CAPITULO 4

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Unas horas antes

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Unas horas antes...

Ava limpiaba el resto del vidrio del piso cuando chocó contra la esquina de la mesa con su cabeza.

<< Esto es demasiado peligroso para un hombre ciego, además no solo es la mesa, es todo el lugar. Me aseguraré de limpiar todo y lo haré seguro para él. De esa forma no me sentiré tan culpable de mentirle o al menos habré hecho algo por él >>

Miró su teléfono y buscó en su cuenta bancaria. Se aseguró de tener el dinero suficiente y, mientras bajaba por el ascensor, se encontró con uno de los vecinos en el.

- ¿Eres una inquilina nueva? -preguntó una mujer mayor embarazada.

- Ah, no, yo vine de visita.

- Con razón no reconocía tu rostro, ¿por casualidad eres algo del hombre que se mudó recientemente al edificio?

- Sí, soy... soy su prometida -expresó dudosa.

- ¿Eso es pregunta o afirmación? -acentuó con una sonrisa.

- Soy -suspiró-, soy su prometida, me llamo Claris, sí, Claris.

- Bueno, Claris, un placer.

Las puertas del ascensor se abrieron y ambas comenzaron a caminar hacia la salida.

- Disculpe, ¿sabe usted de alguna ferretería cerca?

- No.

- Mi prometido es no vidente y quería asegurar el departamento. Él vive con su amigo según sé, pero si está solo es muy peligroso.

- No sabía que teníamos un vecino con esas características.

- Él es muy tímido, me preocupa.

- En ese caso, pregúntale al encargado, tal vez tenga algo en su despensa. O también puedes preguntarle a Henry, vive en el tercer piso, él y Carlos estudian arquitectura, tal vez tengan algo que pueda servirte.

- Gracias.

- No hay de qué. Por cierto, me llamo Elena, mi esposo y yo vivimos en el séptimo piso. Si quieres conversar o necesitan ayuda, estaremos en el 120.

De esa forma tan singular, Ava hizo su primera amiga en el edificio. Tomó un tiempo, pero gracias al encargado del edificio logró conseguir unas cuantas herramientas. Consultó a los vecinos y fue a la ferretería acompañada de una mujer rubia y uno de los arquitectos del tercer y cuarto piso, quienes le ayudaron a comprar lo necesario para instalar todo en cada esquina. Luego, informó a los demás vecinos la situación de Alexander.

Ava logró que aquellos en el edificio se acercaran a Alexander en los siguientes días. Sí, para él fue un poco incómodo al principio, pero terminó acostumbrándose después de unos cinco días. Aun así, se sentía molesto. La mujer que logró poner su vida de cabeza en tan solo una semana no aparecía y, como ni siquiera sabía su verdadero nombre o tenía cómo comunicarse, se sintió abandonado.

CARESS THE  HEARTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora