–¿Puedes quedarte quieto? –suplicaba Aela a Jacaerys.
–Lo haría si la posición fuera cómoda.
–Hermana, ¿ahora este es tú nuevo pasatiempo? –pregunto Rhaena sosteniendo un pincel con curiosidad–. Pensé que te gustaba más entrenar con la espada y no... el arte.
Si bien, Aela odiaba mucho las cosas manuales que no tuvieran que ver con la guerra o la espada, pero en uno de sus viajes a Volantis conoció a un par de pintores que hacían retratos y se intereso por ello. Ahora, pedía a Jacaerys que posara para retratarlo; sin embargo, la posición era demasiado incomoda: Jace sosteniendo su espada en alto mientras cargaba un escudo. Estar así por mucho tiempo era demasiado para el príncipe.
–Quiero hacer cosas nuevas –dijo la princesa sin importancia–. Tú eres toda una dama y yo... bueno, yo podría esforzarme por ser más delicada.
Nadie juzgaba a Aela por preferir luchar que ser un refinada dama como Rhaena, pero ella desesperadamente, ahora que tenía hijos, quería experimentar más cosas para saber que enseñarles a sus hijos y que no.
–¿Pero en serio tengo que sostener el escudo? La espada me parece suficiente.
–Creo que su hombro se va a caer –murmuró Baela junto a Luke y Joffrey.
–¿Qué se le caiga es malo? –pregunto el pequeño Aegon de casi cinco onomástico.
Aela suspiro cansada y decidió dejar el retrato de Jacaerys para después. Sin embargo, Aegon quería que su hermana mayor lo retratará, por lo que se sentó en un banco y se quedó quieto y sonriente. Los mayores se fueron, les parecía aburrido que Aegon estuviera tan tranquilo. Al final los únicos que quedaron en la habitación eran Aela, Aegon y Viserys. Aela definitivamente consentía demasiado a ambos, y si tenía que admitir algo, era que su más grande amor era su hermanito Aegon desde que había aprendido a hablar, pero jamás lo diría frente a sus otros hermanos.
–Ya esta.
Aela le mostró a Aegon su retrato, el niño abrió sus ojos violetas oscuros como la noche y le sonrió dulcemente a su hermana.
–¿Puedes hacerme uno con Vi, Aeli? –preguntó Aegon ilusionado.
–Por supuesto.
Sentó a los dos niños juntos y empezó el retrato. Esta vez, los niños no estuvieron tan callados como de costumbre. Ambos solían ser muy revoltosos y cansinos si estaban juntos, pero casi nunca lo eran con Aela, siempre hacían todo lo que ella decía y la acompañaban a todos lados. Aela amaba a sus hermanitos.
–¿Rhaegar puede volar conmigo? –preguntó Aegon, que normalmente era el más bullicioso.
–Bueno, cuando tu puedas volar, consideraré si darte el permiso de llevar a Rhaegar o no. –sentenció Aela.
–¿Y Daella?
–También lo pensaré.
–Vi, –jaló a Viserys de su manita, aunque el niño nunca prestaba mucha atención–. ¿Quieres ir a ver a nuestro dragones luego? –Viserys asintió distraído, poniéndole atención a Aela–. Vi, creo que moriré pronto.
Aela se quedo completamente petrificada al escuchar a Aegon. La princesa dejó de pintar y se acercó corriendo a sus hermanitos preocupada. Aela no sentía nada mal con respecto a Aegon, quizá el niño estuviera bromenado. Viserys no entendía porque Aela tenía una cara tan preocupada, pero se preocupó de la misma forma.
–Aegie, ¿por qué dices eso?
Al pequeño le brotaron un par de lágrimas de los ojos y cuando pensó que ya era suficiente de llorar, abrió la boca y con sus pequeños deditos señaló sus dientes.
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Dragon's Blood I: Pureza de sangre
FanficAela Targaryen, dispuesta a dar su vida por los que ama, una guerrera nata e inteligente, todo lo que la sangre de dragón es. La princesa Aela Targaryen, la verdadera sangre de dragón... Tan bella como la luna y tan peligrosa como la noche, eso era...