El príncipe Jacaerys había logrado conseguir que su esposa no emprendierá su viaje al muro, había luchado durante un mes entero por eso; sin embargo, eso no había sido suficiente como para evitar que la salud de la princesa empeorará. Jacaerys sabía que el embarazo la estaba consumiendo poco a poco y temía enormemente perderla. Esa noche, fue a las criptas de Winterfell, pasando por el lado de su dragón hasta llegar a Vidriagón, la dragona de su esposa. Se acercó a ella con las manos en alto y se arrodilló frente a la gran y temible dragona.
—Se que amas tanto a Aela como yo lo hago —mantenía la mirada abajo y las manos en alto—. Tienes que dar una nidada, por favor. Necesita magia, tú magia... Si pudieras...
La dragona exhaló humo por sus fosas nasales advirtiendo al príncipe. Nadie más que su jinete podía hablarle de esa forma; si fuera otra persona seguramente ya no estaría respirando, pero era Jacaerys, el amor de Aela y jamás se atrevería a dañarlo.
—Lo sé, —asintió decaído—. Podríamos perderla... no quiero perderla. Porfavor.
Vidriagón no hizo ningún movimiento brusco y poco a poco se acercó a la mano del príncipe para dejar que este la acaricie. Jacaerys supo que ella también haría lo que fuera para salvar a Aela. Jacaerys acarició el hocico escamoso de la dragona y jugueteo un poco con ella. Vidriagón nunca dejaba que alguien que no fuera Aela la tocará, ni siquiera Aegon logró hacerlo en su momento, pero Jacaerys era diferente, él corazón de Aela latía fuertemente por él y eso Vidriagón lo sabía muy bien.
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Los norteños estaban reunidos al rededor de las criptas termales de Winterfell, esperando por la llegada de los príncipes Targaryen. Anoche, Lord Cregan, que había entrado a las criptas a rendir homenaje a su padre, encontró a la dragona cerca de la tumba. No se acercó demasiado, sin embargo logró ver unos cuantos huevos cerca de ella. Espero al amanecer para contárselo a la princesa, supuso que ella sería la más interesada por saberlo antes que nadie.
La princesa llegó junto a su esposo a la cripta, siendo recibidos por los guardias que no dejaban que nadie más entrará a las criptas, ni siquiera la media hermana bastarda de Lord Stark y eso era algo que la enfurecía; como hija bastarda no tenía un poder alguno, pero su hermano le había concedido ciertos privilegios, la dejaba hacer lo que quisiera, pero prohibirle la entrada... ella no sabía lo que sucedía, por lo que se enfureció terriblemente.
Aela sintió el calor del lugar envolverla y regresarle un poco la vida al cuerpo, extrañaba su hogar, Rocadragón, y a su familia, a su madre... en serio extrañaba mucho a su madre. Se acercó a Vidriagón con cautela para no asustarla. Vidriagón a pesar de ser una dragona muy grande y temible, era muy asustadiza cuando se encontraba en una posición de desventaja, la desventaja en este caso eran sus huevos, pues preferiría morir antes que alguien se los arrebatase.
—Ya estoy aquí, Vi —la tranquilizó Aela—. Ellos no te harán daño, preciosa.
Jacaerys observaba la escena de Aela y Vidriagón desde más atrás, junto a Lord Stark.
—¿No se supone que esas bestias solo ponen nidadas en lugares muy calientes?
—No son bestias —dijo Jace molesto—. Aela necesita los huevos para su parto, Vidriagón... digamos que la esta ayudando. Además, el norte debería sentirse alagado de que Vidriagón les haya regalado un nidada entera de cinco huevos.
—¿Regalos? —preguntó confundido—. Es decir, que honor que Vidriagón haya puesto una nidada en Winterfell, pero... no es más que una nidada que regresará a Rocadragón.
Jacaerys iba a replicar, pero Aela se acercó acariciando su barriga hinchada. Parecía estar feliz y mejor de salud, definitivamente los huevos habían ayudado.
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Dragon's Blood I: Pureza de sangre
FanficAela Targaryen, dispuesta a dar su vida por los que ama, una guerrera nata e inteligente, todo lo que la sangre de dragón es. La princesa Aela Targaryen, la verdadera sangre de dragón... Tan bella como la luna y tan peligrosa como la noche, eso era...