XXV-Unión de sangre.

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La llegada a Rocadragón fue aún más incomoda de lo planeado a pesar de que Aela pensaba que todo estaba mejor entre sus padres y ella. Los recibían en la entrada las hermanas y hermanos de Aela, junto con la abuela Rhaenys. Sus padres estaban un poco más serios de lo normal, percibía una especie de tensión entre ellos, quizá habían discutido por el asunto del compromiso, pero ya no había marcha atrás con la desición que tomó en Desembarco del Rey.

Aela se acercó a Jacaerys y lo abrazó fuerte, necesitaba su afecto ahora más que nunca. Jacaerys la aceptó feliz, aunque incómodo, sentía como si todos pudieran saber lo que ambos ocultaban desde hace meses y no quería que se enterasen de esa forma.

—Lo saben —le susurró Aela—. He tenido que contárselo a ambos. Y puede ser que él abuelo y toda la corte lo sepa ya.

–¿Se los has contado sin mi?

Las palabras de Jacaerys eran de dolor puras, Aela lo entendió, se supone que lo contarían juntos luego de que Aela hablara con su madre. Pero la corte ya lo sabía, no había marcha atrás.

–Querían que Aemond y yo nos casaramos, no podía...

Jacaerys asintió, ahora ya no le importaba tanto lo anterior, prefería mil veces eso a que Aela estuviera comprometida con Aemond.

Aela se separo de Jacaerys y este afrontó la mirada decepcionada de su madre, al menos Daemon parecía feliz al verlo. Ser los mayores siempre era difícil para ambos y se habían topado muchas veces con miradas desaprobatorias, siempre habían afrontado todo eso juntos, esta no sería la excepción.

—Los quiero a ambos en el salón de la mesa pintada , ahora —exigió Rhaenyra apuntando a ambos.

Todos se sorprendieron por la dureza con la que habla hacia ambos, Lucerys, que era el único al que Aela le había confiado el secreto aparte de Andar, observaba a sus hermanos mayores con una sonrisilla pícara sabiendo lo que le esperaba a los dos. De igual forma, Luke estaba feliz por sus hermanos, si ellos sentían por el otro el mismo amor que él mismo sentia por Rhaena, podía entenderlos y apoyarlos.

—Mamá, hemos viajado por horas, tal vez...

–AHORA –repitió Rhaenyra.

Jacaerys y Aela asintieron siguiendo el paso de su madre mientras Daemon se rezago un poco para hablar con Rhaenys.

—¿Qué ocurre? —Rhaenys se acercó a Daemon mientras cargaba a Aegon.

—Ya te lo contaremos, prima —murmuró Daemon despidiéndose con un beso de Aegon y besando a sus hijas en la frente. También alzó en brazos a Joffrey y revolvió el cabello castaño de Lucerys amistosamente—. Cuando terminemos con ese par siguen ustedes —señaló a Rhaena y Luke.

Ambos mencionados se miraron entre sí sin entender que sucedía, lo cierto era que Daemon también se había percatado muy bien de como eran de cariñosos. Quizá otro compromiso no vendría mal.

°°°°🐲

—Nos amamos, ¿por qué es tan difícil para ti? —exigió saber Aela—. ¿No quieres que seamos felices?

La princesa sentía que su madre la despreciaba en esos momentos, ¿por qué le era tan difícil aceptarla como esposa para Jacaerys? Se supone que ella tendría que ser la primera en apoyarlos, pero no lo estaba siendo.

—Por los dioses, Aela, por supuesto quiero que sean felices. Pero nos han mentido —murmuró decepcionada—, y no puedo creerlo, Jace, tú ya tenías un compromiso con Baela. Lord Corlys...

—¿Ya estabas comprometido? —dijo Aela dolida—. Por eso estabas nervioso de que hablara con nuestra madre.

Los ojos palidos de Aela se cristalizaron, se sentía ahora traicionada no solo por su madre sino también por Jacaerys.

Dragon's Blood I: Pureza de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora