CAPITULO 29

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Aún agradecida, nuevamente expresó sus disculpas y se marchó con el niño en brazos a su casa

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Aún agradecida, nuevamente expresó sus disculpas y se marchó con el niño en brazos a su casa.
Le dio un baño y un vaso de leche para luego ponerlo a dormir mientras le cantaba una canción de cuna.

—Mamá.

—¿Sí, cariño? —susurró mientras le acariciaba suavemente la cabeza para que el niño lograra dormir.

—¿Por qué papá me odia?.

—No, Sammy, papá no te odia, solo tiene algunos problemas, es todo.

—Él te pegó, ojalá se muera —expresó el niño entre lágrimas.

—Mírame, Sammy, aún con todo esto, tú no debes jamás parecerte a tu padre. Sé que puede ser difícil y que tuviste mucho miedo; mamá también lo tenía, pero aun así... —colocó su mano en su pecho y dijo— esto es lo más importante, Mientras tu corazón siga siendo tan hermoso como lo es ahora, ya verás que jamás vas a estar solo —suavemente acarició la mejilla de su hijo—. Sé que tu papá puede parecer un hombre malo, y tal vez lo sea, pero mientras él sea tu padre, tú debes ser mejor. No te pido que lo perdones o que no le tengas miedo, pero no digas que deseas su muerte. Si lo haces, tu corazoncito sufrirá mucho, y mami no quiere verte sufrir más —secó las lágrimas de Samuel y luego las suyas—. Mírame, recuerda que siempre estaré contigo.

—Estaba muy asustado— soltó ansioso.

Entre llantos , Samuel terminó durmiéndose en los brazos de su madre. Y unas horas después, mientras ambos dormían, el pequeño Samuel se levantó en mitad de la noche, tomó su osito de peluche, de hecho, era más bien un peluche de color azul.
El pequeño caminó al baño lentamente y adormilado con aquel juguete en su brazo.

—¿Mami? —expresó al escuchar un pequeño ruido, pero al no haber respuesta, con sus pequeñas manos frotó lentamente sus ojos y bajó por las escaleras. Pudo ver una luz naranja reflejarse por debajo de la puerta de la cocina.Temeroso se dirigió al interruptor de la luz y nuevamente soltó — ¡Mamá!.

Como a cualquier niño, al pequeño le dio curiosidad y despacio comenzó a acercarse, pero por debajo de esa puerta color marfil el humo comenzaba a asomarse.
Preso de pánico y miedo, con sus pies descalzos subio nuevamente las escaleras y comenzó a llamar a su madre, pero ésta no le respondía. Por más que el pequeño golpeara aquella puerta con desesperación, nadie le respondió. Entonces, con todas sus fuerzas, intentó abrirla, pero no lo logró.

En un estado de pánico bajo las escaleras  y salió por la puerta principal. Corrió una cuadra cuando pudo notar a su padre venir caminando por la calle.

—¡Papá! —gritó con todas sus fuerzas y se aferro a el con desesperación.

El hombre, un poco indiferente, se dirigió a él y le sujetó con fuerza para comenzar a sacudirlo con mucha fuerza—¿Dónde está tu madre, mocoso?.

Agitado, Samuel no sabía qué hacer, pero al cabo de unos minutos, mientras su padre lo sacudía con fuerza  con más intensidad, expresó—Ayuda a mi mamá.

CARESS THE  HEARTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora