Capítulo 4.

201 12 0
                                    

Andrea.

Salimos de la multitud y caminamos en dirección a las cabañas sin decir una palabra.

-¿Se puede saber qué haces con él Andrea?

Abrí mis ojos como platos al escuchar su voz y nos giramos. Estaba enfadado.

-¿Me pego con él para que te dije tranquila, y tú lo único que haces es esto?
-No creo que tú debas prohibirle estar con nadie, sólo eres su hermano.
-¿Y te parece poco? -rió irónico.
-Dejadlo ya. -intervine.

Mi hermano se fue sin decir nada más y yo me dirigí hacia mi cabaña de nuevo con Carlos pisándome los talones.

-¿Se habrá enfadado? -preguntó cuando estaba a mi altura.
-Seguramente. -respondí seca.

Una vez más se hizo un silencio bastante incómodo y por suerte no tardamos en llegar a mi destino.

-Buenas noches. -dijo cuando estaba a punto de abrir la puerta.
-Adiós. -susurré sin ni siquiera girarme.

**

Habían pasado dos días desde la fiesta y desde que mi hermano se enfadó conmigo, no había conseguido hablar con él aún.

Eran las doce y no podía dormirme, salí a que me diera un poco el aire y decidí caminar hasta que acabé sentada en la orilla del pequeño lago. Había tenido suerte de no encontrarme a nadie en el camino.

-¿Andrea? ¿Qué haces aquí? -reconocí su voz enseguida, pero no respondí.

Llevábamos sin hablar dos largos días, pensé que si me alejaba de él mi hermano dejaría de estar enfadado, pero eso tampoco había funcionado. Evitar a Carlos sólo había acarreado que le echara de menos, era demasiado extraño sí, cuando llegamos hace unas semanas le odiaba a muerte y ahora, ahora le tengo un cariño un tanto especial, no me preguntéis el porqué, ni yo sé explicarlo.

Mientras reflexionaba él ya se había sentado a mi lado.

-¿No piensas responderme?

Seguí mirando fijamente al agua sin ni siquiera inmutarme aunque en realidad deseara demasiado abrazarle, me hacía sentir protegida.

-¿Estás llorando?

Negué secándome las lágrimas aunque era evidente que sí lo estaba haciendo.

Sin decir nada más me abrazó, cosa que yo agradecí mucho.

-Mi hermano no quiere hablar conmigo. -dije entre sollozos.
-Os arreglaréis pronto. -susurró.

Me separé de él y cubrí mi rostro con mis manos, tampoco quería que me viese llorar así.

Dos segundos después bajó mis manos y tomó mi mentón girando mi cara. Secó mis lágrimas y se acercó lentamente, esta situación estaba siendo incómoda, pero no quería pararla, no podía.
Notaba como su respiración chocaba con la mía y finalmente acabó con la distancia que nos separaba.

Estaba siendo un beso dulce y delicado hasta que me separé de él.

-Buenas noches Carlos.

Esto fue lo único que dije antes de marcharme.

**

Habían terminado todas las actividades previstas para hoy. En todo el día no había visto a Carlos, quería hablar con él, pero por más que lo había buscado no pude hacerlo.

-Hola chicas. -saludó Agustín que se encontraba en la puerta de nuestra cabaña. -Andrea tengo esto para ti.
-¿Para mi? ¿De quién?
-De Carlos.

Me entregó un sobre el cual no dudé en abrir rápidamente.

'Te escribo esto porque no he tenido tiempo para despedirme de ti. Sólo espero que no estés enfadada conmigo por el beso de anoche, fue simplemente algo que ocurrió, no prentendía que te molestases.

No estaba molesta, solamente... Había sido mi primer beso, tenía vergüenza, nada más, me gustaría poder decirle esto a él.
Continué leyendo.

Además también quería pedirte disculpas por todas las idioteces que te he hecho en el campamento, la rata, el lago, ya sabes. Lo siento, sólo pretendía llamar tu atención.

¿Llamar mi atención, para qué? Estaba dejándome muchas preguntas sin respuesta esta carta.

Ahora me mudo a Madrid y quizás no nos volvamos a ver, pero no por eso quiero que perdamos el contacto, necesito hablar contigo de alguna cosa, llámame lo más pronto que puedas, por favor. 6...

Carlos.'

¿Porqué se había ido sin despedirse? Estaba pensando sobre todo lo leído anteriormente pero el megáfono ocupó mis oídos, este nos avisaba de que debíamos acudir al comedor, iba a tener lugar la despedida.

**

Un vez tenía la maleta preparada para salir rumbo a casa a la mañana siguiente, decidí llamar a Carlos, teníamos cosas de qué hablar.

Un pitido, dos pitidos...

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora