Capitulo 25

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En aquel estacionamiento frío, los tres jóvenes se miraban mutuamente con una palpable inquietud

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En aquel estacionamiento frío, los tres jóvenes se miraban mutuamente con una palpable inquietud.

— ¿Estás consciente de lo que acabas de decir? —preguntó perpleja Claris.

— Daniel, agradezco la oferta, pero ya he mendigado suficiente, y si te soy sincera...

— Ava, a ti te gusta mi hermano, ¿verdad? —expresaba con una voz tenue, llena de frustración y desánimo.

La joven Ava se mantuvo en silencio y, ante aquello, Claris, mirándola irónica, susurró— Eres igual a tu hermano, ¿sabes?

— ¿Qué? —desconcertado, abrió los ojos de par en par.

— Solo pensaba en voz alta —replicó.

Cansada y llena de agobio, la mujer castaña dijo— Yo creo que es mejor que me vaya. Y, Daniel —al mirarlo con una leve sonrisa, soltó—, gracias por tu ayuda, pero realmente no quiero —apretó con fuerza sus manos—, no podría perdonarme lastimarte también. Después de todo, aunque fue poco tiempo, eras como mi amigo.

Frustrado, Daniel solo se quedó en silencio y las vio marchar.

Días después, gracias a la comisión, Ava tomó un descanso del trabajo y, como se acercaban sus exámenes finales, no le quedó otra que ir a la universidad. Aunque tenía miedo, no quería tener que abandonar sus sueños una vez más por el solo hecho de tener miedo otra vez.

Por otra parte, Alexander le pidió a Claris reunirse, pues necesitaba no solo hablar, sino que, ante la ausencia de Ava, se sentía inquieto. Entonces, esa misma tarde, en un café.

Vestida formalmente, la pelirroja que aguardaba en la mesa fue atendida por el mesero, quien le entregó un café y tostadas. Se disponía a comerlas, pero antes de probar un bocado, llegó Alexander con un rostro amargo y se sentó frente a ella.

— ¿Le dijiste algo? —consultó inquieto y frío.

— ¿Qué? —soltó desconcertada—. Alex, si estás teniendo un mal día, te pido que no te desquites conmigo. Por nuestro pasado es que estoy aquí.

— Lo siento.

— Creo que no fue buena idea venir —tomó su bolso y se dispuso a marcharse.

— Espera —clamó angustiado y exaltado—. Lo lamento, por favor, Claris.

Se cruzó de brazos y, luego de hacer una mueca con sus labios, se sentó nuevamente—. La verdad no lo entiendo. Yo creí que tal vez, si tenías tantos planes de casarte conmigo, ¿cómo es que cambiaste de opinión tan rápido? —Alexander la miró confundido y apenado—. De hecho, no importa mucho, yo también estoy con alguien.

— ¿Qué? —soltó un poco decepcionado.

— Él es mucho más de lo que yo podría pedir. Es un buen chico, tal vez incluso... —bajó la cabeza con una sonrisa como si pensara en el futuro y, al mirar a Alexander, podía verse el amor en sus ojos—. De hecho, me alegro. No solo porque te guste alguien, Alex, sino porque Ava también se lo merece.

CARESS THE  HEARTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora