Capítulo 26.

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Carlos.

Entré a la habitación cerrando la puerta tras de mi.

-¿Qué libro es?
-Ciudades de papel. -se giró sonriendo.
-¿Me vas a contar qué te pasa? -me senté en la cama.
-¿Por qué te preocupa tanto?
-Somos amigos. -sonreí algo nervioso. ¿Por qué lo estaba?
-Rubén y yo hemos cortado.-dijo en un suspiro.
-¿Enserio?
-Sí, dice que tenemos un futuro. -nos señaló a los dos.
-¿Nosotros?
-¿No lo crees una auténtica estupidez?
-Sí, supongo. -me encogí de hombros.
-¿Cómo que supones? O sea, ¿enserio? -dijo alterada.
-Era solo una broma para ver tu reacción, Andrea por favor. -reí y me acompañó.

¿Realmente había sido una simple tontería? Que completo lío estaba hecho.

-No quería que todo acabase así. -dijo entristecida.
-Estábais genial. -comenté.
-Yo ya no sé ni si realmente así era o eso es una simple escusa barata. No sé que pensar Carlos. -suspiró.
-No creo que te haya mentido en algo así. Puedes volver a hablar con él.
-Vuelve mañana Londres. -una lágrima resbaló por su mejilla.
-Ven aquí anda. -abrí mis brazos y no se lo pensó dos veces.
-Gracis Carlos. -susurró e inconscientemente sonreí ampliamente.

**

Andrea.

Estábamos cenando en completo silencio hasta que mi amiga lo rompió.

-¿Qué ha pasado en la habitación? Carlos ha salido muy feliz.
-Deja de mirarme con esa cara. -le lancé un pedazo de pan riendo. -No ha pasado absolutamente nada, porque entre Carlos y yo hay solo una AMISTAD. -recalqué esta última palabra.
-Eres una testaruda. -me atacó ella con una aceituna.
-Eso ha dolido más que lo mío. -dije riendo.
-Acabaréis juntos, no sé cuando, pero seréis pareja. -dijo con seguridad.
-Yo que tú no estaría tan segura. -reí.
-¿Quieres apostar algo? -me desafió.
-No tengo nada que perder.
-Si salís en menos de 4 meses me pagarás un viaje a Guadalajara para ver a mi familia. -propuso.
-Y si gano yo tú me pagarás un viaje a Londres. -asintió y juntamos las manos para cerrar el pacto.
-Yo Lizeth.. -comenzó a escribir en una servilleta.
-¿Qué haces? -le pregunté riendo.
-Dejarlo por escrito. Toma, fírmalo.

Terminamos de cenar entre tonterías varias y nos levantamos a recoger la mesa.

-Compraré una hucha mañana y empezaré a ahorrar a ver si Carlos se va a acabar enamorando de mis encantos. -se me ocurrió bromear.
-O a ti de los suyos. -rió entrando a la cocina.

Iba a responderle cuando sonó el timbre.

-¡Voy yo! -grité.

Abrí la puerta y para nada me esperaba esto. Sofía se encontraba abrazándome fuertemente y hecha un completo mar de lágrimas.

-Lo siento, lo siento, lo siento. -repitió entre sollozos.
-Tranquila, ven pasa. -intenté tranquilizarla.

Deshizo nuestro abrazo y entramos al salón. La invité a sentarse y sólo se oían sus sollozos.

"Estoy en mi habitación, avísame si necesitas algo". Lizeth.

-Lo siento Andrea, siento tanto el haberte cambiado por ella. El no cumplir la promesa de dejar tu habitación intacta para cuando volvieses, Yolanda me lió de tal forma y me vendió una amistad que realmente no era ni comparable a la nuestra, pero yo caí como una tonta cegada por lo de su enfermedad, y de hecho Carlos me lo podió que fuese solo un tiempo, y primero no acepté pero después la conocí y me enredó para acabar haciéndolo y ella nos acabó consumiendo a los dos, a mi y sobre todo a él, lo ha pasado bastante mal. -dijo finalmente.

No sabía que responder, me había quedado un poco pillada.

-Siempre la creí una auténtica manipuladora. -dije.
-Lo es y siento no haberme dado cuenta antes.
-No tienes que disculparte más, todo está bien. -me acerqué para abrazarla. -Tranquila, no llores más ¿sí? -asintió para separarse sonriendo.

**

-Levantaaaaa. -alguien me movió y me giré gruñendo. -Lizeth dame la jarra. -me levanté sobresaltada lo más rápido que pude.

Con dificultad abrí los ojos y lo único que vi fue a un Carlos rodando por el suelo mientras no dejaba de reír.

-Eres idiota. -froté mis ojos.
-Buenos días a ti también. -dijo tomando aire.
-Déjame, pesado. -le piqué.
-Con que esas tenemos ¿no? Me vas a llamar pesado con razón. -se metió en la cama a mi lado.
-¿Qué haces? Vete. -reí moviéndole para tirarle.
-No. -dijo acurrucándose.
-Que salgas de mi cama.
-Ha sonado raro eso eh. -se burló.
-¡Carlos María, fuera! -señalé la puerta riendo.

Mientras reía aproveché que estaba distraído para empujarle y tirarle al suelo.

-Auch. -se quejó.
-Por pesado. -sonreí victoriosa.
-Vale vale, me voy. -se levantó. -En media hora nos vamos.
-¿Cómo? ¿A dónde?
-A la bolera, dije que te iba a invitar ¿recuerdas?
-¿Y si no quiero ir? -me levanté de la cama.
-Media hora. -dijo cerrando la puerta.

Reí por lo cabezota que era y me dirigí al armario. Seguro que lo pasábamos bien.

Tras solucionar varios percances con mi pelo bajé.

-¿Y Carlos? -pregunté a las chicas.
-Se ha ido, estaba cansado de esperarte. -dijo Lizeth.
-Que majo es. -ironicé. -Por cierto, ya os conocéis por lo que veo ¿no?
-¿Quién es majo? -pude enteder que decía el rubio con la boca llena.
-¿Dónde estabas? -dije riendo.
-Comiendo mientras venías. -se encogió de hombros. -¿Vamos? -asentí y salimos.

Una vez llegamos a la bolera nos dieron unos zapatos de esos que son feísimos pero te obligan a ponerte si quieres jugar una partida de bolos allí. Me había puesto los míos pero el torpe de Carlos aún seguía peleándose con los suyos.

-Son demasiado pequeños, me cago en todo. -dijo indignado.
-Me recuerdas a mi hermana Leonor cuando tampoco podía ponérselos. -reí y me fulminó con la mirada. -Te ayudo, te ayudo.

Una vez habíamos conseguido que entraran en sus pies nos levantamos los dos al mismo tiempo quedando tan cerca que nuestras respiraciones se mezclaban.

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Lo prometido es deuda y sé que en el anterior capítulo no había 5 comentarios a favor del maratón, pero aquí lo tenéis, porque quería recompensar y agradecer de algún modo las más de 2.6K de visitas. GRACIAS. Mañana tendréis los dos capítulos que cerraran este maratón. Espero vuestros votos y comentarios. :)

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora