Capítulo 17.

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Andrea.

A Rubén hoy le tocaba quedarse para hacer no sé que cosas así que cuando llegó la hora recogí y salí para dirigirme a casa.

-¡Andrea espera! -me giré. Alguien me llamaba y en español, poca gente que me conociese lo hablaba aquí.

Me giré y a lo lejos pude ver a Magí corriendo para acercarse a mi. Reí mientras recordaba la primera vez que hablamos.

Nada más llegar a donde me encontraba me abrazó y yo respondí a ese abrazo sin pensarlo.

-Que guapa te veo, ¿qué tal todo?
-Bastante bien, ¿y tú?, ¿y los chicos?, ¿has traído a alguno contigo?
-Tranquila fiera. -rió.- Yo bien, los chicos genial, y no, no he podido traer a ninguno conmigo, están de gira.
-Jo, ¿pero están bien todos no?
-Que si, mujer, todos están bien. ¿Acabas de salir del trabajo?
-Sí, vamos a tomar algo, anda. -tiré de su brazo.

Él rió y nos encaminamos al Starbucks más cercano.

Pedimos y nos sentamos en una de las mesas para hablar tranquilamente.

-¿Y entonces qué haces aquí? -pregunté bebiendo un sorbo de mi bebida.
-He venido con las chicas de Sweet California, están grabando un nuevo videoclip.
-Tienes que presentármelas, aún no las conozco.
-Cuando quieras, ellas estarán encantadas. -sonrió.

Íbamos a salir cuando me choqué con alguien.

Se disculpó en un perfecto inglés y entonces la miré descubriendo de quién se trataba.

-Vaya Lizeth, ¿qué tal? -sonreí.

Qué suerte tenía de que también hablase castellano, podía defenderme hablando inglés pero mi pronunciación no era para tirar cohetes y eso que llevo viviendo más 3 meses aquí.

-Genial, ¿y tú?
-¡Ay Magí, me había olvidado de ti! -exclamé chistosa viendo como nos observaba.
-Gracias, yo también te tengo algo de cariño.

Besé su mejilla riendo y les presenté, rápidamente Magí tuvo que irse a continuar con su trabajo y nos dejó solas a nosotras, que decidimos ir hasta mi casa, bueno, no mi casa sino la de Rubén.

-Cuéntame algo más de ti, solo sé que eres Mexicana y llevas un año aquí, háblame de tus aficiones, no sé, algo.
-Me encanta la fotografía..
-¡A mi también! -la corté y las dos reímos debido a la efusividad que había puesto a mis últimas palabras.
-También me gusta mucho la música, de hecho canto en un pequeño bar con unas amigas alguna que otra noche
-Canta algo va.
-Me da vergüenza Andrea. -se ruborizó al ver a Rubén mirándonos apollado en el marco de la puerta.
-Vale, vale, me voy. -dijo levantándo las manos y dirigiéndose a la planta de arriba riendo.

Lizeth cantó un poquito de una canción que realmente desconocía, pero tenía muy bonita voz. Pasamos mucho más rato hablando hasta que decidió que debía irse.

Cuando despedí a mi compañera de trabajo y ya casi amiga, volví a entrar en la casa oyendo mi teléfono sonar.

Era Magí y quería que fuese a cenar con él y las chicas de Sweet California, acepté sin pensármelo, pero no antes de preguntar si podía llevar conmigo a mi amigo.

-¡Rubén! -entré rápidamente a su habitación.
-Dime. -susurró debajo de las tantas mantas que tenía encima.

Estábamos a mediados de noviembre en Londres, pero creo que aún así eso era exagerado.

-¿Te pasa algo? ¿Para qué quieres tantas mantas? -me acerqué buscando su rostro. Madre mía.

Él rió levemente y se destapó un poco bajo mi atenta mirada.

-¿Qué? Tengo frío. -volvió a reír y pude ver como tiritaba.
-Quizás tengas fiebre, déjame ver.

Efectivamente su frente estaba hirviendo.

-No es nada, se pasará. -dijo indiferente.

Cogí varios paños mojados para intentar bajarle la fiebre y parecía que el método había funcionado, al menos un poco.

-¿Qué querías cuando has venido? ¿Necesitabas algo? -sonrió.
-Sólo venía para que me acompañases a cenar con un amigo, pero nada, le llamo y le digo que lo dejamos para otro día. -me encogí de hombros.
-¿Por qué? ¿Por mí? No, no y no, vé a cenar tú con él, yo te paso a recoger cuando termines para que no vuelvas sola.
-O mejor me quedo cuidándote, sin complicaciones.
-No.
-¿No quieres que te cuide? -reí ante su seriedad.
-No, quiero que vayas a cenar, lo mío se pasa en un rato.
-Encima que te ofrezco mis conocimientos de enfermera.

Rió y me abrazó sin decir nada más.

-Voy a llamarle y a decirle que me quedo.
-Si te quedas no me vuelvas a hablar en tu vida. -dijo sin poder aguantar una leve risita.
-Vale. -dije buscando a Magí en mi agenda.
-No enserio, vé a la cena Andrea.
-Cabezota. -suspiré saliendo de la habitación.
-Más tú. -oí que gritaba.

Al terminar de arreglarme salí de casa no sin antes volver a duscutir con Rubén que no viniese a buscarme al acabar de cenar y le pedí que si necesitaba algo sólo me llamase, sabía que no lo haría pero bueno.

**

-Alba tu móvil está sonando.
-Ay cierto, mira es Carlos. -descolgó felizmente.

Me contó que eran muy buenos amigos, que se conocían de hacía un montón de años y que se llevaban genial. Al llevar un rato hablando con él me tendió el teléfono, a lo que yo respondí con una mirada interrogante.

-Quiere hablar contigo. -sonrió.

No dudé y lo cogí llevándolo a mi oreja mientras me alejaba un poco del jaleo y salía a la calle para oír mejor.

-¿Carlos?
-Hola Andrea.
-¿Qué pasa? Noto tu voz extraña, ¿estás enfermo o algo?
-No tranquila, estoy bien. -dijo esto último en un susurro.
-¿Seguro?
-¡Carlos ayúdame con las cajas, vamos a llevarlas al trastero! -pude oír como gritaba Sofía a través de la línea.
-Estoy hablando con Andrea, ¿te la paso ahora?

Después de esto no oí nada más de su conversación.

-¿Sigues ahí? -preguntó.
-Aquí sigo. -sonreí aún sabiendo que no podía verme.
-¿Y qué tal estás?
-Bastante bien, ¿y tú? Prometo que te noto muy raro, no sé, no nos conocemos casi nada, pero juraría que algo te pasa.

Hubo un silencio bastante largo para mi gusto y tras unos minutos oí un leve sollozo.

The perfect kind of crazy. (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora