Capítulo 11.

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Andrea.

-Sofía, ¿podemos hablar?

No levantaba la vista de su teléfono móvil.

-Sof...
-¡Andrea, Leonor! -esos gritos me interrumpieron.

Mi madre. Se encontraba junto a mi padre y ambos sonreían a la entrada del hotel.

Leonor corrió a su encuentro y yo la seguí sin muchas ganas.

Les saludé con dos besos y rápidamente mi hermana fue a buscar a Carlos para presentárselo. Y yo fui bombardeada a preguntas por parte de mis padres.

-Mira mamá, mira papá, él es Carlos. -dijo felizmente.

**

Me despedí de los chicos y me dirigí al ascensor para bajar a la piscina.

-Hola Magí. -le saludé dejando mis cosas en una tumbona a su lado.
-¿Qué tal Andrea?
-Bien, supongo. -sonreí.
-¿Por qué os habéis enfadado tú y Sofía?
-Una larga historia Magí. -suspiré- Y que lo siento pero no te puedo contar ahora mismo.

Magí fue a bañarse y yo me quedé tumbada al sol mientras pensaba en cómo seguramente los demás se estaban divirtiendo en la playa. Sofía había recalcado que si yo iba ella se quedaba aquí, así que decidí no poner más leña al fuego y ser yo la que pasase la tarde en el hotel.

-Te vas a quemar.

Me asusté y me acomodé rápidamente quitando las gafas de sol de mis ojos. Rió.

-¿No os íbais a la playa?
-Son unos capullos, no me han esperado. Perdí mi móvil y se han ido sin mí.

No pude aguantar la risa, cuánto bullying le hacían al pobre.

Magí volvió a dónde nos encontrábamos y se despidió diciendo que aún tenía algunas cosas que preparar para comenzar con el rodaje mañana.

-¿Vamos a bañarnos?

Asentí.

Tras varios minutos quejándome de lo increíblemente fría que estaba el agua me metí en la dichosa piscina.

-¿Sabes nadar? -preguntó.
-Claro que sí, ¿qué pregunta es esa?
-¿Qué tal si competimos?

Me lo pensé un poco, sabía que iba a ganar él pero bueno, era para pasar el rato.

-Vale, ¿qué me das si gano? -respondí finalmente.
-Si ganas te invito a un helado esta noche, y si gano yo, me invitas tú.

No perdía mucho tampoco. Reí para mis adentros y nos pusimos en posición de salida. Teníamos suerte de que a esta hora no hubiera casi nadie dentro del agua.

-3, 2, 1, ¡ya! -gritó y los dos comenzamos a chapotear para cruzar la piscina.

Con dificultad debido a la risa floja que me había dado anteriormente cuando Carlos chocó con una mujer mayor me agarré al bordillo.

Entre risas mirando a mi rival que se encontraba en mitad de la piscina grité un "¡He ganado!" para que pudiese oírme.

Recogimos nuestras cosas y subimos al ascensor para volver de nuevo a nuestras habitaciones.

-Quiero la revancha, la mujer se ha cruzado. -dijo intentando parecer enfadado, lo que me provocó una mayor carcajada.
-Mentira. Tú no nadabas recto sino para cualquier lado. -rió aún sabiendo que no era cierto- Así que me invitas a un helado.
-Que sí, que sí pesada.

**
Nos encontramos con los demás abajo y entramos al comedor dispuestos a cenar.

Una vez tenía en el cuenco lleno de sopa me dirigí a la mesa con el resto de los chicos.
Iba a sentarme pero en ese momento sonó mi móvil. Dejé el cuenco en la mesa y lo saqué de mi bolsillo. "Adrián" pude leer en la pantalla.

-¿Estás bien Andrea? -preguntó Álvaro.

Asentí sonriendo y salí fuera para poder cogerlo.

Tomé aire. Había pensado bastante sobre este tema y sabía perfectamente qué iba a hacer.

-Dime Adrián.
-¿Qué tal?
-La verdad es que bastante bien, gracias.
-¿Has pensado ya lo que hablamos?
-Sí.

Le notaba nervioso aún a través de la línea.

-Podemos ser amigos, sabes que tienes que darme un tiempo hasta acostumbrarme un poco. Pasamos página y nada, ¡que siempre he querido un amigo gay! -reí. Prontamente él también me acompañó.

Un ratito después nos despedimos y los chicos se acercaron.

-Acaban de cerrar el comedor y tu sopa se ha quedado allí muerta de risa. -rió David.

¿Tanto tiempo había estado hablando con Adrián?

-No pasa nada, tampoco tenía mucha hambre.
-¿Por qué tan feliz?

Me encogí de hombros.

Nos sentamos en la terraza del hotel en completo silencio y Carlos lo rompió.

-Tenemos algo pendiente, Andrea. -dijo tranquilamente.

Yo sabía perfectamente a qué se refería pero las caras de los demás eran un poema. Mentes sucias que tienen.

-¿De qué habláis? -puso cara de pervertido.
-No, Dani, no. Le gané esta tarde una carrera en la piscina y me prometió un helado. -reí.
-¿Te ha ganado? Carlos tío, ya hemos quedado mal. -decía Álvaro.
-Si tío, se me cruzó una mujer mayor. -le respondió.
-¿Vamos a por mi helado? -les interrumpí felizmente.

Nos dirigimos al paseo marítimo y me senté en el primer banco que ví a nuestro paso.

-¿Qué haces ahí? Vamos a por el helado ¿no?
-Tráemelo aquí, de chocolate, por favor. -sonreí.

Se encaminó al kiosco y volvió rápidamente con dos helados.

-Sólo había uno de chocolate y va a ser para mí, que he ido a buscarlo.
-Espera, espera. -le paré. -¿Quién ganó?
-Tú.
-Pues dame, todo arreglado. -le arrebaté el helado riendo.
-Algún día me invitarás tú a uno de chocolate a mi. -rió.

Asentí feliz con mi helado.

**

Sofía.

-Sofía, ayúdame con esto por favor.

Me acerqué a Dani y fríamente le ayudé con su gorra.

Una vez más terminamos de ayudar a los chicos y ellos se pusieron manos a la obra con su trabajo, el nuevo videoclip.

-No estaba bien.

No respondí.

-¿Hasta cuando vamos a estar así?

Esta vez me encogí de hombros.

-Como quieras, fue una idiotez y lo sabes.

Justo después de decir esas palabras se marchó.

Suspiré y la seguí.

Estaba sentada y la abracé. La quería demasiado.

-Soy una tonta.

Se levantó para podernos abrazar con más facilidad. Con lágrimas en los ojos nos miramos y reímos.

-Somos tontas las dos. -dijo riendo.

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora