CAPÍTULO 10

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En otro lugar, más específicamente en un café, Patrik se hallaba en una pequeña cita

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En otro lugar, más específicamente en un café, Patrik se hallaba en una pequeña cita.

- ¿Dijiste que trabajas en cosmética? - consultó apático.

- Sí, sí, ¿y tú trabajas en hoteles, verdad?

- Contabilidad.

- ¿Pero en un hotel, no?

Asintió. << Dios mío, esta mujer no se calla y lo único que ha hecho desde que llegamos es contarme de sus antiguos empleos o novios. Además, se ve que solo quiere dinero. Maldita sea, no debí inscribirme a estas apps de citas >> - disculpa, tengo que ir al baño. << Al fin, voy a tener que decirle que me siento mal o algo >> De pronto, sintió un pequeño choque - oye, ¿por qué no te fijas? - clamó aturdido.

- Perdón, pero no es mi culpa.

- ¿Qué?.

- Para ser sincera, estabas mirando tu celular y yo venía apurada - señaló con las manos en su cintura.

- Aún si yo estuviera con el celular en la mano, debiste verme.

- No, fíjate que no te vi- río burlona.

- Entonces cómprate unos anteojos...

- ¿Ah? ¿Oye, estás mal de la cabeza o algo? Si quieres, te puedo recomendar un buen hospital.

- No tengo tiempo para tonterías, mucho menos para mujeres tan obstinadas y maleducadas como tú.

- Disculpa, ¿dijiste algo? Es que soy una mujer ocupada y justo me llegó un mensaje- clamo mientras observaba su celular.

Molesto, Patrik se dio la vuelta y comenzó a caminar- sabes que!- volteó a verla pero ella ya no se encontraba allí , entonces molesto se dirigió a su cita y La terminó para dirigirse a su trabajo.

Mientras tanto, Ava, llena de conflictos internos, se hallaba tres días después en el departamento de Alexander, a punto de subir por el ascensor. Suspiró. << Vamos, Ava, tú puedes. Dile la verdad. Has estado evitando esto por días. Además, sabes muy bien que él cree que eres Claris, así que no puede gustarte, mucho menos un beso. Sí, llegó la hora. >> Pensó mientras la puerta del ascensor se cerraba. Una mujer de pelo castaño ingresó de prisa, con una bolsa llena de víveres y productos de limpieza.

Ambas se miraron y mantuvieron una pequeña conversación, la típica charla de desconocidas a punto de visitar a un conocido.

- ¿No está pesada la bolsa, señora?

- Un poco, sí, pero ya casi llego al departamento de mi hijo.

- Aún así, si quiere, puedo ayudarle. ¿A qué piso va?

- Quinto.

- De acuerdo, yo también voy a ese piso. Deje, le ayudo - tomó una de las bolsas en sus manos y, al abrirse el ascensor, insistió en ayudarla hasta la entrada. Lo que ella no esperaba es que el departamento al que la mujer se dirigía fuera el de Alexander.

CARESS THE  HEARTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora