Alexander Orión es un empresario hotelero que en el 2019 tuvo un accidente en su auto, el cual le hizo perder la vista.
Ava es una estudiante a maestra y mejor amiga de la ex prometida de Alexander, un día ella descubre que ella planea dejarlo solo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En una esquina cerca del departamento de Ava, una mujer de más o menos unos 45 años se hallaba limpiando la acera cuando:
—Disculpe —dijo una voz ronca—, ¿sabe dónde vive esta mujer? —preguntó, mostrando una foto en su celular.
—Oh, joven, claro, esa es Ava, trabaja en un bar cerca de la universidad de mi nieto —exclamó con una sonrisa y se acercó tocando su hombro—. Mira, querido, ¿ves esa casa de ahí?
—¿La de color rojo?
—Sí, esa. Bueno, en la intersección hay un complejo; ahí hay una serie de habitaciones y departamentos. Ella vive en ese lugar.
—Gracias, señora.
—Espera, joven, ¿usted es amigo de Ava?
—¿Yo? Mmm... bueno, podría decirse —exclamó irónico, con una sonrisa altiva.
—No me diga que es su novio. Vaya, es muy guapo.
—Gracias —expresó con una amplia sonrisa—, pero lamentablemente aún no somos novios. ¿Por qué lo pregunta?
—Es una pena, es que últimamente no se la ve mucho; escuché que está muy ocupada con la universidad y el trabajo.
—Sí, eso es normal en ella, no se preocupe. Gracias por la información, hasta luego...
Mientras la mujer se despedía, la sonrisa gentil y amigable de su rostro se disipó, convirtiéndose en una expresión de asco y rabia.
—Señora metiche, no dejaba de hablar. Debí preguntarle a alguien más. Bueno, al menos ahora sé dónde es —murmuró. Al llegar al lugar, encontró una lista de nombres y los pisos donde se encontraba cada persona. Tocó varias veces, pero nadie le atendió—. Vamos, Ava, contesta —su furia era notable. Tomó su teléfono y se tomó una foto sonriendo en la acera, dando vista al lugar donde se encontraba.
La tensión crecía cada vez más. Alexander sentía un peso en el pecho al notar cómo su hermano, bajo el pretexto de cuidarlo, no dejaba de observar a Ava. Cada vez que intentaba siquiera cruzar una mirada con ella, un ardor de celos le recorría el cuerpo, intensificando su frustración.
Por otro lado, Marlen, aparentemente indiferente al conflicto silencioso entre sus hijos, se preocupaba solo por el pie lastimado de Alexander. Sin perder más tiempo y decidida a ayudar, salió de la habitación para pedirle al vecino un botiquín de primeros auxilios.
Los tres jóvenes se quedaron en silencio, uno muy agrio y frío, hasta que Daniel se apartó cuidadosamente de su hermano y se acercó cauteloso, murmurando para que Alexander no los oyera.
—Ava, ¿podemos hablar?
—Daniel, estamos en...
—Lo sé —la interrumpió en voz suave—, pero por favor, déjame ayudarte. Entiendo, lo entiendo, tienes miedo, pero no afrontes esto sola, por favor.
—Yo... Mira, vine hoy con la intención de decirle la verdad a Alex. Sé que va a odiarme, pero necesito hacerlo, necesito al menos quitarme este sentimiento de culpa.
Mientras ambos susurraban, Alexander, lleno de intriga, simuló acostarse en el sofá con ánimos de descansar, así tener una mejor vista de ambos. Aun si no podía escucharlos bien, necesitaba al menos intentar interpretar sus acciones. Observaba sus labios con cuidado y detenimiento, de esa forma al menos podría distinguir ciertas palabras. Adolorido aún por el golpe, cerraba los ojos de vez en cuando o miraba al techo, lo que le hacía parecer desinteresado.
—¿Y qué quieres que haga? Dime, porque ya lo he intentado todo —soltó Ava, un poco desesperada.
—Ava, déjame ayudarte, déjame ser tu refugio.
—¿Refugio? Daniel, me gusta tu hermano— expreso cortante y en un tono frío.
Aquellas palabras fueron como una puñalada en su corazón, y aun así siguió insistiendo.
—Lo sé, pero... solo quiero ayudarte, déjame hacerlo.— desesperado soltó con la voz ahogada.
—Ya volví a denunciarlo a la policía. Además, no creo que... —Al sonar su teléfono, vio el mensaje de un número desconocido que le enviaba un archivo en video. Estaba por ignorarlo, pero, por alguna razón, lo abrió. Su rostro, confundido al principio, rápidamente pasó al horror. Sus manos ligeramente temblaban mientras sostenía en celular.
Sus labios soltaron pequeñas armadas y se llevó la mano a la boca para no vomitar, sus ojos poco a poco se volvían vidriosos al salir de sus lágrimas.
—¿Ava? —susurró Daniel, inquieto—. ¿Qué es lo que...? —ante su silencio, tomó su teléfono y al ver la fotografía con un pie de página que decía "esperando a mi amada en su hogar", su rostro se tornó pálido, paralizado por la incredulidad—. ¿Pero qué...?
Ava miró a Alexander desde la esquina de la sala; su rostro pálido se llenó de lágrimas. Al verlo ahí recostado sobre el sofá, con dolor, pensó:
¿Qué hago? No puedo, yo...
Daniel la tomó de los hombros e intentó calmarla, susurrando su nombre, pero ella solo miraba a Alexander.
Alexander, quien observaba la escena, pasó de los celos a la angustia en un segundo. Estaba a punto de levantarse y correr a su lado cuando su hermano Daniel, de pronto, la cubrió entre sus brazos. La escena era angustiante: Ava estaba en los brazos de su hermano, llena de lágrimas, con el rostro demostrando temor y desesperación.
¿Qué hacer? Alexander entonces recordó lo que Claris le mencionó ese día en el café.
—Ella no suele mencionar mucho las cosas, se guarda muchas cosas. Alex, sé que está mal, de hecho te odio por esto, pero sigue fingiendo, al menos hasta que ese tipo la deje en paz. Si ella aún cree que no puedes verla, asegúrate de actuar lo más vulnerable posible; haz que se quede a tu lado y no la sueltes hasta que encontremos la forma de deshacernos de él.
Susurrando, ambos jóvenes intentaban contener sus voces. Ava, en un estado de shock, comenzaba a sentir su cuerpo perder fuerza.
—¡Tengo miedo, Daniel, tengo mucho miedo! —clamó con la voz rasgada y el rostro lleno de lágrimas. Miraba su celular y le llegaban nuevos mensajes:
"Cuando vengas podremos hablar más tranquilos." "No te preocupes, mi vida, vamos a poder estar juntos de nuevo." "Ya cambié y prometo que ahora nada ni nadie nos separará." "Te amo." "Vuelve pronto." "Te esperaré."
—No lo mires, no lo hagas. Mírame a mí, mírame. Respira.
—No va a dejarme, me encontró, no puedo, no de nuevo, no, yo...
—Ava —volvió a cubrirla con sus brazos—, estoy aquí, no voy a dejarte sola, no lo haré, no permitiré que se te acerque, lo prometo —dijo, acariciando sus mejillas para tratar de apaciguar su llanto.
—¿Claris? —preguntó Marlen, confundida al ver a la joven luego de abrir la puerta. Se acercó de prisa—. ¿Qué... qué pasa? ¿Por qué estás llorando, cariño? Dime, Daniel, ¿pasó algo? Hablen.
—¿Mamá? ¿Qué pasa?
—Claris está llorando, Alex.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.