CAPITULO 17

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Los dos días siguientes, Daniel no salió de su habitación y su familia comenzaba a preocuparse

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Los dos días siguientes, Daniel no salió de su habitación y su familia comenzaba a preocuparse. Aun así, el martes por la mañana decidió hablar con su hermano; al menos eso creía, ya que en realidad fue a su departamento con la ilusión de ver a esa mujer.

—Hola, Patrik —ingresó al departamento y vio a Alexander sentado en el sofá con un sándwich de queso—. Hola, hermano.

—¿Daniel?

—Sí, soy yo. Podemos hablar —un poco nervioso miró a su alrededor como buscando a alguien.

Alexander, que notó su inquietud, se molestó y preguntó—: ¿De qué vamos a hablar? ¿De cómo trataste a mi novia?

—¿Y cómo quieres que la trate? Dime.

—Ya lo habíamos hablado; ella no tuvo la culpa, fue el auto.

—Pero si no hubieras usado el auto en primer lugar...

—¿Entonces es mi culpa? Sabía que aún necesitaba arreglos, y quise ir a buscar ese regalo.

—¿Entonces por qué no fue a visitarte? Al menos debió llamar. Mira, no vine con la intención de pelear, solo...

—Voy a hacerte una pregunta.

—Dime.

—El día de la cena, tú... —mordió su labio inferior y suspiró—. ¿Tú crees que por ser ciego no puedo comprender las cosas?

—No, yo...

—La amo. No sé por qué ella no fue al hospital; ni siquiera sé cómo es que... Mira, no te pido que lo entiendas; después de todo, yo mismo no lo sé. Solo te pido que me respetes.

—No puedo, no es que no te respete, pero ¿alguna vez te pusiste en mi lugar? ¿O en el lugar de mamá? Sí, eres tú quien sufre, pero ¿y nosotros? —desesperado, comenzó a llorar. Se levantó del sillón, se acercó a él y se apoyó en la pequeña mesita blanca. Colocó sus manos sobre las rodillas de Alexander y exclamó—: Ese día yo sentía que moría, tenía tantas ganas de vomitar y llorar. Y mamá, mamá estaba destrozada. No la quiero, no quiero a esa mujer, la odio.

—Daniel.

—¿A quién más voy a culpar? Si me pides que la perdone, no quiero. ¿A quién se supone que debo odiar entonces? —gritó.

—Daniel, escu...

—Es una mentirosa —recordó la vez en que la conoció—. Me aseguraré de que jamás se acerque a ti de nuevo.

—¿Qué? —nervioso, notó cómo Daniel comenzaba a dirigirse a la salida—. Daniel, espera. ¿Dónde vas? Espera... —por los nervios, se tropezó con sus propios pies.

—¿Estás bien?

—Escucha, necesitamos hablar de algo. Espera.

—Si estás bien, entonces me voy.

CARESS THE  HEARTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora