Capítulo 37/ Dos corazones destrozados.

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Summer.

Son las 8 a.m. y yo sigo sentada en mi cama viendo a través de la ventana. Por la noche he llorado, me he quedado bloqueada sintiendo todo lo malo sin saber cómo procesarlo y he tratado de entender qué fue lo que sucedió y lo más importante: ¿Por qué? Por qué me involucraron a mí y por qué todo fue directamente para destruir lo que tengo con él.

El día está nublado y todo se siente denso, como si algo estuviera poniendo todo su peso sobre mí.

Dejo que los minutos pasen y cuando se hacen las 10 a.m. salgo de mi habitación.

Mi tío con Luz están en la cocina murmurando pero se callan cuando me ven.

—¿Summer, a dónde vas? — pregunta él cuando me ve tomando mi abrigo.

—Tengo que salir, no creo que tarde mucho.

Subo el cierre de mi abrigo y comienzo a caminar. Decido tomar un colectivo para ir hasta su departamento.

Creo que debe ser así, intentar todo para ver si queda algo. Eso haré, por más que sea la persona que más odie no quiero escuchar un «Adiós, Summer» de su parte. Porque dolió, se sintió como si ya no quedara nada más en mí.

El guardia me reconoce y me deja pasar sin ningún problema, tengo el corazón en la garganta mientras subo por el ascensor y me repito que no debo llorar cuando ya estoy frente a su puerta. Está todo tan silencioso que me preocupa que no esté y haya salido a correr.

Toco el timbre y me remuevo, ansiosa.

Quiero gritar de alegría cuando la abre, pero mi ceño se frunce al verlo. Aún lleva su pijama, su cabello está desordenado (más a como lo suele tener), se vas más encorvado, cansado, agotado, con ojeras. Esto debe ser una clara imagen de dos personas con corazones destrozados.

Quiero gritar que no lo haga cuando me ve con desprecio, con decepción. ¿Cómo hago para decirle que yo no lo hice? Si tiene una foto que es muy difícil de desmentir.

—Teo...

—¿Qué haces aquí? — dice en un tono seco.

—Necesito hablar contigo. Teo, quiero que me escuches, por favor.

—Creo que ayer quedó todo claro. No quiero verte, Summer.

—No puedes creer eso. Tú me conoces, yo no...

—¿Te conozco? — es tan claro el desprecio en su voz que mis ojos se humedecen y veo borroso —. No creo que seis meses sean suficientes para conocer del todo a alguien.

—Nunca me mostré distinta a lo que soy.

—¿No? ¿Summer, engañas a la vida misma y no te crees capaz de engañarme a mí? Caminas con una sonrisa en tu rostro cuando por dentro estás totalmente destrozada.

—Eso es muy distinto. — trato de entenderlo, lo que dice todo es producto de su enojo —. Que mi vida sea un desastre no significa que sea una mala persona. Yo no besé a James. — enfatizo en cada palabra.

—¿Tan fácil es tu vida a mi lado que te desesperas en que volvamos?

Esto no es él. O eso me repito, puede que sí y también puede que haya visto mal cuando en su mirada noté un poco de arrepentimiento por lo que dijo.

Si sientes, debes hacerlo bien, no dejar que quede ni un rastro de lo que sentiste en ti. Él está haciendo eso en este momento, sacar todo su enojo conmigo; ahora, ¿yo debo dejar que se descargue y me ataque a mí? No quiero ser su saco de boxeo. Y eso él no lo ve.

—Ve y engaña a otra persona. Tú no eres capaz de amar, porque de lo sola que te sientes crees que la primera persona que es buena contigo te quiere.

Hasta Que Lo Efímero Se Acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora