine con mi primo, el príncipe Aegon a ver a nuestros dragones -el guardia giró a ver al príncipe que se escondió un poco pues tenía sangre en el rostro-. Puede retirarse, Ser. Ah, puede acompañar a Lord Hightower a los aposentos del rey, creo que era requerido.

Aela observó con superioridad a Otto y este solo pudo dedicarle una mirada mortal. Pronto fue escoltado por los guardias dentro del castillo y se perdieron en la oscuridad de este. Aela regreso su atención a Aegon y se acercó a corroborar como estaba.

-¿Te duele mucho? -preguntó acariciando la mejilla colorada del príncipe, pero este no respondió-. Vamos a mis aposentos, te curaré ahí.

Aela agarro la mano de su tío y lo condujo por todo el castillo hasta llegar a los aposentos de la princesa, los cuales estaban en el rincón más perdido del castillo, esto debido a los sueños de Aela, se levantaba gritando tiritando de miedo, por lo que la mantenían alejada de sus hermanos y hermanas para que no se enteraran. Ambos entraron y Aela dejó a Aegon en uno de los sillones para buscar algo con que curarlo. Pronto encontro lo que las criadas llevaban para curarla, pues en algunos sueños era capaz de causarse heridas graves a sí mísma.

Dragon's Blood I: Pureza de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora