Capitulo 11: Bajo las estrellas

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La noche envolvía el cielo con su manto estrellado, y mi corazón latía con anticipación al baile de las estrellas. Vestido con un traje negro adornado con sutiles detalles plateados, me enfrenté al espejo con la esperanza de que mi cabello se comportara, pero, como siempre, tenía planes propios. Aun así, una sonrisa juguetona se dibujó en mis labios al contemplar mi reflejo.

Mientras esperaba a Draco, lo vi acercarse con una elegancia natural que dejaba sin aliento. Su traje blanco irradiaba pureza y estilo, haciendo que cada paso fuera como un baile celestial. Sus ojos grises, como la bruma de una mañana serena, resplandecían bajo el resplandor de las estrellas, y su cabello rubio parecía capturar la luz de la luna misma. No pude evitar halagarlo cuando se acercó.

—Draco, estás deslumbrante —murmuré, con admiración sincera.

Él bajó la mirada, ligeramente avergonzado, pero una sonrisa tímida iluminó su rostro. —Gracias, Apolo. Tú también te ves increíble —respondió con suavidad, devolviendo el cumplido.

Nos dirigimos juntos hacia el salón del baile, compartiendo el brillo de la noche y la alegría de la compañía mutua.

El Baile de las Estrellas estaba en su punto álgido cuando llegué con Draco. La música resonaba en el Gran Salón, y las luces parpadeaban en tonos de azul y plata, creando una atmósfera mágica y festiva. A pesar del bullicio y la alegría a nuestro alrededor, una determinación silenciosa ardía en mi interior.Draco parecía emocionado por la noche por delante, pero también nervioso por cómo serían recibidos por los demás. Podía ver la chispa de incertidumbre en sus ojos, pero también la esperanza de que esta noche fuera diferente, especial.

Decidí hacer todo lo posible para demostrarle a Draco que merecía estar con alguien que realmente lo valorara, alguien que no lo lastimara ni lo hiciera sentir menos de lo que es. No permitiría que se volviera a ilusionar con un idiota como Potter. Mientras nos adentrábamos en la multitud, me tomé de la mano de Draco con confianza, transmitiéndole mi apoyo silencioso pero sólido. Bailamos juntos, riendo y disfrutando el momento, ignorando las miradas curiosas y los susurros que nos rodeaban.

Cada gesto, cada palabra, estaba imbuido con la determinación de mostrarle a Draco lo especial que era, lo mucho que significaba para mí y lo merecedor que era de amor y felicidad. No permitiría que nada ni nadie se interpusiera en su camino hacia la alegría.

Mientras nos deslizábamos juntos por la pista de baile, la melodía lenta llenaba el Gran Salón con su suave cadencia. Las luces tenues y el ambiente íntimo nos envolvían, creando un momento de conexión única entre Draco y yo.

A medida que nos movíamos al compás de la música, me acerqué un poco más a Draco, permitiendo que nuestras miradas se encontraran en un silencioso entendimiento. Sentí la calidez de su mano en la mía, su presencia reconfortante a mi lado.

― Draco... ―susurré, mi voz apenas un murmullo en el aire cargado de emoción―. Esta noche es mágica, pero no se compara con lo especial que eres para mí.

Draco me miró, sus ojos centelleando con una mezcla de sorpresa y gratitud. Una sonrisa suave curvó sus labios, y su respuesta fue igual de sutil pero llena de significado.

― Apolo... ―susurró, su voz suave como un suspiro de la brisa nocturna―. Estoy feliz de estar aquí contigo. Gracias por hacer de esta noche algo inolvidable.

Mientras me perdía en el baile con Draco, noté una presencia en la periferia de mi visión. Al girar la cabeza, vi a Harry en un rincón, su expresión oscura y tensa. Un atisbo de molestia se agitó en mi interior, pero lo aparté rápidamente.

En ese momento, solo importaba Draco y yo, y la conexión que compartíamos en la pista de baile. Las preocupaciones sobre Harry y sus sentimientos eran triviales en comparación con la felicidad que sentía al estar con Draco.

Decidí dejar de lado cualquier pensamiento sobre Harry y concentrarme en el presente. Con cada paso de baile, con cada mirada compartida con Draco, me sumergí más profundamente en el momento, dejando que la música y la magia del baile nos envolvieran por completo.

Las sombras del pasado no tenían cabida en este instante de amor y complicidad. Era nuestro momento, y estaba decidido a disfrutarlo al máximo, sin dejar que nada ni nadie lo empañara.

Y a partir de ahora, haría todo lo posible por conquistar el corazón de Draco, demostrándole cada día cuanto significaba para mí.

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Después del baile, mientras Draco se dirigía hacia la mesa de bebidas, noté a Harry acercándose a mí con una mirada intensa. Sus ojos reflejaban una mezcla de molestia y determinación, lo que me hizo levantar una ceja con curiosidad.

-¿Qué se te ofrece, Potter? -pregunté, con una sonrisa ligeramente irónica, esperando ver qué juego quería jugar esta vez.

Él se detuvo frente a mí, cruzando los brazos sobre el pecho.

-Solo quería decirte algo, Apolo -respondió con una voz tensa, como si estuviera reprimiendo algo más profundo.

Intrigado, decidí jugar un poco más.

-Entonces, adelante. Estoy todo oídos -dije, animándolo a continuar.

-Draco me escogió a mí, y siempre me escogerá a mí -declaró con seguridad, como si quisiera dejar las cosas claras desde el principio.

Dejé escapar una risa suave y burlona, disfrutando de la tensión creciente entre nosotros.

-¿De verdad lo hizo? -repliqué, dejando entrever una sonrisa seductora mientras lo miraba fijamente, saboreando cada momento de esta pequeña confrontación.

Mis palabras parecieron encender una chispa dentro de él, y pude ver cómo sus músculos se tensaban aún más.

-Sí, lo hizo -afirmó con firmeza, desafiándome con su mirada.

Decidí seguir provocándolo un poco más.

-Bueno, Potter, parece que estás bastante seguro de ti mismo. Pero, ¿qué tal si te digo que las cosas no siempre son como parecen? — Dije con un tono de seguridad en mis palabras.

𝑪𝒐𝒏𝒔𝒕𝒆𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 & 𝑬𝒔𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 || 𝑨𝒑𝒐𝒍𝒐×𝑫𝒓𝒂𝒄𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora