Capítulo veinte/ Entender un poco.

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Summer.

—Todo el mundo lo tiene.

—Lo que haga el mundo es una cosa y lo que haga mi hija otra.

—Pero podría ser mi regalo de cumpleaños.

Me despierto desesperada en busca de aire. Mi corazón quiere salirse de mi pecho y tengo mis manos sudorosas y temblorosas.

Es frecuente estos sueños, más si la fecha de mi cumpleaños está cerca.

Los sueños varían. He llegado incluso a soñar cómo mi madre pudo haber muerto en el accidente, esa noche me desperté llorando y sin ningún éxito para poder respirar; mi tío me llevó al hospital asustado, fue un ataque de pánico. A partir de ahí comencé con ataques, y a saber controlarme yo sola.

Me lamento porque esto significa que en toda la noche no podré dormir y por consiguiente mi día no será nada bueno.

...

—Las ojeras que tienes no te quedan nada bien.

Rio abiertamente y termino de colocar el último libro. Marta está sentada en una silla con su jugo en manos.

—Una noche complicada.

—¿No pudiste dormir?

—No mucho. — por no decir nada.

—¿Pesadillas?

—Sí, las odio.

—Todos las odiamos.

Le sonrío divertida y me siento a su lado, ansiosa por preguntarle una cosa.

—Marta. — deja de mirarse las uñas para observarme —, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Ya la estás haciendo.

—Bueno, dos. — ríe y asiente dándome permiso a preguntar — ¿Por qué una biblioteca? Digo, tuviste la libertad de convertirla en una librería y así tener más ganancias, pero preferiste una biblioteca. — ella suspira antes de responder.

—Porque ya hay muchas librerías. Además, creo que los libros deben estar al alcance de todos. Leer es mágico, Summer, tú debes entenderme. Leer es poder tener la mente lejos de la realidad; adquirimos conocimientos, conocemos otros lugares y vivimos varias historias y solo con unas simples palabras, no se necesita más. Sí tu mente es visionaria, no se necesita más. Y pienso que eso no se lo puede prohibir a nadie.

—Tiene lógica. — digo.

—Lo tiene. Y ahora señorita hay que cerrar. Tengo mucha hambre y quiero almorzar.

Dejamos todo ordenado antes de cerrar. Marta para irse ya no se toma ningún taxi, no. Ella ahora tiene un chofer personal que la lleva a todos lados. Yo solo quiero que no sea por algo turbio; no quiero que allanen mi casa porque el otro trabajo de Marta es contrabandear libros.

Se ofrece a llevarme y yo obvio que sí acepto, subirme a ese auto de lujo ha sido mi tentación desde que Marta vino en él.

El chofer me deja frente a casa y me despido de ambos al bajar.

Voy directo a la cocina porque estoy muerta de sed y veo una nota en la heladera.

"Summer, fuimos a visitar a los padres de Patricia. Dejé comida dentro de la heladera. Cualquier cosa me llamas."

Tío."

Me preparo unas simples hamburguesas y el silencio que hay no me gusta para nada.

No me gusta estar sola. Me siento sola y no solo porque ahora no tengo compañía, sino porque me siento sola en verdad. Tengo miedo a que, si me pasa algo, no habrá nadie para mí. Y es cansador, porque me he ahogado varias veces que tuve que aprender a salir a flote sola, pero es agotador y cansa; hasta que un día mis brazos ya no tengan fuerza y simplemente me hunda.

Hasta Que Lo Efímero Se Acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora