Capítulo 5.

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Andrea.

Un vez tenía la maleta preparada para salir rumbo a casa a la mañana siguiente, decidí llamar a Carlos, teníamos cosas de qué hablar.

Un pitido, dos pitidos... sonó el tercero y tras él el contestador automático. Volvería a intentarlo en otro momento.

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Con lágrimas en los ojos me subí al autobús despidiéndome de las chicas con la mano, no eramos las mejores amigas, pero sí se habían convertido en una parte esencial para mí.

Carlos.

Maldita mala suerte la mía. Llevaba el móvil en el bolsillo de mí pantalón y al coger una caja de la mudanza cayó al suelo quedando hecho pedazos. ¿Cómo hablaba yo ahora con Andrea sin él? Sólo esto me preocupaba.

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Una vez llegué a Madrid y tenía un móvil nuevo en mi poder decidí llamar a Agus, pero de nada sirvió, ya no estaba en el campamento con ella. Odiándome a mí mismo me fui a dormir.

Andrea.

Hogar, dulce hogar. En el trayecto de vuelta a casa las cosas con mi hermano se habían arreglado, por esa parte no podía estar más aliviada, ahora lo que me inquietaba era el poder hablar con Carlos. Por eso, con la excusa de deshacer la maleta subí a mi habitación y volví a marcar su número. Esta vez ocurrió de nuevo lo que hacía unas horas, esto me desilusionaba por completo, ¿y si no volvía a saber absolutamente nada de él?

**
-Sólo por tu preocupación podría decir que has terminado enamorada de ese tal Carlos.
-Déjame que te cuente primero y cuando termine opinas.

Conté con lujo de detalles a Sofía todo lo ocurrido en el campamento, con ella no tenía secretos, era mi mejor amiga, pero no sólo eso, la podía considerar mi diario personal.

-¿Puedo opinar ahora?

Asentí.

-Ahora lo afirmo, sin duda, te has enamorado de ese chico. Sólo hay que ver tu cara de estúpida. -rió
-Oye, no hacía falta insultar. -me quejé.
-Sabes que es verdad lo que he dicho.
-¿Lo primero o lo segundo?
-Principalmente lo primero.

Yo solamente me limité a suspirar, quizás tuviese razón.

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-Mamá, ¿puedes decirme en dónde está el sobre que había en mi habitación? Por favor. -dije en tono un tanto borde.

Su cara me asustaba.

-Estaba muy arrugado y lo tiré esta mañana, ¿era algo importante hija?
-No mamá. -dije intentando sonar indiferente.

Tampoco podía pasarme la vida llamando a Carlos, ¿no? Debía olvidar todo lo ocurrido, el verano había terminado y ya creo que no hay nada que me diga que le voy a volver a ver. Ahora lo primero son mis estudios, mi futuro, el cual no puede estar basado en una persona. Quizás cuando vea todas mis llamadas decide devolverlas, quizás no, ¿quién sabe?

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora